lunes, 30 de junio de 2014

LA POLÍTICA ESTÁ DESACREDITADA Y DEVASTADA, DICE EL PAPA EN UNA ENTREVISTA


 

Lunes 30 Jun 2014 | 12:34 pm

Texto de la entrevista de Giansoldati
La cita es en Santa Marta, por la tarde. Una rápida comprobación y un guardia suizo me hace acomodar en una pequeña salita. Seis butacas verdes de terciopelo un poco liso, una mesita de madera, un televisor de esos antiguos, con la barriga. Todo en perfecto orden, el mármol enlucido, algún cuadro. Podría ser una sala de aspecto parroquial, una adonde se va para pedir un consejo o para hacer los documentos matrimoniales.

Francisco entra sonriendo: “¡Finalmente! Yo la leo y ahora la conozco”. Me pongo colorada. “Yo en cambio le conozco y ahora lo escucho”. Se ríe. Se ríe a gusto el Papa, como hará otras veces en esa hora y pico de conversación sin tapujos.

- Es hora del partido Italia-Uruguay. Santo Padre, ¿usted a quien apoya?
Ah, yo por nadie, de verdad. Prometí a la presidenta del Brasil (Dilma Roussef) permanecer neutral.

- ¿Empezamos por Roma?
Pero ¿sabe que yo no conozco Roma? Piense que la Capilla Sixtina la vi por primera vez cuando tomé parte en el conclave que eligió a Benedicto XVI (2005 ndr). Ni siquiera he estado en los museos. El hecho es que como cardenal no venía mucho. Conozco Santa María la Mayor porque iba siempre allí. Y después a San Lorenzo Extramuros adonde fui para las confirmaciones cuando estaba don Giacomo Tantardini. Obviamente conozco la Piazza Navona porque siempre me alojaba en via della Scrofa, allí detrás.

- ¿Hay algo de romano en el argentino Bergoglio?
Poco y nada. Yo soy más piamontés, esas son las raíces originales de mi familia. Pero estoy empezando a sentirme romano. Quiero ir a visitar el territorio, las parroquias. Estoy descubriendo poco a poco esta ciudad. Es una metrópolis bellísima, única, con los problemas de las grandes metrópolis. Una ciudad pequeña posee una estructura casi unívoca, una metrópolis, en cambio, comprende siete u ocho ciudades imaginarias superpuestas, a varios niveles. También a nivel cultural. Pienso por ejemplo en las tribus urbanas de los jóvenes. Es así en todas las metrópolis. En noviembre haremos en Barcelona un congreso dedicado precisamente a la pastoral de las metrópolis. En la Argentina se han promovido intercambios con México. Se descubren muchas culturas entrecruzadas, pero no tanto a causa de las migraciones, sino porque se trata de territorios culturales transversales, hechos de pertenencias propias. Ciudades en la ciudad. La Iglesia debe saber responder también a este fenómeno.

- ¿Por qué usted, desde el principio, ha querido subrayar tanto la función del Obispo de Roma?
El primer servicio de Francisco es este: ejercer de obispo de Roma. Todos los títulos del Papa, Pastor universal, Vicario de Cristo, etc, los tiene precisamente porque es Obispo de Roma. Es la elección primaria. La consecuencia del primado de Pedro. Si mañana el Papa quisiera ser obispo de Tivoli, está claro que me echarían.

- Hace cuarenta años, con Pablo VI, el Vicariato promovió el congreso sobre los problemas de Roma. Surgió el cuadro de una ciudad en la que quien tenía mucho, tenía lo mejor, y quien tenía poco, lo peor. Hoy, en su opinión, ¿cuáles son los males de esta ciudad?
Son los de las metrópolis, como Buenos Aires. Quien aumenta los beneficios, y quien es cada vez más pobre. No sabía de ese congreso sobre los problemas de Roma. Son cuestiones muy romanas, y yo entonces tenía 38 años. Soy el primer Papa que no ha tomado parte en el Concilio y el primero que ha estudiado la teología después del Concilio y, en ese tiempo, para nosotros la gran luz era Pablo VI. Para mi la Evangelii Nuntiandi sigue siendo un documento pastoral nunca superado.

- ¿Existe una jerarquía de valores que respetar en la gestión de la cosa pública?
Cierto. Tutelar siempre el bien común. La vocación para cualquier político es esta. Un concepto amplio que incluye, por ejemplo, la custodia de la vida humana, su dignidad. Pablo VI solía decir que la misión de la política es una de las formas más altas de caridad. Hoy el problema de la política – no hablo solo de Italia sino de todos los países, el problema es mundial – es que se ha desvalorizado, arruinada por la corrupción, por el fenómeno de las comisiones. Me viene a la mente un documento que publicaron los obispos franceses hace 15 años. Era una carta pastoral que se titulaba: Rehabilitar la política, y afrontaba precisamente este tema. Si no hay servicio en la base, tampoco se puede entender la identidad de la política.

- Usted ha dicho que la corrupción huele a podrido. Ha dicho que la corrupción social es fruto de un corazón enfermo y no sólo de condiciones externas. No habría corrupción sin corazones corrompidos. El corrupto no tiene amigos sino idiotas útiles. ¿Nos lo explica mejor?
Hablé dos días seguidos de este tema porque comentaba la lectura de la Viña de Nabot. A mí me gusta hablar de las lecturas del día. El primer día afronté la fenomenología de la corrupción, el segundo día de cómo acaban los corruptos. El corrupto, en todo caso, no tiene amigos, sólo tiene cómplices.

- Según usted ¿se habla tanto de la corrupción porque los mass media insisten demasiado en el tema, o porque de hecho se trata efectivamente de un mal endémico y grave?
No, por desgracia es un fenómeno mundial. Hay jefes de Estado en la cárcel precisamente por eso. Me he preguntado mucho, y he llegado a la conclusión de que muchos males aumentan sobre todo durante los cambios de época. Estamos viviendo no tanto en una época de cambios, sino en un cambio de época. Y por tanto se trata de un cambio de cultura; precisamente en esta fase surgen cosas de este tipo. El cambio de época alimenta la decadencia moral, no solo en la política, sino en la vida financiera o social.

- Tampoco los cristianos parecen brillar por su testimonio...
Es el ambiente el que facilita la corrupción. No digo que todos sean corruptos, pero creo que es difícil permanecer honrado en la política. Hablo de todo el mundo, no de Italia. Pienso también en otros casos. A veces hay personas que querrían hacer las cosas claras, pero se encuentran en dificultad y es como si fueran fagocitadas por un fenómeno endémico, a varios niveles, transversal. No porque sea la naturaleza de la política, sino porque en un cambio de época las presiones hacia una cierta deriva moral se hacen más fuertes.

- ¿A usted le asusta más la pobreza moral o material de una ciudad?
Me asustan ambas. A un hambriento, por ejemplo, puedo ayudarlo a que no tenga más hambre, pero si ha perdido el trabajo y no encuentra ocupación, tiene que ver con otra pobreza. Ya no tiene dignidad. Quizás pueda ir a Caritas y traerse a casa un paquete de comida, pero experimenta una pobreza gravísima que arruina el corazón. Un obispo auxiliar de Roma me ha contado que muchas personas van a los comedores y a escondidas, llenos de vergüenza, se llevan a casa comida. Su dignidad se ve progresivamente depauperada, viven en un estado de postración.

- Por las calles consulares de Roma se ven chicas de apenas 14 años a menudo obligadas a prostituirse ante la indiferencia general, mientras que en el subte se asiste a la mendicidad de los niños. ¿La Iglesia es aún levadura? ¿Se siente impotente, como obispo, a esta degradación moral?
Siento dolor. Siento enorme dolor. La explotación de los niños me hace sufrir. También en la Argentina es lo mismo. Para algunos trabajos manuales se usan niños porque tienen las manos más pequeñas. Pero los niños son también explotados sexualmente, en hoteles. Una vez me advirtieron que en una calle de Buenos Aires había niñas prostitutas de 12 años. Me informé y efectivamente era así. Me hizo daño. Pero aún más daño me causaba el ver que se paraban autos de gran cilindrada conducidos por ancianos. Podían ser sus abuelos. Hacían subir a la niña y le pagaban 15 pesos que después servían para comprar los deshechos de la droga, el “paco". Para mí estas personas que hacen esto a las niñas son pedófilos. Sucede también en Roma. La Ciudad Eterna que debería ser un faro en el mundo es espejo de la degradación moral de la sociedad. Pienso que son problemas que se resuelven con una buena política social.

- ¿Qué puede hacer la política?
Responder de forma clara. Por ejemplo con servicios sociales que sigan a las familias para entender, acompañándolas para salir de situaciones duras. El fenómeno indica una deficiencia de servicio social en la sociedad.

- Pero la Iglesia está trabajando muchísimo...
Y debe seguir haciéndolo. Hay que ayudar a las familias en dificultad, un trabajo en aumento que impone el esfuerzo común.

-En Roma cada vez más jóvenes no van a la Iglesia, no bautizan a los hijos, no saben siquiera hacer la señal de la cruz. ¿Qué estrategia hace falta para invertir esta tendencia?
La Iglesia debe salir a las calles, buscar a la gente, ir a las casas, visitar a las familias, ir a las periferias. No ser una Iglesia que sólo recibe, sino que ofrece.

- Y los párrocos no deben poner ruleros a las ovejas...
(Ríe) Obviamente. Estamos en un momento de misión desde hace una decena de años. Debemos insistir.

- ¿Le preocupa la cultura de la natalidad en Italia?
Pienso que hay que trabajar más por el bien común de la infancia. Formar una familia es una tarea grande, a veces no es suficiente el sueldo, no se llega a fin de mes. Se tiene miedo a perder el trabajo o a no poder pagar el alquiler. La política social no ayuda. Italia tiene una tasa bajísima de natalidad, España lo mismo. Francia va un poco mejor pero la tasa también es baja. Es como si Europa se hubiera cansado de ser mamá, prefiriendo ser abuela. Mucho depende de la crisis económica y no solo de una deriva cultural marcada por el egoísmo y el hedonismo. El otro día leía una estadística sobre los criterios de gasto de la población mundial. Después de la alimentación, vestidos y medicinas, tres elementos necesarios, siguen la cosmética y los gastos para los animales domésticos.

- ¿Cuentan más los animales que los niños?
Se trata de otro fenómeno de degradación cultural. Esto porque la relación afectiva con los animales es más fácil, más programable. Un animal no es libre, mientras que tener un hijo es algo complicado.

- ¿El Evangelio habla más a los pobres o a los ricos para que se conviertan?
La pobreza está en el centro del Evangelio. No se puede entender el Evangelio sin entender la pobreza real, teniendo en cuenta que existe también una pobreza bellísima del espíritu: ser pobre ante Dios porque Dios te llena. El Evangelio se dirige indistintamente a los pobres y a los ricos. Y habla tanto de pobreza como de riqueza. No condena de hecho a los ricos, sí acaso a las riquezas cuando son idolatradas. El dios dinero, el becerro de oro.

- Usted pasa por ser un Papa comunista, pauperista, populista. The Economist, que le ha dedicado una portada, afirma que habla como Lenín. ¿Se reconoce en estos modelos?
Yo solo digo que los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. La pobreza está en el centro del Evangelio. Los pobres están en el centro del Evangelio. Tomemos Mateo 25, el protocolo sobre el que seremos juzgados: tuve hambre, tuve sed, estuve en la cárcel, estaba enfermo, desnudo. O miremos a las Bienaventuranzas, otra bandera. Los comunistas dicen que todo esto es comunista. Sí, como no, veinte siglos después. Así que cuando hablan, se les podría decir: pero ustedes son cristianos (se ríe).

- Si me permite una crítica…
Dele...

- Usted quizás habla poco de las mujeres, y cuando habla de ellas afronta el tema sólo desde el punto de vista de la maternidad, la mujer esposa, la mujer madre, etc. Y sin embargo, las mujeres hoy presiden Estados, multinacionales, ejércitos. En la Iglesia, según usted, ¿las mujeres qué puesto ocupan?
Las mujeres son lo más bello que Dios hizo. La Iglesia es mujer. Iglesia es una palabra femenina. No se puede hacer teología sin esta femineidad. De esto, usted tiene razón, no se habla bastante. Estoy de acuerdo en que se debe trabajar más sobre la teología de la mujer. Lo he dicho y se está trabajando en este sentido.

- ¿No entrevé una cierta misoginia de fondo?
El hecho es que la mujer fue tomada de una costilla… (se ríe con ganas). Bromeo, lo mío es una broma. Estoy de acuerdo en que se debe profundizar más en la cuestión femenina, de lo contrario no se puede entender a la misma Iglesia.

- ¿Podemos esperar de usted decisiones históricas, como una mujer presidiendo un dicasterio?, no digo el del clero...
(Se ríe) Bueno, muchas veces los curas acaban bajo la autoridad de las perpetuas...

- En agosto usted irá a Corea. ¿Es la puerta a China? ¿Está usted apuntando a Asia?
A Asia iré dos veces en seis meses. A Corea en agosto para encontrar a los jóvenes asiáticos. En enero a Sri Lanka y Filipinas. La Iglesia en Asia es una promesa. Corea representa mucho, tiene a las espaldas una historia bellísima, durante dos siglos no tuvo sacerdotes y el catolicismo avanzó gracias a los laicos. Hubo también mártires. En cuanto a China, se trata de un desafío cultural grande. Grandísimo. Y está el ejemplo de Matteo Ricci que hizo mucho bien...

- ¿A dónde va la Iglesia de Bergoglio?
Gracias a Dios no tengo ninguna Iglesia, sigo a Cristo. No he fundado nada. Desde el punto de vista del estilo, no he cambiado de cómo era en Buenos Aires. Sí, quizás alguna cosilla, porque se debe, pero cambiar a mi edad habría sido ridículo. Sobre el programa, en cambio, sigo lo que los cardenales han pedido durante las congregaciones generales antes del conclave. Voy en esa dirección. El Consejo de los ocho cardenales, un organismo externo, nace de allí. Había sido pedido para que ayudara a reformar la curia. Cosa por otro lado nada fácil, porque se da un paso, pero luego surge que hay que hacer esto o aquello, y si antes había un dicasterio después se hacen cuatro. Mis decisiones son el fruto de las reuniones preconclave. No he hecho nada solo.

- Una aproximación democrática...
Han sido decisiones de los cardenales. No sé si es una aproximación democrática, diría más bien sinodal, aunque la palabra para los cardenales no es apropiada.

- ¿Qué desea a los romanos para el día de los patronos San Pedro y San Pablo?
Que sigan siendo buenos. Son muy simpáticos. Lo veo en las audiencias y cuando voy a las parroquias. Les deseo que no pierdan la alegría, la esperanza, la confianza a pesar de las dificultades. También el dialecto romano es hermoso.

