Ancianos que recen y transmitan a jóvenes el
sentido de la vida, pide Papa Francisco
Por Alvaro de Juana
El Papa Francisco en la audiencia general de hoy. Foto Petrik Bohumil /
ACI Prensa
VATICANO, 11 Mar. 15 / 07:24 am (ACI).- El Papa Francisco abordó de nuevo la figura de los abuelos
en su catequesis de
la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro.
“Es
verdad que la sociedad tiende a descartarnos, pero no así el Señor”, dijo el
Pontífice incluyéndose entre las personas de edad avanzada y recordando cómo en
la visita que realizó a Filipinas el pasado enero la gente le llamaba “lolo
Kiko”, que quiere decir “Abuelo Francisco”.
“Él
nos llama a seguirlo en cada edad de la vida, y también la ancianidad contiene una gracia y una
misión, una verdadera vocación al Señor”, explicó al comienzo de su alocución.
En
esta edad, “no es todavía el momento de tirar los remos de la barca”, subrayó.
El Pontífice también expresó el deseo de una Iglesia que desafíe la cultura del descarte,
promoviendo el reencuentro gozoso y la acogida mutua de las distintas
generaciones.
Comentó
que la sociedad no está aún lista para darle “moral y espiritualmente su pleno valor” a la vejez
y explicó que “también a la espiritualidad cristiana le pilló un poco por
sorpresa, e intenta delinear una espiritualidad de las personas ancianas”.
Aunque, “¡gracias a Dios no faltan los testimonios de santos y de santas
ancianos!”.
Recordó
la “Jornada por los Ancianos” que tuvo lugar en la Plaza (de San Pedro) en
2014, algo que se debe continuar “en ámbito tanto eclesial como civil”.
Las
figuras por excelencia de los ancianos en la Escritura serían la de “Ana y
Simeón” y el Papa evocó su historia, un ejemplo que animó a imitar. “Tomemos
gusto a buscar palabras nuestras; hagamos nuestras aquellas que nos enseña la
Palabra de Dios. Es un gran don para la Iglesia, la oración de los abuelos y de
los ancianos”, destacó.
“Una
gran inyección de sabiduría para la entera sociedad humana: sobre todo para
aquella que se encuentra demasiado ocupada, demasiado 'tomada', demasiado
distraída. Alguno tiene que cantar, también para ellos, ¡los signos de Dios!”,
alertó.
No
faltó la mención a Benedicto XVI,
y pidió mirar su ejemplo, “que eligió pasar en oración y en la escucha de Dios
el último tramo de su vida”.
Por
otro lado, el Pontífice mencionó a Olivier Clément, un teólogo ortodoxo, quién
afirmaba que 'una sociedad donde no se reza más es una sociedad en la que la
vejez no tiene ningún sentido'. Y esto es terrible, nosotros tenemos necesidad
primero de todo de ancianos que recen, porque la vejez nos es dada para esto”.
“Podemos
agradecer al Señor los beneficios recibidos, y llenar el vacío que rodea a la
ingratitud. Podemos interceder para las expectativas de las nuevas generaciones
y dar dignidad a la memoria y a los sacrificios de los antiguos”.
A
los ancianos Francisco les exhortó a recordar “a los jóvenes y ambiciosos que
una vida sin amor es árida. Podemos decir a los jóvenes temerosos que la
angustia del futuro puede ser vencida. Podemos enseñar a los jóvenes demasiado
enamorados de sí mismos que hay más alegría en dar que en recibir. Los abuelos
y las abuelas forman la 'coral' permanente de un gran santuario espiritual,
donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen la comunidad que
trabaja y lucha en el campo de la vida”.
Continuando
con el tema de la oración, el Papa afirmó que “purifica incesantemente el
corazón. La alabanza y la súplica a Dios previenen el endurecimiento del
corazón del resentimiento y del egoísmo”.
“¡Qué
feo es el cinismo de un anciano que ha perdido el sentido de su testimonio,
desprecia a los jóvenes y no comunica la sabiduría de la vida!”, exclamó
Francisco. “Al contrario, ¡qué hermoso es el ánimo que el anciano consigue
transmitir al joven en búsqueda del sentido de la fe y de la vida!”.
“Las
palabras de los abuelos tienen algo de especial para los jóvenes. Ellos lo
saben. Las palabras que mi abuela me dejó por escrito el día de mi ordenación
sacerdotal las llevo todavía conmigo, siempre en el breviario y las leo a
menudo”, confesó el Pontífice.
“¡Como
querría una Iglesia que desafíe la cultura del descarte con la alegría
desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos! Esto es lo que
hoy pido al Señor, este abrazo”, finalizó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario