Papa Francisco: Los niños son los grandes
excluidos porque “a veces ni siquiera les dejan nacer”
Por Alvaro de Juana
El Papa Francisco abrazando a un niño / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
VATICANO, 18 Mar. 15 / 10:12 am (ACI/EWTN Noticias).- Los niños son los grandes excluidos, denunció este
miércoles el Papa Francisco durante la Audiencia General desde la Plaza de San
Pedro, pues muchos de ellos viven en condiciones que no son dignas e incluso “a
veces ni siquiera les dejan nacer”.
El
Santo Padre, que en las catequesis pasadas
abordó la importancia del padre, de la madre, los hijos, los hermanos y los
abuelos, se dedicó hoy a hablar de los niños, quienes “son un gran don para la
humanidad, pero también son los grandes excluidos”.
El
Pontífice anunció además que la próxima semana hablará sobre algunas heridas
“que por desgracia hacen mal a la infancia”. “Me vienen a la mente tantos niños
que he encontrado durante mi último viaje en Asia: llenos de vida, de entusiasmo pero, por otro lado, veo que en el
mundo muchos de ellos viven en condiciones que no son dignas”, señaló.
En
este sentido, “a la sociedad se la puede juzgar por cómo son tratados los
niños, pero no sólo moralmente, sino sociológicamente, si es una sociedad libre
o esclava de intereses internacionales”, dijo improvisando.
El
Papa explicó que los niños recuerdan a todos que “somos totalmente dependientes
del cuidado y de la benevolencia de los demás”. Algo que “el Hijo de Dios no se
ha ahorrado” porque también se hizo niño.
Por
otro lado, indicó que “Dios no tiene dificultad en hacerse entender por los
niños, y los niños no tienen problemas en entender a Dios” y aludió a las
numerosas ocasiones en las que Jesús habla en los evangelios de 'los pequeños'.
Un término que se refiere a “todas las personas que dependen de la ayuda de los
otros, y en particular a los niños”.
“Los
niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque nos recuerdan de manera constante la
condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarnos
autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón”.
Pero,
a su vez, los niños nos recuerdan “que somos siempre hijos: también si uno se
convierte en adulto, o en anciano, también se llega a ser padre, si ocupa un
lugar de responsabilidad. Bajo todo esto permanece la identidad del hijo”.
“Esto
nos hace ver siempre el hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros,
sino que la hemos recibido”, dijo el Papa.
“A
veces corremos el riesgo de vivir olvidando esto, como si fuésemos nosotros los
dueños de nuestra existencia, y al contrario, somos radicalmente dependientes.
En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en
cada situación, en casa condición social somos y permanecemos hijos”.
Entre
los dones que los niños aportan a la humanidad, se encuentran “su modo de ver
la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza
espontánea en su padre y su madre; y tiene una espontánea confianza en Dios, en
Jesús, en la Virgen”.
Al
mismo tiempo, “su mirada interior es pura, todavía no está contaminada de
malicia, de la ambigüedad, de las 'incrustaciones' de la vida que endurecen
el corazón. Sabemos también que los niños tienen el pecado original, que tienen
sus egoísmos, pero conservan una pureza, un simplicidad interior”.
A
su vez, “no son diplomáticos, dicen aquello que escuchan, lo que ven,
directamente, y muchas veces ponen en dificultad a los padres... pero dicen
aquello que ven, no son personas ambiguas, no han aprendido esto que los
adultos sí hemos aprendido”, dijo el Papa, ante los aplausos de los fieles.
“Llevan
con ellos la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón
'de carne' y no 'de piedra', como dice la Biblia. La ternura es también poesía: es 'escuchar' las
cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, solo para
usarlos, para que sirvan...”.
Pero
también “tienen la capacidad de sonreír y de llorar”.
“Cuando
me encuentro con algunos, unos me sonríen y otros me ven de blanco y creen que
soy el médico y que vengo a ponerles la vacuna y lloran”, dijo bromeando y
despertando las risas de los miles de fieles que estaban en la Plaza de San Pedro.
Francisco
llamó la atención sobre la pérdida de la capacidad de sonreír y de llorar de
los adultos. “No somos capaces de sonreír, muchas veces nuestra sonrisa se
convierte en una sonrisa de cartón, que no tiene vida, una sonrisa que no es
vivaz, artificial, de payaso, pero los niños sonríen y lloran espontáneamente”.
El
Pontífice invitó a preguntarse qué tipo de sonrisa y de comportamiento tenemos,
la de los niños o la de los adultos con la sonrisa acartonada. Y añadió:
“Depende siempre del corazón, nuestro corazón se bloquea y pierde a menudo esta
capacidad”, y ante esta situación “los niños pueden enseñarnos de nuevo a
sonreír y a llorar”.
Esta
es la razón por la que “Jesús invita a sus discípulos a 'ser como niños' porque
'el Reino de Dios les pertenece a ellos'”.
Por
último, el Santo Padre dijo ser consciente de que además de llevar alegría y
esperanza “traen también preocupaciones y a veces problemas, pero ¡es mejor
una sociedad que tenga estas preocupaciones y estos problemas a una sociedad
triste y gris porque no ha tenido niños!”.
“Y
cuando vemos que el nivel de nacimientos de una sociedad apenas llega al 1 por
ciento podemos decir: 'esta sociedad es triste y gris porque no tiene niños'”.
Después
de su catequesis, saludó como siempre a los peregrinos en distintos idiomas y
les puso como modelo a seguir a San José, festividad que se celebra el 19 de
marzo. “Dirijo un pensamiento especial a los jóvenes, enfermos y a los recién
casados. Mañana celebraremos la Solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia
Universal. Queridos jóvenes, miren a Él como ejemplo de la vida humilde y
discreta; queridos enfermos, lleven la cruz con
la actitud del silencio y de la oración del padre putativo de Jesús; y ustedes,
queridos esposos jóvenes, construyan su familia sobre el mismo amor que unió a José y a la
Virgen María”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario