martes, 31 de marzo de 2015
MEDITACIONES DEL VIA CRUCIS
Estas son las meditaciones del Vía Crucis
que presidirá el Papa en Viernes Santo
El Papa Francisco en el Vía Crucis (imagen de archivo) / Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 31 Mar. 15 / 11:04 am (ACI/EWTN Noticias).- La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del
Sumo Pontífice publicó el texto de las meditaciones que serán leídas durante el
Vía Crucis que presidirá el Papa Francisco esteViernes Santo en
el Coliseo Romano, y que fueron elaboradas por el Obispo emérito de Novara
(Italia), Mons. Renato Corti.
Mons.
Corti ha titulado las meditaciones “La Cruz,
cima luminosa del amor de Dios que nos protege - Llamados, también nosotros, a
proteger por amor”.
A
continuación reproducimos el texto de las meditaciones.
La
Cruz, cima luminosa del amor de Dios que nos protege
Llamados,
también nosotros, a proteger por amor
INTRODUCCIÓN
Era
el 19 de marzo de 2013. El Papa Francisco había sido elegido pocos días antes.
Pronunció la homilía sobre san José, que fue el «custodio» de María y de Jesús,
y cuyo estilo estaba urdido de discreción, humildad y silencio, de presencia
constante y total fidelidad.
En
el vía crucis que vamos a comenzar, habrá una referencia constante al don de
estar protegidos por el amor de Dios, sobre todo por Jesús crucificado, y a la
tarea de cuidar, también nosotros, por amor, de toda la creación, de todos los
hombres, especialmente de los más pobres, de nosotros mismos y nuestras
familias, para hacer brillar la estrella de la esperanza.
Participemos
en este vía crucis íntimamente unidos a Jesús. Atentos a lo que está escrito en
los Evangelios, se irán observando con discreción algunos sentimientos y
pensamientos que pudieron embargar la mente y el corazón de Jesús en aquellas
horas de prueba.
Al
mismo tiempo, nos dejaremos interpelar por algunas situaciones de la vidaque caracterizan –para bien o para
mal– nuestros días. Expresaremos así una resonancia que manifieste nuestro
deseo de dar algún paso en la imitación de nuestro Señor Jesucristo en su
pasión.
ORACIÓN
Señor,
Dios nuestro,
que
has querido realizar la salvación de todos los hombres
por
medio de tu Hijo muerto en la cruz,
concédenos,
te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra
este
misterio de amor,
dar
testimonio de él, con palabras y obras,
ante
cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino cada día.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
PRIMERA
ESTACIÓN:
Jesús es condenado a muerte
Jesús es condenado a muerte
Intimidad,
traición, condena
Adoramus te, Christe,
et benedicimus tibi,
quia per sanctam crucem tuam
redemisti
mundum.
Qui
passus es pro nobis,
Domine,
Domine, miserere nobis.
Del
Evangelio según san Lucas
«Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros... Esta copa es la nueva alianza,
sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».
Del
Evangelio según san Marcos
«Pilato
tomó de nuevo la palabra y les preguntó: “¿Qué hago con el que llamáis rey de
los judíos?”. Ellos gritaron de nuevo: “¡Crucifícalo!”... Y Pilato, queriendo
dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo
entregó para que lo crucificaran».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Acabo
de celebrar la Pascua con
mis discípulos. Era algo que había deseado ardientemente: la última Pascua,
antes de la pasión, antes de volver a ti. Pero, de pronto, se ha visto
alterada. El diablo había metido en la cabeza de un discípulo mío que me
traicionara. En el huerto de Getsemaní ha venido hacia mí. Con un gesto que es
expresión de amor, me ha saludado diciéndome: «Salve, Maestro». Y me ha besado.
¡Qué amargura en aquel momento!
Durante
la cena, te he suplicado, Padre, que guardes a mis discípulos en tu nombre,
para que sean uno, como nosotros.
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los primeros
discípulos. También nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor
debería alentarnos a amarte cada vez más.
