lunes, 15 de diciembre de 2014

Papa Francisco y una inusual petición: “Señor, tírales una cáscara de banana”
VATICANO, 15 Dic. 14 / 10:08 am (ACI).- En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco se ha referido a los cristianos que cumplen la ley, que cumplen lo externo de manera rígida y ha recordado que en ocasiones le ha pedido a Dios: “Señor, tírales una cáscara de banana delante”.
El Santo Padre, comentando el Evangelio del día en el que los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad realizaba sus obras, dijo que “cuando yo he visto a un cristiano, a una cristiana así, con el corazón débil, no firme, firme sobre la roca – Jesús – y con tanta rigidez afuera, he pedido al Señor: ‘Pero Señor, tírales una cáscara de banana delante, para que se haga una linda resbalada, se avergüence de ser pecador y así te encuentre, a ti que eres el Salvador”.
“Muchas veces un pecado nos hace avergonzar tanto y encontrar al Señor, que nos perdona, como estos enfermos que estaban ahí y que iban a ver al Señor para que los curara”.
“Pero la gente sencilla” – observó el Papa – “no se equivocaba”, no obstante las palabras de estos doctores de la ley, “porque la gente sabía, tenía ese olfato de la fe”.
El Papa dijo que con la pregunta de la moralidad de los actos de Jesús, los sacerdotes ponen en evidencia su “corazón hipócrita” ya que “no les interesaba la verdad” porque se movían según soplase el viento. Tenían pues “un corazón sin consistencia”.
“Así negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien de las situaciones”. “Se aprovechaban de las situaciones”.
El Pontífice ha reconocido que cumplían la ley, pero “en las apariencias”. “Eran fuertes, pero en la parte exterior. Eran rígidos. El corazón era muy débil, no sabían en qué creían. Y por esto su vida era, la parte de afuera, toda regulada, pero el corazón iba de una parte a la otra: un corazón débil y una piel rígida, fuerte, dura”.
Sin embargo, “Jesús nos enseña que el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón firme, el corazón que crece sobre la roca, que es Cristo, y después, debe ir por el mudo con prudencia: 'En este caso hago esto, pero…' Es el modo de ir, pero no se negocia el corazón, no se negocia la roca. La roca es Cristo, ¡no se negocia!”.
Para el Papa, “este es el drama de la hipocresía de esta gente”.
El Papa Francisco recordó luego que cuando “Pío XII nos liberó de aquella cruz tan pesada que era el ayuno eucarístico (…) tal vez alguno de ustedes lo recuerdan. Ni siquiera se podía tomar una gota de agua. ¡Ni siquiera! Y para lavarse los dientes, se tenía que hacer sin tragar agua. Yo mismo de muchacho fui a confesarme de haber hecho la comunión, porque creía que una gota de agua había ido dentro. Es verdad ¿o no? Es verdad. Cuando Pío XII cambió la disciplina – ‘¡Ah, herejía! ¡No! ¡Ha tocado la disciplina de la Iglesia!’ – tantos fariseos se escandalizaron. Tantos”.
“Porque Pío XII había hecho como Jesús: ha visto la necesidad de la gente. 'Pero pobre gente, ¡con tanto calor!'. Estos sacerdotes que celebraban tres Misas, la última a la una, después de mediodía, en ayunas. La disciplina de la Iglesia. Y estos fariseos eran así –‘nuestra disciplina’– rígidos en la piel, pero como Jesús les dijo, ‘putrefactos en el corazón’, débiles, débiles hasta la putrefacción. Tenebrosos en el corazón”.
Francisco alertó luego que “también nuestra vida puede llegar a ser así”.
Para terminar, el Santo Padre dijo  a todos: “si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás, ¡eh!”. “Pidamos al Señor esta gracia: que nos de esta luz interior, que nos convenza de que la roca es sólo Él y no tantas historias que nosotros hacemos como cosas importantes; y que Él nos diga –¡Él nos indique!– el camino”.


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