martes, 24 de marzo de 2015

CUARESMA DIA 35




Jesús predicando
Evangelio: Juan 8,21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.” Y los judíos comentaban: “¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?” Y él continuaba: “Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.” Ellos le decían: “¿Quién eres tú?” Jesús les contestó: “Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.” Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: “Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.” Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Reflexión:
El pueblo de Israel, como bien sabemos, estuvo esclavo en la tierra de Egipto, pero para salir de la esclavitud de Egipto y llegar a la libertad de la tierra prometida, tuvo que pasar, en medio, por la prueba del desierto.
Cuarenta años fueron probados en las exigencias del desierto guiados por Moisés y en la Primera Lectura de hoy escuchamos que Israel se quejaba.
Y en el colmo de su ceguera dice: “¿Para qué nos trajiste Moisés este desierto? Estábamos mejor como esclavos en Egipto, regresemos a la esclavitud”. Se habían cansado de caminar hacia la tierra prometida, ya no querían más lucha, ya no querían esfuerzo, sacrificio, ni renuncia.
Ya estamos viviendo los últimos días de la cuaresma, esta cuaresma que también es nuestro desierto. No son cuarenta años, pero sí cuarenta días y para llegar a la pascua de la resurrección, hemos tenido que pasar por nuestro desierto cuaresmal y en este momento el Señor nos da ánimos para no desfallecer, para no quedar atrás en nuestro camino recorrido.
No nos cansemos, no miremos atrás para retornar a la tierra de la esclavitud de nuestro pecado, convirtámonos en serio.
Y para ello el Señor nos pide hoy que lo miremos a Él. Esa serpiente de bronce que levantaron los judíos, que al mirarla quedaban curados de las picaduras es figura de Cristo. Él mismo nos lo ha dicho hoy en el Evangelio: “Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que yo soy”.
Hoy Jesús nos invita a mirarlo a Él, a verlo en la cruz. El Señor nos invita a no rechazar nuestra cruz en este desierto cuaresmal, si no a asumirla y cargarla con amor, besarla ya abrazarnos a ella.
Carguemos con firmeza la cruz de nuestros compromisos cuaresmales, asumamos también nuestras flaquezas, debilidades, dificultades, problemas, con amor, como un verdadero tiempo de conversión y así llegaremos a celebrar esta Pascua renovados con un corazón distinto.


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