Nos
hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe crecerá. Y será
fuerte y gozosa.
Oremos
Protegidos
por la Eucaristía
«El
Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, nos
guarden para la vida eterna». Que este milagro se cumpla en los sacerdotes que
presiden la Eucaristía y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos al altar
para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.
Todos:
Pater noster... Stabat Mater…
SEGUNDA
ESTACIÓN
Jesús
con la cruz a cuestas
«Contado
entre los pecadores»
Adoramus…
Del
Evangelio según San Marcos
«Terminada
la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para
crucificarlo».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Me
rodean los soldados del gobernador. Para ellos, ya no soy una persona, sino un
objeto. Quieren divertirse conmigo, burlarse de mí. Por eso me visten de rey.
Han preparado incluso una corona, pero de espinas. Me golpean en la cabeza con
una caña. Me escupen. Me sacan afuera.
Resuenan
en mí las dramáticas palabras del profeta Isaías sobre el Siervo del Señor. Dicen
de él que no tiene aspecto atrayente; que es despreciado, varón de dolores,
como un cordero llevado al matadero; que es arrancado de la tierra de los
vivos, maltratado hasta la muerte. Ese Siervo soy yo, para desvelar la grandeza
del amor de Dios por el hombre.
Nuestra
resonancia
Tú,
Jesús, has sido «contado entre los pecadores». En la primera generación
cristiana, precisamente por hablar públicamente de ti, Pedro y Juan, Pablo y
Silas, entraron en prisión. Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los
siglos.
También
en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e
incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor
de la justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos
admirables para que los imitemos.
Oremos
con las palabras de un mártir
Shahbaz
Bhatti
En
la mañana del 2 de marzo de 2011, el paquistaní Shahbaz Bhatti, Ministro de las
Minorías, fue asesinado por un grupo de hombres armados. En su testamento
espiritual escribe:
«Recuerdo
que un viernes de Pascua, cuando sólo tenía trece años, escuché un sermón sobre
el sacrificio de Jesús por nuestra redención y por la salvación del mundo. Y
pensé corresponder a su amor dando amor a nuestros hermanos y hermanas,
poniéndome al servicio de los cristianos, especialmente de los pobres, los
necesitados y los perseguidos que viven en este país islámico.
Quiero
que mi vida, mi carácter, mis actos, hablen por mí y digan que estoy siguiendo
a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí, que me sentiría privilegiado si
Jesús aceptara el sacrificio de mi vida».
A
la luz de este testimonio, oremos: Señor Jesús, conforta interiormente a los
perseguidos. Que se extienda por todo el mundo el derecho fundamental a la
libertad religiosa. Te damos gracias por todos aquellos que, como «ángeles»,
ofrecen maravillosos signos de la venida de tu Reino.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
TERCERA
ESTACIÓN
Jesús
cae bajo el peso de la cruz
«Este
es el Cordero de Dios»
Adoramus…
Del
Libro del profeta Isaías
«Él
fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Me
tambaleo al dar los primeros pasos hacia el Calvario. He perdido ya mucha
sangre. Me resulta difícil sostener el peso del madero que he de llevar. Y
caigo a tierra.
Alguien
me levanta. A mi alrededor veo mucha gente. Entre ellos, hay quien me quiere
bien. Otros son sólo curiosos. Pienso en Juan Bautista que, al comienzo de mi vida
pública, dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Ahora se revela la verdad de esas palabras.
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, en este día no podemos parecernos al fariseo que se ensalza a sí mismo,
sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza. Como él, te
pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por nuestros
pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Meditando
sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre nuestro cuerpo
la señal de la cruz: «Es una ayuda eficaz: gratuita para los pobres y, para
quien es débil, no exige ningún esfuerzo. Se trata, ciertamente, de una gracia
de Dios».