- Wojtyla aprendió a decir, volemose bene, damose da fa' (‘Amémonos los unos a los otros, ofrezcámonos a los demás’). ¿Usted aprendió alguna frase en dialecto romano?
Por ahora poco. Campa e fa' campa' (Vive y deja vivir). (Naturalmente, se ríe).+


miércoles, 25 de junio de 2014

La tentación de creer que se puede tener “una relación personal directa” con Cristo fuera de la comunión y la mediación de la Iglesia
VATICANO, 25 Jun. 14 / 09:49 am (ACI/EWTN Noticias).- “En la Iglesia no existe el ‘hazlo solo’ o los ‘jugadores libres’”, expresó el Papa Francisco este miércoles durante la Audiencia General, al advertir a los fieles sobre el peligro de caer en la tentación de creer que se puede tener “una relación personal directa” con Cristo fuera de la comunión y la mediación de la Iglesia.
“A veces sucede que escuchamos a alguien decir: ‘yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa’. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas”, expresó el Papa.
En ese sentido, recordó que “no se hacen cristianos en laboratorio”, sino dentro del seno de la Iglesia. “Si el nombre es ‘cristiano’, el apellido es ‘pertenezco a la Iglesia’”, reiteró.
A continuación el texto de la Audiencia del Papa gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con nosotros en el Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo, entre el calor y la posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos permanecieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una pantalla gigante. Y así, estamos unidos en la misma Audiencia. Y todos nosotros hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus enfermedades. Gracias.
En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que quiere formar un Pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Empieza con Abraham y luego, con mucha paciencia – y Dios tiene, tiene tanta- con tanta paciencia prepara este Pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre nosotros.
Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que tiene para el cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia a la Iglesia.
1. Nosotros no estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su lado, no: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia." Es muy bello ver que esta pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo.
Respondiendo a Moisés, en el maravilloso episodio de la "zarza ardiente", de hecho, se define como el Dios de tus padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo, Él se manifiesta como el Dios que ha establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel a su pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel tiempo.
2. En este sentido, el pensamiento va primero, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia. ¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas.
Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones.
Yo recuerdo siempre tanto el rostro de la religiosa que me ha enseñado elcatecismo y siempre me viene a la mente - está en el cielo seguro, porque es una santa mujer - pero yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa - o el rostro del párroco, un sacerdote o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una gran familia, en la que se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor Jesús.
3. Este camino lo podemos vivir no solamente gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el “hazlo tú solo”, no existen “jugadores libres”. ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un “nosotros” eclesial! A veces sucede que escuchamos a alguien decir: “yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas.
Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces puede resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos haga problema o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas, a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros hermanos y en nuestras hermanas, con sus virtudes y sus límites, que viene a nosotros y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a la Iglesia. El nombre es “cristiano”, el apellido es “pertenencia a la Iglesia”.
Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer jamás en la tentación de pensar que se puede prescindir de los otros, de poder prescindir de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin estar en comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo y esto es la Iglesia. Gracias.




REFLEXIÓN ANTE LA SITUACIÓN CREADA POR LA DEUDA EXTERNA

Hemos seguido con atención y preocupación pastoral la situación creada por la deuda externa y sus posibles consecuencias para nuestro país y la vida de nuestra gente, especialmente de nuestros hermanos más vulnerables, tras el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. Este hecho reclama con urgencia de toda la dirigencia una actitud madura de unidad y responsabilidad para responder, en una justa negociación, a la situación generada.

La cuestión económica es un tema central en la vida de los pueblos, pero siempre debe estar al servicio del bien común, del crecimiento integral de la persona humana y en el marco de la justicia. El orden económico no es independiente del orden social, ambos pertenecen al mundo de la ética y tienen en el hombre su sentido y referencia. Por ello, la economía centrada sólo en la especulación financiera debilita las relaciones, posterga el desarrollo de los pueblos y compromete la equidad del orden internacional (cfr. Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 55-60; 202-203).

Vivimos momentos en los que más allá de la justa diversidad de pertenencias políticas, la sociedad necesita y espera actitudes y compromisos que expresen la conciencia de ser una Nación. El tema que nos ocupa pertenece a la vida del Estado Argentino. Confiamos que la buena disposición y la competencia profesional de nuestros dirigentes, fuerzas políticas, empresarios, economistas, gremialistas, pueda encontrar un ámbito de diálogo y de trabajo para dar solución a la situación planteada.

Pedimos al Señor, que en este camino "Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad" (2010-2016) que aún estamos viviendo, podamos crear las condiciones de encuentro y amistad social que nos permitan crecer y fortalecernos como Nación. Que María Santísima, Nuestra Madre de Luján, nos acompañe con su protección maternal.

