lunes, 25 de agosto de 2014

Asumió el nuevo arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Martín Mons. Eduardo
 
Eliseo Martín, bienvenido a Rosario.
Lunes 25 Ago 2014 | 09:59 am Rosario (Santa Fe) (AICA): (Enviado especial).- Una enorme muchedumbre calculada en unas 10.000 personas, llenó ayer el Monumento a la Bandera en la toma de posesión del nuevo arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Eliseo Martín, en una tarde fresca y ventosa, hecha agradable por la calidez de un sol radiante y del fervor de los fieles. “La opción es: o somos misioneros o morimos. O comunicamos lo que hemos recibido y así se esclarece y fortalece la fe o el don que hemos recibido se muere”, dijo el nuevo arzobispo, que recibió el báculo de manos del cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, que lo puso en posesión de la arquidiócesis rosarina.

Una enorme muchedumbre calculada en unas 10.000 personas, llenó ayer el Monumento a la Bandera en la toma de posesión del nuevo arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, en una tarde fresca y ventosa, hecha agradable por la calidez de un sol radiante y del fervor de los fieles.

“La opción es: o somos misioneros o morimos. O comunicamos lo que hemos recibido y así se esclarece y fortalece la fe o el don que hemos recibido se muere”, dijo el nuevo arzobispo, que recibió el báculo de manos del cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, que lo puso en posesión de la arquidiócesis rosarina.

En su homilía, monseñor Martín dijo que “el papa Francisco nos invita a ser una Iglesia en salida, al encuentro de los hermanos que están lejos, en salida a las periferias geográficas y existenciales. A ser una comunidad de discípulos misioneros que “primerean”.

“Así como el Señor está siempre antes -añadió citando la exhortación papal Evangelii gaudium-, la comunidad “ha de adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos”.

Saliéndose del texto, dijo que había recibido una llamada telefónica del papa Francisco, diciéndole que acompañaba el inicio de su ministerio arzobispal. Cerca suyo estaban el cardenal Estanislao Karlic, arzobispo emérito de Paraná, y el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe.

Entre los asistentes, carteles y aplausos especiales evidenciaron la presencia de fieles de las diócesis de Venado Tuerto, para la cual fue ordenado sacerdote, y de Río Cuarto, de la cual fue obispo. También había gente de San Eduardo, localidad santafesina donde el prelado nació en 1953. Acompañó la ceremonia un coro compuesto por fieles de Rosario y de Venado Tuerto.

Bienvenida de la intendenta: “Sienta a esta ciudad como propia”
Asistieron en la primera fila, la intendenta municipal, Mónica Fein, y dos ex intendentes, el diputado nacional Hermes Binner y el senador provincial Miguel Lifschitz. También estaba en primera fila el director general de Culto Católico de la Cancillería, doctor Luis Saguier Fonrouge, entre otras autoridades civiles y militares, y familiares del arzobispo. Asistió el doctor Roberto Falistocco, ministro de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe. También estaba el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, que al concluir el acto se acercó a saludar al prelado, rodeado de fieles que casi lo apretujaban al querer saludarlo.

La intendenta Fein le dio la bienvenida invitándolo a que “sienta a esta ciudad como propia, ya que ha nacido en nuestra provincia y es conocedor de nuestros orígenes y de nuestra realidad social”. Dijo que “necesitamos encontrar un espacio de diálogo, fortalecer los lazos familiares, generar confianza mutua, y participar activamente con desinterés y grandeza para encontrar un camino común”.

La funcionaria subrayó la necesidad de trabajar en “la construcción de una cultura de la vida, sustentada en la solidaridad y en el amor al prójimo”. Recordó que el arzobispo le había regalado la última exhortación papal. Manifestó que la ciudad lo recibe con “renovada esperanza” y se convoca para “reconstruir una cultura de la vida frente a la violencia urbana”.

Saludo a los obispos
En su homilía, el arzobispo saludó especialmente por su nombre a los arzobispos eméritos presentes, monseñor Eduardo Mirás, de Rosario, y monseñor Mario Maulión, de Paraná, y a los obispos eméritos monseñor Rinaldo Brédice, de Santa Rosa, y monseñor Pedro Ronchino, de Comodoro Rivadavia, (todos ellos vinculados por nacimiento o actuación a esta ciudad).

Y agradeció a su predecesor inmediato, monseñor José Luis Mollaghan, su labor episcopal aquí y comprometió su oración por su nueva etapa de servicio a la Iglesia en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

“¡Qué insondables son los designios de Dios!”, dijo el nuevo arzobispo al señalar que la confesión de fe es una gracia, un don. “Hoy, como ayer, como siempre, la Iglesia, bajo la guía del sucesor de San Pedro, el papa Francisco, confiesa a Jesucristo, Mesías e Hijo de Dios vivo”.

“¡Para qué estamos aquí?” No para otra cosa sino para hacer confesión de fe en Jesucristo. Para reconocer que El está presente en medio de nosotros…”, dijo. Y afirmó: “Con Pedro y los demás obispos estamos llamados a profesar la fe, a acrecentar esta fe y a difundirla. Y a que sea una fe viva que obra por la caridad”.