Oremos
Tu
Hijo ha compartido nuestra vida humana
Te
alabamos, Padre santo, porque muchas veces, a través de los profetas nos has
enseñado a esperar tu salvación. Te alabamos porque tanto amaste al mundo, que
nos enviaste a tu Hijo único. Para cumplir tus designios, él compartió en todo
nuestra condición humana, menos en el pecado; anunció la salvación a los
pobres, la liberación a los oprimidos y la alegría a los afligidos.
Gracias,
Padre.
Todos:
Pater noster…, Stabat Mater…
CUARTA
ESTACIÓN
Jesús
se encuentra con su Madre
Una
espada traspasa su alma
Adoramus…
Del
Evangelio según san Lucas
«Simeón
los bendijo diciendo a María, su madre: “Mira, este está puesto para que muchos
en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará
clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el
alma”… Su madre conservaba todo esto en su corazón».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Mi
Madre está entre la gente. Mi corazón late con fuerza. No consigo verla bien.
La sangre me cubre la cara.
Cuando
tenía cuarenta días, me llevaron al Templo para presentar la ofrenda, según la
Ley de Moisés. A mis padres les habló un profeta. Se llamaba Simeón. Me tomó en
brazos. Dijo que yo sería «una bandera discutida» y que a mi madre «una espada
le traspasaría el alma». Palabras que en este momento se han hecho amarga
realidad para ambos. Hoy se realiza plenamente la ofrenda de aquel día.
Resonancia
de María
«¡Ay
de mí! ¿Qué veo? Hijo mío, de estirpe divina. ¡Te arrastran las manos de esos
criminales y lo soportas! Te conducen a las cadenas y por tu propia voluntad te
diriges hacia ellas, tú que eres quien libra de sus cadenas al linaje de los
encadenados… ¡Yo me muero! Dime, dime una sola palabra, tú, Palabra de Dios
Padre; no, no pases en silencio ante la esclava convertida en madre».
Señor
Jesús, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela de Jerusalén
nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para
todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los demás,
pero lo más importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de
lo posible. Lo intentaremos.
Oremos
«Haced
lo que él os diga»
María
Santísima, madre de Jesús, esposa de José, te pedimos que acompañes el Sínodo
de los Obispos dedicado a la familia. Intercede por el Papa, por los Obispos y por
cuantos están directamente involucrados en él. Que sean dóciles al Espíritu
Santo y logren discernir con acierto. Que tengan siempre presente lo que dice
el salmo: «La misericordia y la verdad se encontrarán». En Caná, tú, María,
dijiste a los siervos: «Haced lo que él os diga». Acude en ayuda de los esposos
y a los padres cristianos, llamados a dar testimonio de la belleza de una
familia inspirada y guiada por las enseñanzas de Jesús.
Todos:
Pater noster…, Stabat Mater…
QUINTA
ESTACIÓN
El
Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Regresando
del campo
Adoramus…
Del
Evangelio según San Lucas
«Mientras
lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo,
y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Oigo
gritos a mi alrededor. Toman a la fuerza a un campesino que pasaba por allí,
seguramente por casualidad. Sin muchas explicaciones, lo obligan a llevar mi
peso. Me siento aliviado. Le mandan que vaya detrás de mí. Iremos juntos hasta
el lugar de mi suplicio.
Más
de una vez, predicando el Reino de Dios, dije: «Quien no lleve su cruz detrás
de mí, no puede ser discípulo mío». Sin embargo, ahora este hombre carga
incluso con la mía. Quizás ni siquiera sabe quién soy, pero igualmente me ayuda
y me sigue.
Nuestra
resonancia en alabanza de Simón
«Dichoso
tú, Simón, que durante la vida llevaste la cruz detrás de nuestro Rey. Los que
llevan las insignias de los reyes se sienten orgullosos, pero los reyes y sus
insignias pasarán. Dichosas tus manos que levantaron y llevaron en procesión la
cruz de Jesús que nos dio la vida».