Conferencia Episcopal Argentina. Comisión Ejecutiva. 24 de Junio de 2014.+

martes, 24 de junio de 2014


Un cristiano no se anuncia a sí mismo sino a Cristo, recuerda el Papa Francisco
VATICANO, 24 Jun. 14 / 10:04 am (ACI/EWTN Noticias).- Durante la Misacelebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco invitó a los fieles a seguir el ejemplo de San Juan Bautista -cuya fiesta se celebra hoy-, que no cayó en la tentación de creerse importante, sino que supo cumplir con su misión de preparar y anunciar el camino de Cristo.
Según Radio Vaticana, en su homilía, el Santo Padre explicó que las vocaciones de Juan Bautista, el “más grande entre los profetas”, era preparar la venida del Señor, discernir quién sea el Mesías, y disminuirse para que Cristo crezca. Estas tres características, indicó, son un modelo siempre actual para un cristiano.
Juan, dijo el Papa, preparaba el camino a Jesús “sin tomar nada para sí mismo”. Era un hombre importante, la gente lo buscaba porque sus palabras eran fuertes, pero supo no caer en “la tentación de creer que era importante”. En ese sentido, recordó que cuando se acercaron los doctores para preguntarle si él era el Mesías, Juan respondió: “Son voces: solamente voces”, yo sólo “he venido a preparar el camino del Señor”.
“Aquí está la primera vocación de Juan el Bautista”, dijo el Papa, “preparar al pueblo, preparar los corazones de la gente para el encuentro con el Señor”. Pero, ¿quién es el Señor?
"Y esta es la segunda vocación de Juan: discernir, entre tanta gente buena, quien era el Señor. Y el Espíritu Santo le reveló esto y él tuvo el valor de decir: 'Es éste. Éste es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo’. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron que se marchara. Al día siguiente, sucedió lo mismo: '¡Es aquel! Él es más digno de mí’… Y los discípulos fueron detrás de Él. En la preparación, Juan decía: ‘Detrás de mí viene uno...’. Pero en el discernimiento, que sabe discernir e indicar al Señor, dice: ‘¡Delante de mí... está Éste!'", explicó el Papa.
Así, indicó Francisco, la tercera vocación de Juan es disminuir. Desde aquel momento “su vida comenzó a abajarse, a disminuirse para que creciera el Señor, hasta eliminarse a sí mismo”. El Bautista se decía “Él debe crecer, yo, en cambio, disminuir”, “detrás de mí, delante mío, lejos de mí”.
"Y esta fue la etapa más difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había imaginado, hasta el punto de que en la cárcel -porque Juan estaba en la cárcel en ese momento - sufrió no sólo la oscuridad de la celda, sino también la oscuridad en su corazón: ‘¿Pero será Él? ¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan accesible y normal... que no entiendo...’ Y como que era un hombre de Dios, pidió a sus discípulos que fueran a preguntárselo a Él: ‘¿Pero, es usted realmente, o debemos esperar a otro?’”.
El Papa explicó que “la humillación de Juan es doble: la humillación de su muerte como precio de un capricho”, pero también la humillación “de la oscuridad del alma”. Juan que ha sabido “esperar” a Jesús, que ha sabido “discernir”, “ahora ve a Jesús lejano”. “Aquella promesa – reiteró el Papa – se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación”. Se queda solo “porque se anuló tanto para que el Señor creciera”. Juan ve al Señor que está “lejos” y él, “humillado, pero con el corazón en paz”:
Francisco reiteró que son "tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, y dejar crecer al Señor disminuyéndose a sí mismo”.
“También es hermoso pensar la vocación cristiana así. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino para otro: al Señor. Un cristiano debe aprender a discernir, debe saber discernir la verdad de lo que parece verdad y no lo es: un hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser también un hombre que sabe cómo abajarse para que el Señor crezca, en el corazón y en el alma de los demás”, concluyó.



