PAPA FRANCISCO VIERNES 27 DE MARZO 2015
En la
entrevista concedida hace unos días a una periodista mexicana para Televisa, Francisco hizo un comentario que pasó relativamente inadvertido
para el público en general, pero que causó una enorme alegría entre los
familiares de Enrique Shaw, el rico empresario argentino, fallecido en 1962, al
que el Sumo Pontífice estaba aludiendo.
El
comentario de Jorge Bergoglio fue en respuesta a la pregunta de si con su
"opción preferencial por los pobres", su austera forma de vivir, y
sus constantes condenas al "dios dinero", él no estaba dejando a un
lado a los ricos. "Hay personas con dinero, dinero limpio [que se
dicen] ¿sólo los pobres son los buenos, y los ricos son los malos?",
le preguntaron.
"Yo
vengo de una familia (de) clase media, acomodada. O sea no es ninguna cosa de
resentimiento –respondió el Papa-. Yo conocí gente rica y estoy
llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico
argentino, Enrique Shaw, que era rico, pero era santo. O sea,
una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y
este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino
haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda".
El Vaticano
acaba de aprobar en este mes de marzo la validez jurídica de
la causa de beatificación y canonización de Enrique Shaw, quien ya fue
proclamado Siervo de Dios y que fue fundador y primer presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Esto
significa que la Santa Sede no consideró necesario requerir más documentación
que la ya enviada por el Arzobispado de Buenos Aires para sustentar las pruebas
de la santidad de Shaw. En efecto, en septiembre del año pasado, en una
ceremonia que tuvo lugar en la UCA, los postuladores de la causa sellaron y lacraron las cajas conteniendo los más de 13.000 folios
de documentación recopilados durante 16 años de instrucción de
lo que se llama "fase diocesana" del proceso y que ahora, con este
anuncio, puede seguir adelante en El Vaticano, en el ámbito de la Congregación
para la Causa de los Santos.
El siguiente
paso es el nombramiento de un relator para la redacción de la Positio, es decir, unabiografía "sobre la vida,
virtudes, fama de santidad y de signos de Enrique Shaw", según
consigna un comunicado.
Enrique Shaw
fue marino, empresario y padre de una numerosa familia de nueve hijos.
Sobre su vida se ha realizado un documental, que puede verse completo en la página
oficial, y una película (ver un resumen al pie de esta nota).
Una de sus
hijas, Sara Shaw de Critto, había evocado a su padre en un
anterior artículo en Infobae, afirmando con orgullo que éste "se anticipó
bastante a lo que hoy se conoce como Responsabilidad Social Empresaria". Y
agregaba: "Él se fijaba en el conjunto; por ejemplo, cuando ya hacia el
final de su vida, había poca demanda de vidrio y la fábrica estaba medio
parada, los accionistas norteamericanos de la empresa [Rigolleau, de la que era director] –que fabricaba la
marca Pirex- sugirieron despedir a 400 obreros. Mi padre les
dijo: 'Si los despiden, yo renuncio'. Además los convenció de que era más caro
despedir y luego tener que volver a contratar y formar gente. En cambio los
puso a hacer otras tareas, pintar y reparar la planta por ejemplo. Y la fábrica
sobrevivió y revivió".
Shaw,
recordaba su hija, iba tres veces por semana a la fábrica, en Berazategui, y
conocía los nombres de todos los obreros que trabajaban allí. A la hora de
almorzar, iba un día a la casa de uno, un día a la de otro. "El estaba
naturalmente muy cerca de la gente y sus problemas: entre dirigentes y obreros había un muro que él, en cambio, no
veía ni sentía", dijo.
Ella está
convencida de que la beatificación de su padre puede contribuir a
instalar el ejemplo de un estilo diferente de empresa que
define como "más humana, pero también más exitosa, porque Cristalerías
Rigolleau era una empresa exitosa, lo que prueba que puede haber una
convergencia entre lo ético y lo eficiente". "A largo plazo, incluso,
es más rendidor. En las industrias, cuando sólo se piensa en el lucro, se actúa
a corto plazo", sostiene.
En la UCA,
el año pasado, al presidir la ceremonia de clausura de la fase diocesana de
esta causa, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, dijo
que la breve e intensa vida de Enrique Shaw tuvo a la Doctrina Social de la
Iglesia como "inspiración en su quehacer empresarial",que
para él era un apostolado, un servicio al prójimo, encarnado en este caso en el
personal de la fábrica que dirigía: empleados, obreros y sus familias.
Y el
postulador de la causa, el abogado y profesor de Derecho Canónico en la
UCA Juan Navarro Floria, dijo que el mensaje que
dejará esta futura beatificación es "que la enseñanza social de la Iglesia
no es una teoría", sino "un modo de relacionarse dentro de la
empresa, entre capital y trabajo, entre dirigentes y trabajadores, que pueden
trabajar juntos por el bien común y en sentido creador" porque "la actividad del empresario es una cooperación o
colaboración con la obra creadora de Dios".
"Ante
todo, tiene que ser buen empresario, es decir, ganar
dinero; el tema es qué hace con eso, que esa ganancia se reparta en términos
justos entre las partes no es una negación de los valores de la
empresa", agregó.
Una
definición en sintonía con las declaraciones del Papa a Televisa, cuando puso a Enrique Shaw como ejemplo
de santidad: "Lo que yo ataco siempre es la seguridad en la riqueza. No
pongas tu seguridad ahí. (...) No pongas tu esperanza ahí. La injusticia de las
riquezas. Por ejemplo, cuando no se paga el sueldo
justo. Es un pecado mortal. Eso es aprovecharse de la pobreza de otro(...).
El dinero que esclaviza a otros o no los deja crecer. O sirve para engordarse a
sí mismo".
Fue en ese contexto que dijo también que lo
escandalizaba, en Buenos Aires, el contraste entre Puerto Madero y las villas
miseria, y el despilfarro de dinero que se veía allí.
"Pero
lo que más me indigna es el salario injusto. Porque uno se enriquece a costa de la dignidad no dada a la persona.
(...) No pagar lo justo, no pagar la pensión, no pagar el aguinaldo, ¡es
pecado! ¡Es pecado!"
Es posible entonces que, en un futuro no demasiado lejano, la Argentina cuente con el ejemplo y la inspiración de un
empresario santo, de un hombre que, en palabras de
Francisco, no les quitó la dignidad a los hombres y
mujeres que trabajaron para él en una emblemática fábrica en las
afueras de Buenos Aires.
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