Señor,
quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedió de modo
fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos
un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que lleven la
cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su presencia
es fuente de esperanza. Ponen en práctica la invitación de san Pablo: «Llevad
los unos las cargas de los otros». Y así cuidan de sus hermanos.
Oremos
¿Quién
no tiene necesidad de un cirineo?
Señor
Jesús, tú has dicho que «hay más dicha en dar que en recibir». Haznos
disponibles para que también nosotros llevemos a cabo la tarea del «cirineo».
Que quien vea nuestra forma de vida se sienta animado al vernos cultivar lo
bello, lo justo, lo verdadero, lo esencial. Que quien sea frágil nos vea
humildes porque, en muchos aspectos, también nosotros somos frágiles. Que quien
reciba de nosotros signos de gratuidad perciba que nosotros mismos tenemos mil
motivos para decir «gracias». Que quien no pueda correr se sienta tranquilo,
porque le queremos. Estamos dispuestos a ir más despacio: no queremos dejarlo
atrás.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
SEXTA
ESTACIÓN
La
Verónica enjuga el rostro de Jesús
Discípulas
Adoramus…
Del
Evangelio según San Lucas
«En
aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,
predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y
algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Entre
la multitud hay muchas mujeres. Su delicadeza impulsa a una de ellas a
acercarse para secarme el rostro. Este gesto me hace recordar otros encuentros.
Uno de ellos, hace una semana. Fui a cenar, por amistad, a Betania, en casa de
Marta, María y Lázaro. María me ungió los pies con óleo perfumado de nardo
auténtico. Se sorprendió cuando le dije que lo conservara para mi sepultura.
Me
veo también sentado junto al pozo de Sicar. Estaba cansado y sediento. Llega en
aquel momento una mujer samaritana con un cántaro. Le pido agua. Le hablo de un
agua que salta hasta la vida eterna. Parece que esperaba este don para abrir su
corazón. Quería contarme todo sobre ella. La vi maravillada profundizando en su
propia conciencia. Volvió a su pueblo hablando de mí y diciendo: «¿Será este el
Mesías?».
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es significativa. En
los Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os ayudaron a ti y a los
apóstoles. Algunas de ellas estuvieron presentes en tu pasión. Y fueron las
primeras en anunciar tu resurrección.
El
genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto hacia ti. Nos lo enseñan
todos los santos. Queremos seguir sus huellas.
Oremos
El
don de la maternidad espiritual
Señor
Jesús, las mujeres sostienen en gran medida el anuncio de la fe en el mundo y
el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo testigos de esa
felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el secreto profundo
de sus vidas. Cuídalas como signo luminoso de maternidad junto a los últimos
que, en sus corazones, son los primeros.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
SÉPTIMA
ESTACIÓN
Jesús
cae por segunda vez
«No
te quedes lejos de mí»
Adoramus…
Del
Evangelio según san Mateo
«Jesús
fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, a orar. Y llevándose a
Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo: “Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo”. Y
adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: “Padre mío, si es
posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero,
sino lo que tú quieres”».
Del
Evangelio según san Lucas
«Se
le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba
con más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de
sangre».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
No
es sólo cansancio físico. Es algo más profundo lo que me pasa. Ayer tarde
estuve un buen rato postrado en oración al Padre. Mi sudor era como gotas de
sangre. Estaba ya en agonía. Estoy viviendo la experiencia extrema y difícil de
todo ser humano que se acerca a la muerte. Gracias, Padre, por haberme enviado
en ese momento un ángel del cielo a consolarme.
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, ¡qué abismo de tristeza en tantas almas heridas por la soledad, el
abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido!
Inconmensurable,
el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de palabras
falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la
desesperación.