lunes, 23 de junio de 2014


LA MISERICORDIA DEL SAGRADO CORAZÓN
Padre Juan Eudes
El lector de los escritos del santo no puede sino maravillarse ante la facilidad y la simplicidad con las cuales asocia a las sublimidades de la metafísica cristiana las de la humildad. Sus categorías se esclarecen y fortalecen recíprocamente. Por ejemplo ¿cómo no emocionarse con el pasaje siguiente:
“¿Oh Dios mío, que es el hombre para los ames tanto? ¿No sabes que la mayor parte de los hombres no hace caso de ti y que no tienen sino desprecio por gracias y que sólo te tributan ingratitudes y ultrajes? ¿Has olvidado, Señor mío, quién eres y cuál es la gloria infinita de tu divina Majestad que abates hasta el punto de dar tu corazón adorable a gusanos de tierra y a miserables pecadores que no son dignos ni del menor de tus pensamientos?
En la medida en que le cristiano cultive en sí mismo la conciencia de su indignidad respecto del amor con el que es gratuitamente amado, los mandamientos divinos le se le mostrarán como otras amorosas atenciones de su Creador respecto de sí. El peso de su obligación abre el paso a la dulzura de su ejecución:
“Dios ha querido mandarnos que lo amemos. ¡Oh cuánta bondad! ¡Oh cuánta gracia! Para comprenderla bien, habría que conocer la distancia infinita que hay entre Dios y el hombre, entre aquel que es el soberano bien y la fuente de todo bien, y aquel que es un abismo de males y de miseria.
Ciertamente si conocemos bien lo que es Dios y lo que somos, estaríamos extraordinariamente sorprendidos del mandamiento de amarlo que su divina Majestad nos hace, porque veríamos que nos haría uyn gran favor si nos permitiera pensar en él (…) Esto no es basta  a la bondad infinita que tiene para nosotros; nos ordena que lo amemos como padre”.
Sobre el fondo del cuadro de la diferencia infinita entre creatura y Creador, la ética cesa de aparecer como una imposición extrínseca y e mandamiento divino, sin dejar de ser tal, se vuelve manifestación de misericordia. El Ser divino deja transparentar su misericordia no sólo cuando perdona, sino también cuando ordena ya la brinda. El lector del santo es conducido a entrever que su anterior insumisión a la orden divina tenía su raíz en una inconsciente y orgullosa voluntad de equiparar su pequeñez al infinito y al absoluto de la divinidad. Ciego, cerraba los ojos delante de las innumerables manifestaciones de la misericordia.
El mérito de Juan Eudes  al mismo tiempo que su originalidad consiste a no aislar del conjunto del dogma, de la ética y del culto privado o público y sacramental la fe amante en la misericordia infinita del Corazón de Jesús. Manifiesta su presencia en todas las realidades, morales y espirituales. El universo eudista es un universo pan-misericordioso.
El discípulo de san Juan Eudes es invitado por él a reconocer la misericordia infinita del Corazón de jesús en todas las partes de este universo: no sólo en el cielo sino también sobre la tierra e incluso en el infierno. De ahí la impresión optimista que se desprende de sus escritos y que sin embargo en nada impide su alcance reparador.

