La tentación de creer que se puede tener “una relación personal directa”
con Cristo fuera de la comunión y la mediación de la Iglesia
VATICANO, 25 Jun. 14 / 09:49 am (ACI/EWTN Noticias).- “En la Iglesia no
existe el ‘hazlo solo’ o los ‘jugadores libres’”, expresó el Papa Francisco
este miércoles durante la Audiencia General, al advertir a los fieles sobre el
peligro de caer en la tentación de creer que se puede tener “una relación
personal directa” con Cristo fuera de la comunión y la mediación de la Iglesia.
“A veces sucede que escuchamos a alguien decir: ‘yo
creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa’. ¿Cuántas veces
hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede
tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la
comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas.
Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas”, expresó el Papa.
En ese sentido, recordó que “no se hacen cristianos
en laboratorio”, sino dentro del seno de la Iglesia. “Si el nombre es
‘cristiano’, el apellido es ‘pertenezco a la Iglesia’”, reiteró.
A continuación el texto de la Audiencia del Papa
gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con
nosotros en el Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo,
entre el calor y la posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos
permanecieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una
pantalla gigante. Y así, estamos unidos en la misma Audiencia. Y todos nosotros
hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus enfermedades. Gracias.
En la primera catequesis sobre
la Iglesia, el miércoles pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que
quiere formar un Pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra.
Empieza con Abraham y luego, con mucha paciencia – y Dios tiene, tiene tanta-
con tanta paciencia prepara este Pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en
Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres
con Dios y entre nosotros.
Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que
tiene para el cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia
a la Iglesia.
1. Nosotros no estamos aislados y no somos
cristianos a título individual, cada uno por su lado, no: ¡nuestra identidad
cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la
Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el
apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia." Es muy bello ver que esta
pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo.
Respondiendo a Moisés, en el maravilloso episodio
de la "zarza ardiente", de hecho, se define como el Dios de tus
padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el Dios de Abraham, Dios de
Isaac, Dios de Jacob. De este modo, Él se manifiesta como el Dios que ha
establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel a su
pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta
relación de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel
tiempo.
2. En este sentido, el pensamiento va primero, con
gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia.
¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es claro esto? Nadie se hace
cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es
parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que
se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se
entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas.
Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí mismo.
Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su
Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque
otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la
fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la
han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos nos
pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres
que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún
familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a
recitar las primeras oraciones.
Yo recuerdo siempre tanto el rostro de la religiosa
que me ha enseñado elcatecismo y
siempre me viene a la mente - está en el cielo seguro,
porque es una santa mujer - pero yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios
por esta religiosa - o el rostro del párroco, un sacerdote o una religiosa, un
catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer
como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una gran familia, en la que
se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor Jesús.
3. Este camino lo podemos vivir no solamente
gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe
el “hazlo tú solo”, no existen “jugadores libres”. ¡Cuántas veces el Papa
Benedicto ha descrito la Iglesia como un “nosotros” eclesial! A veces sucede
que escuchamos a alguien decir: “yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la
Iglesia no me interesa”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está
bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa,
inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia.
Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías
absurdas.
Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces
puede resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos
haga problema o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de
salvación a personas humanas, a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros
hermanos y en nuestras hermanas, con sus virtudes y sus límites, que viene a
nosotros y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia.
Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a la Iglesia. El nombre
es “cristiano”, el apellido es “pertenencia a la Iglesia”.
Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión
de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer jamás en la
tentación de pensar que se puede prescindir de los otros, de poder prescindir
de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos de laboratorio. Al
contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a
Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin estar en
comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos
los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo
y esto es la Iglesia. Gracias.
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