El
corazón del hombre –el corazón de cada uno de nosotros– espera otra cosa: el
cuidado del amor. Tú, Jesús, nos lo enseñas a todos los hombres de buena
voluntad: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Oremos
Que
mi corazón cuide y consuele
Que
las puertas de mi corazón estén abiertas. Que sea grande como el corazón de
Dios. Que esté dispuesto a llevar esperanza, a ocuparse de los demás, a
escuchar, a poner bálsamo en las heridas, a iluminar a quien se encuentra en
tinieblas. Que cuide y consuele hoy, mañana y siempre.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
OCTAVA
ESTACIÓN
Jesús
encuentra a las mujeres de Jerusalén
«Vosotros
sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo»
Adoramus…
Del
Evangelio según san Lucas
«Lo
seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban
lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén,
no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Hace
pocos días que llegué a Jerusalén. Una comitiva de discípulos me acogió
haciendo fiesta con regocijo. Incluso me aclamaban diciendo: «Bendito el que
viene en el nombre del Señor». En medio de su sencillez, ese momento fue
solemne. Sin embargo, no fue del agrado de los fariseos. La fiesta no impidió
que llorase al ver la ciudad. Ahora que voy exhausto al Gólgota, oigo voces de
mujeres que se lloran por mí y se dan golpes de pecho.
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, también hoy, viendo nuestras ciudades, tendrías motivos para llorar.
Quizás también nosotros estamos ciegos y no comprendemos el camino de paz que
tú nos indicas.
Pero
ahora sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermón de la Montaña:
«Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que
trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios». Y también cuando
dijiste a tus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la
luz del mundo… Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo».
Oremos
A
la luz de la Jerusalén del cielo
Señor
y Dios nuestro, nos has llamado a la Jerusalén del cielo, que es la tienda de
Dios con los hombres. Nos has prometido que allí enjugarás las lágrimas de
nuestros ojos, que no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Tú serás
nuestro Dios y nosotros seremos tu pueblo. Preserva en nosotros la esperanza de
que, después de sembrar con lágrimas, llegará el momento gozoso de recoger las
gavillas.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
NOVENA
ESTACIÓN
Jesús
cae por tercera vez
El
“viaje” de Jesús
Adoramus…
Del
Evangelio según san Juan
«Salí
del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Mi
camino terreno llega a su fin. Cuando nací, mi madre me puso en un pesebre. He
pasado casi toda mi vida en Nazaret. He formado parte de la historia del pueblo
elegido.
Como
enviado itinerante del Padre, he anunciado la amplitud de su amor, en el que
todos caben; la extensión de su amor, que se mantiene fiel a lo largo todas las
generaciones; la altitud de su amor, esperanza que vence incluso a la muerte; y
la profundidad de su amor, que no me ha enviado para los justos, sino para los
pecadores.
Muchos
escucharon mi palabra y me siguieron, convirtiéndose en discípulos míos; otros
no me comprendieron. Algunos me rechazaron y, al final, me condenaron. Pero, en
este momento, más que nunca, me siento llamado a revelar el amor de Dios por
los hombres.
Nuestra
resonancia
Señor
Jesús, ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si no nos estaremos
dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasión y muerte «necedad y
escándalo», siendo así que es «fuerza y sabiduría de Dios». ¿No estaremos
siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego?
¿Nos
damos cuenta de que antes de que Dios viniese a nosotros, ni siquiera sabíamos
quién era Dios? Cuando tú, Hijo Unigénito, llegaste, Dios, que nos hizo a su
imagen, nos permitió levantar los ojos a él y nos prometió el Reino de los
cielos. ¿Cómo no amar a Aquel que nos ha amado primero»?
Oremos
«Abba,
Padre»
Señor
y Dios nuestro, nos atrevemos a llamarte «Padre nuestro». Sentirnos hijos tuyos
es un don maravilloso del que te estaremos eternamente agradecidos. Sabemos,
Padre, que no somos una mota de polvo en el universo. Nos has dado una gran
dignidad, nos has llamado a ser libres. Líbranos de toda forma de esclavitud.
No dejes que nos perdamos lejos de ti. Padre, cuida de cada uno de nosotros.