Bertrand de Margerie S.J.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa




SOLEMNIDAD DEL SALGRADO CORAZÓN DE JESÚS
AMOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Salvación del mundo, gloria de Cristo, Hijo único y gloria del Padre: otras tantas expresiones que señalan la irradiación triunfante de la caridad divina. El verbo de la bondad divina se ha hecho corazón humano para salvar a los hombres inhumanos (por ser pecadores), revelándoles el corazón del Padre. El corazón del redentor simboliza y expresa su amor misericordioso hacia nosotros, porque significa la caridad sobrenatural y recíproca, que difunde, por medio de su Espíritu, en nuestros corazones. Dándonos el amarnos los unos a los otros es como nos salva. Pero esta caridad recíproca está polarizada por el ejercicio del primer mandamiento. Amamos a los hombres por amor del hombre Jesús, Hijo de Dios. El segundo mandamiento está finalizado totalmente por el primero, que es mayor (cf. Mt 22, 38). Y este primer mandamiento se refiere inseparablemente al amor debido al Hijo y al Padre, que son uno (Jn 10, 30) en el Espíritu. El que me ama, ama al Padre (cf. Jn 14, 9).
De este modo la caridad salvífica del hombre sigue el orden paralelamente inverso al de Dios: sube hasta el Padre por medio del Hijo y los miembros del Hijo. Lo primero que el amor redentor descendió del Padre por medio del Hijo hacia los hombres.
Es en la encrucijada de esta ascensión y de este descenso donde está el corazón traspasado del Señor. Quiere Él que amemos a los hombres por amor suyo y del Padre (cf. Jn 8, 42; 14, 21). Se presenta a sí mismo como el modelo de este triple amor. ¿No es acaso el primero que nos ha amado como Él se amó a sí mismo por amor del Padre? Si nos ordena: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 39), ¿no se trata de una forma de pedirnos que le imitemos? Nadie nunca amó a su prójimo como Jesús lo ha hecho. Y ¿no le ha amado Él como Él se amaba a Sí mismo, como Él amaba a su humanidad santa por amor del Padre?
El amor del corazón de jesús a los demás está polarizado por su amor totalmente desintereso de sí mismo, orientado hacia el Padre. Él es el Hijo único, que está a la vez hacia y en seno del Padre, del que Él nace eternamente.
Y este triple amor que “estructura” el corazón del Hombre-Dios corresponde a la triple finalidad de su ser teándrico. El vino para que los hombres se salven amándole; para su propia gloria que no es más que la irradiación de su amor; alabanza de la gloria del Padre, que es Amor (Jn 14, 21; Ef I, 6. 12; I Jn 4,8).
El mundo se ordena al corazón herido de Cristo redentor, Hijo bienamado que se insertó en la humanidad para gloria del Amor paterno. De este modo se presenta la primacía ontológica absoluta del Verbo divina hecho corazón humano.
Existiendo para amar a sus hermanos, y sobre todo para ser amado por ellos, el corazón del Cordero ofrece al Padre este doble amor, y ama de este modo a su Padre con un amor creado de valor infinito, puesto que lo asume su amor increado de Hijo único y eterno.
Fue intuición genial de Duns Escoto el haber comprendido nítidamente (aunque torpemente, con tal vez inconscientes connotaciones nestorianas) el valor supremo glorificador de un amor finito y creado, hipostáticamente asumido por un amor infinito. El Hijo único ama a su Padre no solamente con un amor eterno e increado recibido de Él e insuflando con Él el Amor personal que es el Espíritu, sino también con un amor creado; una caridad infusa y volitiva que nunca ha cesado desde el primer instante de su inhumación y que no cesara jamás; e incluso una caridad infusa y sensible, interrumpida entre el viernes santo y la resurrección para abrazar sin fin, a partir de este momento, su corazón humano y glorificado.
Este doble amor infuso, sensible y volitivo, creado, y asumido por el Amor increado del Hijo único, ofrece sin cesar al Padre, fuente última de todo amor, la dilección divinizada de sus hermanos en humanidad, a la que confiere de este modo un valor, en cierto sentido infinito. Todas las caridades creadas, todo el amor vertido por el Espíritu del Hijo en los corazones de los hombres en el curso de toda la historia humana, son asumidos con esta historia universal por el Hijo único y bienamado, y ofrecidas por Él al Padre en unión de su triple amor teándrico, lo que explica su inefable e incomparable valor.
El corazón traspasado y glorificado del Redentor aparece, pues, ineluctablemente como la llave de la historia universal, que es, ante todo y sobre todo, la historia de la caridad. El corazón del Mediador es el alfa y la omega del universo. ¿No era esto lo presentaba, con cierta oscura claridad el gran teólogo de la Encarnación, San Máximo Confesor, en sus admirables consideraciones sobre el adán cósmico, hombre total?
“Cristo es el gran misterio escondido, la finalidad bienaventurada y la meta por la que todo fue creado… La mirada fija sobre este fin Dios llama a todas las cosas a la existencia. Este fin es el límite en el que las creaturas realizan su vuelta a Dios… Todos los eones han recibido en Cristo su principio y su fin. Esta síntesis estaba ya premeditada con todos los eones: síntesis del límite con el infinito, del Creador con la criatura, del reposo con el movimiento. En la plenitud de los tiempos, esta fue síntesis visible en Cristo, aportando la realización de los proyectos de Dios Cristo unió la naturaleza creada a la naturaleza increada en el amor. ¡Oh maravilla de la amistad y ternura divina hacia nosotros!”
A la luz del corazón del Cordero inmolado y triunfante, y del Cordero Pantocrátor, entrevemos la posibilidad, ya en parte realizada, de una síntesis fecunda de los puntos de vista correctos mantenidos hasta ahora por las diferentes escuelas teológicas. Síntesis eminentemente conforme a los puntos de vista metodológicos de los Doctores Angélico y Sutil: “debemos amar las dos vertientes, a aquellos cuyas ideas seguimos, puesto que ambos nos ayudan a descubrir la verdad. Por lo mismo, es justo dar las gracias a todos”.
Esta síntesis  cree poder afirmar, por medio de una profundización del dato bíblico y patrístico, la primacía absoluta y universal del corazón del Cordero redentor. Ella subraya tanto más el carácter último de Jesucristo, alfa que se hace omega, siendo el Mediador por excelencia y ejerciendo incesantemente su trascendente mediación.
Digamos más: la Iglesia, conociendo y reconociendo siempre la primacía absoluta del corazón del Cordero, coopera a su misión invisible y visible recibida del Padre; por su esposa, el alfa se hace omega, el primera se hace último, y el que era eternamente en el seno del Padre, se hace siempre más Aquel que está en el corazón de la tierra y aquel que viene sobre las nubes del cielo; aquel que es el Pantocrátor, el Todopoderoso (Cf. Ap, 22, 12; 1, 8. 17).
Progresando en la proclamación, cada vez más intensa de la primacía del Cordero, la Iglesia se hace cada vez más su Esposa fiel y fecunda. De este modo, bajo la acción y el soplo del Espíritu, dice constantemente a Aquel que es su templo y su antorcha: ¡Ven! (Cf. Ap 21, 22-23; 22, 17).

Bertrand de Margerie S.J.
Transcrito por José Gálvez Krüger para Aci Prensa

sábado, 21 de junio de 2014



ciclo
A
Corpus Christi
22-6-2014
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58:
Fray Juan Antonio Terrón Blanco (OP)
                                Casa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)




