martes, 30 de diciembre de 2014

EL SUEÑO DE MARÍA
 Hace días leí un relato que me llegó por Internet sobre “un sueño” que tuvo la Santísima Virgen María. Es un cuento que nos puede llevar a la reflexión y preguntarnos: ¿Viviremos la Navidad con el sentido que tiene verdaderamente?
A continuación copio el relato:
“Tuve un sueño, José… no lo pude comprender, realmente no, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro Hijo; creo que sí era acerca de eso.  La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación.  Decoraban las casas y compraban ropa nueva.  Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados adornos y regalos.
Era muy peculiar, ya que todos los regalos no eran para nuestro Hijo.  Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos lazos, todo lo colocaban debajo de un árbol.  Había una figura en lo alto del árbol, me parecía ver una estrella o un ángel, ¡oh! era verdaderamente hermoso.
Toda la gente estaba feliz y sonriente.  Todos estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros José, pero no quedó alguno para nuestro Hijo. ¿Sabes? creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre; ¿no te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?
Tuve la extraña sensación que si nuestro Hijo hubiera estado en la celebración, hubiese sido un intruso solamente.  Todo estaba tan hermoso José y todos tan felices, pero yo sentí enormes ganas de llorar.  Qué tristeza para Jesús no querer ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños.  Estoy contenta porque solo fue un sueño. Pero qué terrible José, si esto hubiera sido realidad”.
Este irónico cuento refleja en cierto modo lo que se ha convertido la Navidad para algunos, aún para algunos quienes dicen llamarse cristianos.
La Navidad es un tiempo hermoso para compartir con nuestros familiares y amigos (comida, regalos, etc.), pero lo más importante es entender que en este tiempo Jesucristo nos está esperando con los brazos abiertos (así como lo vemos en la cunita del pesebre) para renacer y brillar en nuestro corazón.  Para que con nuestra preparación y conversión personal la gracia de Dios actúe en nosotros.
Navidad es un tiempo maravilloso para recordar que Dios, quien nos ama con un corazón inmenso a cada uno de nosotros, mandó a su Hijo en forma de hombre, para que nos diera su ejemplo y nos enseñara el Camino que debemos seguir para poder ser felices en esta tierra.  Dios nos mandó a su Hijo amado para que viniera a salvarnos del pecado.
Eso no se nos debe olvidar nunca.  Y eso es lo principal de la Navidad: aprovechar este tiempo para prepararnos internamente lo mejor posible aprovechando los sacramentos de la confesión, de la eucaristía, etc., que nos limpiarán y adornarán el alma para recibir lo mejor que podamos al Niño Dios.  Lo demás son añadidos que uno agrega para celebrar la gran fiesta de cumpleaños del Niño Jesús.
Yo le doy gracias a Dios que aquí en Venezuela tenemos la bella costumbre que en Navidad muchos de nuestros niños y jóvenes se preparan también, ya sea en los colegios o en las parroquias, llevando regalos a niños enfermos o con necesidades. Esta Navidad vi nuevamente cómo cientos de ellos aprovecharon sus vacaciones para irse a lugares pobres del país a repartir miles de juguetes y bolsas de alimentos.  Esa es una costumbre navideña maravillosa que se inculca en muchos de nuestros hogares desde que los niños empiezan a tener conciencia.
También otra costumbre muy bella que nos recuerda la razón de la Navidad, es la de hacer lindos pesebres en los hogares, parroquias, centros comerciales, hospitales, alcabalas, parques, etc.  Para los niños es un momento inolvidable su participación en esa tarea donde les encanta sacar y poner las ovejitas, la mula, el buey, etc.  ¡Y qué ilusión para ellos es buscar al Niñito Jesús, que tenemos escondido, para ponerlo en el pesebre el 24 en la noche, a las 12:00 pm!
¡Que no se nos olvide nunca que el agasajado principal el 25 de diciembre es el Niño Jesús!  El Niño Dios nos quiere demasiado y desde el cielo estará muy contento viendo cómo nuestras familias le dan el puesto que Él se merece.  Estoy segura que la Sagrada Familia se deleitará con nuestros lindos aguinaldos, ese es un regalo hermoso que les podemos ofrecer.  Sentarnos todos alrededor del nacimiento y cantar aguinaldos con nuestro cuatro, furruco y maracas es algo inolvidable que siempre recordarán en nuestras familias y que luego se transmitirá de generación en generación.
El Niño Jesús se encargará de mandarnos miles de bendiciones para que podamos seguir caminando en esta tierra, donde Él nos ha puesto a cada uno de nosotros, para que lo amemos sobre todas las cosas y amemos a todos a quienes tenemos a nuestro alrededor.
¡Feliz Navidad y que Dios y la Santísima Virgen nos colmen de abundantes gracias y bendiciones a todos los hijos de Dios en esta tierra!
María Denisse Fanianos de Capriles
mariadenissecapriles@gmail.com   @VzlaEntrelineas


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