Cuida de todos los hombres sobre la faz de tierra.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
DÉCIMA
ESTACIÓN
Jesús
es despojado de sus vestiduras
La
túnica
Adoramus…
Del
Libro de los Salmos
«Se
reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Me
quedo en silencio. Me siento humillado por un gesto aparentemente banal. Hace
horas que me quitaron la ropa. Pienso en mi Madre, aquí presente. Mi
humillación es también la suya. También de esta manera una espada traspasó su
alma. A ella le debía la túnica que me arrebataron. Era un símbolo de su amor
por mí.
Nuestra
resonancia
Tu
túnica, Señor, nos lleva a meditar en un momento de gracia y también en todas
las veces que se viola la dignidad del hombre.
La
gracia es la del Bautismo. Al niño que acaba de convertirse en cristiano, se le
dice: «Eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura
blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el
ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna». Esta es la
verdad más profunda de la existencia humana.
Al
mismo tiempo, el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva también a
pensar en situaciones terribles: el tráfico de seres humanos, los niños
soldados, el trabajo esclavo, los niños y adolescentes a los que han robado su
inocencia, heridos en su intimidad, profanados sin piedad.
Tú
nos haces pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y rezar
para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en
la vida de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de
«vencer el mal con el bien».
Oremos
Las
dos vías
«Dichoso
el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los
pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la
ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al
borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto
emprende tiene buen fin».
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
UNDÉCIMA
ESTACIÓN
Jesús
es clavado en la cruz
La
suprema cátedra del amor de Dios
Adoramus…
Del
Evangelio según san Juan
«Entonces
se lo entregó para que lo crucificaran… Y Pilato escribió un letrero y lo puso
encima de la cruz; en él estaba escrito: Jesús el Nazareno, el rey de los
judíos».
Sentimientos
y pensamientos de Jesús
Me
están taladrando los pies y las manos. Los brazos estirados. Los clavos
atraviesan mi carne con dolor. Tengo el cuerpo inmovilizado, pero libre el
corazón, y con esa libertad fui hacia mi pasión. Libre, porque está lleno de
amor, de un amor que quiere incluir a todos.
Miro
a los que me crucifican. Pienso en los que se lo han mandado: «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen». Junto a mí hay otros dos condenados
a morir en cruz. Uno de ellos me pide que me acuerde de él cuando esté en mi
reino. Sí –le digo–, «hoy estarás conmigo en el paraíso».
Nuestra
resonancia
Te
vemos, Señor Jesús, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas apremiantes:
¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en numerosos
Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte violenta de
personas inocentes? Tu Evangelio es la mejor defensa para el hombre, para todos
los hombres.
Oremos
«Ten
piedad de nosotros»
Señor
Jesús, tú aceptaste la cruz para enseñarnos a dar nuestra vida por amor;
en
la hora de la muerte, escuchaste al ladrón arrepentido.
Salvador
inocente, fuiste contado entre los malhechores
y
te sometiste al juicio de los pecadores.
Ten
piedad de nosotros.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
DUODÉCIMA
ESTACIÓN
Jesús
muere en la cruz
Señor,
te necesitamos» (Beato Pablo VI)
Adoramus…
Palabras
de Jesús en la cruz
Jesús
dijo a voz en grito: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Después, dirigiéndose a su Madre, dijo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; y al
discípulo Juan: «Ahí tienes a tu madre». Añadió: «Tengo sed»; dijo: «Está
cumplido»; y, finalmente: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
Nuestra
resonancia
En
la cruz, Jesús, rezaste. Así viviste el momento culminante de tu vocación y
misión.
Te
dirigiste a tu Madre y al discípulo Juan. A través de ellos, nos hablabas
también a nosotros. Nos confiaste a tu Madre. Nos pediste que la acogiéramos en
nuestra vida, para que nos cuidase a nosotros igual que cuidó de ti.
Nos
impresiona mucho que, en tu larga agonía de horas, te hayas dirigido a voz en
grito a Dios con las palabras del salmo 21, que expresan los sufrimientos, pero
también las esperanzas del justo.