Un acercamiento sincero a nuestra realidad parece permitir afirmar que nos encontramos en momentos difíciles para la eucarística. En poco tiempo hemos sido testigos de un indudable descenso de la participación de los fieles y de una cierta desafección (de los de fuera y de los de dentro) hacia la celebración litúrgica de la misa. Y esto, cuando seguimos afirmando que en la eucaristía se expresa y realiza todo lo que somos como comunidad cristiana, que es su centro y su cumbre.
Las preguntas se suscitan por sí mismas. ¿Son todo lo que celebramos “verdaderas” eucaristías? ¿Hemos sabido educar a las comunidades cristianas en el sentido y actualidad de la Cena del Señor?...
·  Memoria y Profecía
Celebrar la Cena del Señor es sin duda un acto de la memoria. Los creyentes nos incorporamos a aquel gesto en el que Jesús resume sus signos y su mensaje acerca del Reino de Dios, asociándonos a su vida y destino. “Hacemos aquello en memoria suya” porque nos sentimos herederos de su promesa y continuadores de su misma tarea.
Sin embargo, entender la mesa del Señor únicamente desde los parámetros del recuerdo –aún cuando sea un recuerdo agradecido- resulta reductivo y excluye gran parte de su potencialidad.
En clave creyente, la eucaristía ha de proyectarse hacia el futuro, convertirse en profecía, no sólo porque anticipa la muerte del Señor, sino más bien porque la explica y llena de contenido. Más allá de un acto cultual, el creyente acepta vivir bajo el signo de la cruz y la esperanza de la resurrección. Se descubre el sentido de la vida (la de Jesús y la nuestra) en la entrega por amor a los demás. (cf. Gustavo Gutiérrez).
·  La pregunta por los ausentes
De la celebración de la Eucaristía nace la construcción de la comunidad humana y de la comunidad de la Iglesia. La comida común reconstruye la unidad y la solidaridad perdidas y dirige en la perspectiva del Reino a todos los seres humanos.
Reunidos en torno a la mesa del Señor se hace posible la comunicación, compartir una misma suerte y una misma esperanza y salir al encuentro de aquellos que todavía no han encontrado un sitio entre nosotros.
La Eucaristía, signo de la presencia del Señor, promueve la fraternidad de quienes nos reunimos en su nombre, pero ha de llevarnos necesariamente a preguntarnos también por quienes aún están ausentes.
·  Construyendo espacios de Esperanza
En la fiesta del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor, Día de la Caridad, Cáritas nos recuerda que en estos tiempos en los que de tantos modos los más débiles son despojados de su dignidad, de su “apariencia humana”, la Iglesia ha de aparecer ante el mundo como un espacio capaz de reconstruir aquello que mejor nos construye como personas: la esperanza. En palabras del Papa Francisco, nuestro mundo “está necesitado de respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio.” (EG, 114)
De aquí nace el imperativo evangélico de la Caridad, que deviene solidaridad comprometida. Celebrar la entrega desinteresada de Jesús de Nazaret -su cuerpo entregado, su sangre derramada- nos hace volver la mirada hacia tantas víctimas de un modelo social y económico radicalmente injusto que sigue condenando a millones arrastrar la cruz de la miseria y el desprecio.
En el día de la Caridad se nos invita a ser “cirineos”, a poner nuestros esfuerzos al servicio de la causa del Reino para aliviar el sufrimiento de tantos.
·  En clave de Resurrección
Es el Señor resucitado quien se hace vivo y presente en la Eucaristía, ofreciéndose como pan compartido para la vida eterna. Celebrar la eucaristía en esa clave de resurrección es sentirse urgido a alzar la voz en favor de la vida allí donde no hay más que muerte y desesperación. Es hacer realidad la voluntad del Dios que resucita a su Hijo para mostrarnos la victoria de la justicia de Dios sobre la injusticia humana.
Fray Juan Antonio Terrón Blanco
Casa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)


viernes, 20 de junio de 2014



Para compartir con sus Grupos.

MENSAJE URGENTE DEL PAPA FRANCISCO
María Alicia Brein


No sólo lo pide nuestro Santo Papa, también la Santísima Virgen María.
El Papa Francisco pide a los sacerdotes abrir las puertas de sus iglesiase invitar a la gente a rezar el rosario y rezar intensamente ante el Sagrario.

Acudan a sus parroquias o Iglesia más cercana. "La guerra en el Oriente Medio y ahora también en Ucrania y Crimea se convertirán en algo muy serio y se extenderán".  Para detenerlas, debemos orar a Dios para que derrame su Misericordia sobre el mundo y que el Espíritu Santo ilumine a los gobernantes a tener consciencia del bien y del mal y luchen unidos por la paz y el amor..
Le pide a los sacerdotes ser más humildes, y  atender el llamado de sus feligreses cuando lo necesiten.
También le pide a los sacerdotes que la Eucaristía sea sencilla y con amor.
Oren, oren, oren. "Todos nos uniremos en oración todos los días a las 6:30 PM.
Donde quiera que estés en el mundo deja todo y reza 3 veces el Ave María y 3 veces el Padre Nuestro Oración para que  Dios envíe su Espíritu Santo sobre la tierra:


"SEÑOR JESUCRISTO,
HIJO DEL PADRE,
MANDA AHORA TU ESPÍRITU
SOBRE LA TIERRA.
HAZ QUE EL ESPÍRITU SANTO
HABITE EN EL CORAZÓN DE TODOS LOS PUEBLOS,
PARA QUE SEAN PRESERVADOS
DE LA CORRUPCIÓN, DE LAS CALAMIDADES
Y DE LA GUERRA.
QUE LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS,
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA,
SEA NUESTRA ABOGADA