“La Iglesia, casa de la misericordia y del encuentro”
“¿De qué valdría tener una fe capaz de mover montañas si no tenemos amor?’”, preguntó. Y contestó que se muestra desde una sonrisa, desde un gesto amable, desde un vaso de agua dado con amor, hasta las obras educativas y de caridad, y en el compromiso social, hasta empapar del amor de Dios a todas las estructuras de la sociedad”.

Citó una poesía del padre Rogelio Barufaldi, sacerdote y poeta rosarino recientemente fallecido, que dice “Cuando Dios venga a juzgarnos/ hasta donde fuimos hombres,/ nos preguntará qué hicimos/ con las lágrimas del pobre”

Monseñor Martín habló de la Iglesia como “casa de la misericordia y del encuentro; en ella se nos da la Vida eterna y el perdón de nuestro mal”. Y al final expresó su cercanía y afecto paternal para todos, “también aquellos que se han alejado de la fe o han estado siempre lejos de la Iglesia. A todos quiero decirles que ocupan un lugar preferencial en el corazón de este pastor”. (Ver texto completo).

El prelado en medio de la gente
Una procesión de una treintena de obispos y más de 160 sacerdotes, además de seminaristas, se dirigió desde el colegio Nuestra Señora del Huerto, donde se revistieron de sus ornamentos, hasta el Monumento Nacional a la Bandera, distante unas dos cuadras, y bajó por sus escaleras por un sendero abierto por voluntarios jóvenes entre el público, hasta el patio cívico, donde se había levantado el altar, ornado con flores amarillas y blancas. Había un gran crucifijo en una pared de la torre del Monumento y en una campana de vidrio la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad, que la honra como fundadora y patrona porque Rosario se originó alrededor de la capilla de la Virgen del Rosario, en el pago de los Arroyos, venerada desde 1725.

Numerosos carteles daban cuenta de la presencia de distintas instituciones, movimientos y grupos. Entre ellos, de la Acción Católica, el Movimiento Evangelio de Caná (MEC), movimiento de matrimonios y novios fundado por el fallecido sacerdote rosarino Héctor García; Encuentro Matrimonial Mundial, Comunión y Liberación (el arzobispo dijo que descubrió siendo joven sacerdote el carisma del movimiento fundado por monseñor Giussani); Legión de María, Ciudad de los Niños, Comunidad Convivencias con Dios, Gravida, Fasta, Schoenstatt, Movimiento de la Palabra de Dios, etc., así como de distintas parroquias. Un gran cartelón decía: “Campaña de oración un millón de Padrenuestros por la paz” y otro también muy grande decía: “Que María te guíe en tu nuevo camino”. Otros carteles daban cuenta de grupos venidos de otras localidades: no sólo de Venado Tuerto, Río Cuarto o San Eduardo, sino también de Cañada de Gómez, Arroyo Seco, Chovet, Ucacha, Bengolea y otras colonias rurales.

Al concluir la misa, leyeron personalmente sus saludos al nuevo arzobispo los padres Adolfo Segovia y Fabián Belay, y el matrimonio de Adonai y Liliana Suárez. Y se leyeron saludos de los gobernadores de Santa Fe, Antonio Bonfatti, y de Córdoba, José Manuel de la Sota. El micrófono de conducción del acto estuvo a cargo de Denis Cardozo, de FM del Rosario, radio del arzobispado.

Se anunció al final que monseñor Martín había nombrado vicario general de la arquidiócesis a monseñor Juan José Cardarelli y provicario al presbítero Gustavo Rodríguez.

Concluida la celebración, hubo suelta de globos, y ya habiendo salido todos los obispos, monseñor Martín fue retenido por muchas personas que querían manifestarle su afecto y saludarlo. “Déjenlo pasar”, decía un sacerdote a los presentes por los micrófonos, pero el arzobispo quedó más de veinte minutos saludando a todos los que se acercaban.

Obispos presentes
Además de los ya nombrados cardenales Poli y Karlic, del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Arancedo; de los arzobispos eméritos Mirás y Maulión, y de los obispos eméritos Bredice y Ronchino, mencionados antes, participaron de la concelebración los arzobispos Carlos José Ñáñez, de Córdoba; Alfonso Delgado, de San Juan; Carlos María Franzini, de Mendoza, Andrés Stanovnik, de Corrientes, y Juan Alberto Puiggari, de Paraná; y los obispos Jorge Casaretto, emérito de San Isidro; Jorge Lozano, de Gualeguaychú; Gustavo Help, de Venado Tuerto; Héctor Cardelli, de San Nicolás de los Arroyos; Santiago Olivera, de Cruz del Eje; Luis Alberto Fernández, de Rafaela; Hugo Manuel Salaberry SJ, de Azul; Luis Armando Collazuol, de Concordia; Sergio Buenanueva, de San Fracisco; Samuel Jofrè, de Villa María; Gustavo Zurbriggen, de Deán Funes; Carlos José Tissera, de Quilmes; Ibrahim Salamé, melquita; Pedro Torres, auxiliar de Córdoba, y Alberto Bochatey, auxiliar de La Plata.

También asistió el consejero de la Nunciatura Apostólica, monseñor Arnaldo Catalán.+(Jorge Rouillon) 


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