El
evangelista Lucas recuerda que, poco antes de morir, dijiste: «Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu». La respuesta que el Padre dará será tu
resurrección.
Oremos
«Omnia
nobis est Christus» (San Ambrosio)
-
«Te necesitamos, Señor, para saber quién somos y adónde vamos.
-
Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre
los hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo
bien de la paz.
-
Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del
sufrimiento.
-
Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperación y del
vacío.
-
Te necesitamos, Señor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la
alegría y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro
final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos».
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
DECIMOTERCERA
ESTACIÓN
Jesús
es bajado de la cruz
Adoramus…
Del
Evangelio según san Mateo
«El
centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús… dijeron aterrorizados:
“Verdaderamente este era Hijo de Dios”. Había allí muchas mujeres… Entre ellas,
María Magdalena y María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los
hijos de Zebedeo».
Jesús
ha pasado de este mundo al Padre. Su pasión nos da la gracia de descubrir,
dentro de la historia, la pasión de Dios por el hombre. Los santos han
correspondido convirtiéndose en discípulos y apóstoles. A esto mismo estamos
llamados también nosotros.
Nuestra
resonancia
-
«En ti, Jesús –Palabra hecha carne–, estamos llamados a ser la Iglesia de la
misericordia.
-
En ti –pobre por elección–, la Iglesia está llamada a ser pobre y amiga de los
pobres.
-
Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo.
-
Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la
mansedumbre de nuestro Dios».
Oremos
«Extiende,
Padre, a toda la familia humana el reino de justicia y de paz que has preparado
por medio de tu Hijo Unigénito, nuestro rey y salvador, de modo que los hombres
tengan paz dulce y verdadera, los pobres encuentren justicia, los afligidos
sean consolados y todas las tribus de la tierra sean bendecidas en él, nuestro
Dios y Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los
siglos de los siglos».
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
DECIMOCUARTA
ESTACIÓN
Jesús
es puesto en el sepulcro
Protegidos
para siempre
Adoramus…
Del
Evangelio según san Juan
«Después
de esto, José de Arimatea… pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de
Jesús. Y Pilato le autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó
también Nicodemo… y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas,
según se acostumbra a enterrar entre los judíos».
Sentimientos
de dos amigos de Jesús
El
cuerpo de los condenados a la crucifixión no era considerado digno ni siquiera
de recibir sepultura. Sin embargo, dos hombres importantes, José de Arimatea y
Nicodemo, cuidaron con esmero del cuerpo de Jesús.
«¡Qué
fortuna, para mí y para vosotros –nos dice José de Arimatea–, que nos hayamos
convertido en discípulos de Jesús! Yo antes me escondía. Ahora, en cambio, siento
dentro de mí una fuerte determinación. Me he presentado incluso ante Pilato
para obtener el cuerpo de Jesús. Más que la determinación, me han movido el
amor y la alegría. Estoy contento de haber podido ofrecer una tumba nueva,
escavada en la roca. A vosotros os digo: Amad a nuestro Salvador».
Nicodemo
podría añadir: «Mi primer encuentro con Jesús fue en horas nocturnas. Me invitó
a nacer de nuevo, a nacer de lo alto. Solamente poco a poco he comprendido
aquellas palabras suyas. Ahora estoy aquí para honrar su cuerpo. Por eso, he
comprado una mixtura de mirra y áloe. Pero, la verdad es que él ha hecho mucho
más por mí: ha perfumado mi vida».
María
habla a nuestro corazón
«Juan
ha permanecido junto a mí. Al pie de la cruz, mi fe ha sufrido una dura prueba.
Como en Belén y después en Nazaret, también ahora medito todas estas cosas en
silencio. Confío en Dios. No he perdido mi esperanza de madre. Confiad también
vosotros. Para todos vosotros pido la gracia de una fe fuerte. Para aquellos
que atraviesan días de oscuridad, el consuelo».
Oremos
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres
entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Todos:
Pater noster… Stabat Mater…
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