miércoles, 8 de abril de 2015

TIEMPO PASCUAL




 Crédito de imagen: Jeronimo Cosida
Estamos celebrando los días de la Pascua y como sabemos estamos en la Octava. Todos estos días se celebran como un solo gran día, el día de la resurrección de Jesús. Por eso podemos decir hoy también: ¡Jesús ha resucitado hoy, alegrémonos!
Y en este contexto escuchamos en el Evangelio los relatos de los primeros testimonios de este acontecimiento y vemos a dos grupos de personas que se encuentran con la sorpresa del sepulcro vacío y que corren a anunciarlo, pero de distintas maneras.
En primer lugar tenemos a las mujeres y en segundo lugar a los guardias. Los dos están con temor, pero es un temor distinto. Las mujeres sienten el temor del asombro, de lo tremendo, de encontrarse frente al misterio de Dios, de algo que las supera. Pero que aman, que anhelan con el corazón.
Es ese miedo que no acobarda, sino que nos invita a ser grandes, a transformarnos, a acercarnos a Dios. Por eso las mujeres vana a prisa, corriendo, no podían contener esta buena noticia y la anuncian a los demás.
Pero por otro lado están los guardias, también tenían miedo, pero este era un miedo distinto. Primero porque sabían que habían fallado en su misión, tenían miedo al castigo. Ese es el miedo que quita la esperanza, que entristece, que acobarda, que nos mete en nosotros mismos y nos hace egoístas, que nos quita los ideales.
Es el miedo de quien no tiene fe, es el miedo que hace que nos vendamos al mejor postor, al que nos ofrezca cualquier seguridad que parezca inmediata, como hicieron estos guardias que por una suma de dinero se dejaron comprar.
Que es lo mismo que quiere hacer el mundo con nosotros: que tengamos miedo de anunciar a Cristo, que tengamos miedo de testimoniarlo. Nos quiere comprar muy barato. Quieren que nos metamos en nosotros mismo.
Y a cambio el mundo nos quiere comprar con sus ofertas, ofreciéndonos una vida cómoda y tranquila, donde no tengas que arriesgarte a amar de verdad. Vivamos con gozo estos días. Puede ser que las dificultades de la vida nos causen cierto miedo, pero no nos dejemos vencer.
Llenos de Jesús tengamos el coraje de salir y dar testimonio, ser signo de contradicción en este mundo que quiere que nos callemos por miedo. Seamos valientes, seamos apóstoles del Señor.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario