Papa Francisco al Camino Neocatecumenal:
¡Cuánta necesidad tiene el hombre de hoy de sentir que Dios lo ama!
El Papa Francisco saluda a Kiko Argüello esta mañana en el Aula Pablo VI
en el Vaticano. Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 06 Mar. 15 / 09:39 am (ACI).-
El
Papa Francisco recibió este viernes a miles de fieles del Camino Neocatecumenal,
incluyendo a 200 familias de este movimiento que irán en misión a diversos
países del mundo. En su discurso, el Santo Padre les recordó la urgencia de
anunciar el Evangelio y les recordó que las personas en la actualidad necesitan
saber que Dios las ama y que el amor es realmente posible.
A
continuación y gracias a Radio Vaticano, el texto completo de las palabras del
Santo Padre:
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días a todos, y gracias, muchas gracias
Los
saludo a todos cordialmente y ante todo quiero decirles gracias por haber
venido a encontrarse con el Papa. La tarea de Pedro es la de confirmar a los
hermanos en la fe. Así también ustedes con este gesto han querido pedirle al
Sucesor de Pedro confirmar su llamada, sostener su misión, bendecir su carisma.
Y yo hoy confirmo vuestra llamada, sostengo vuestra misión y bendigo
vuestro carisma.
¡Y
lo quiero hacer! Lo hago, no porque él me ha pagado (señalando al fundador
del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello): ¡no! Lo hago porque quiero
hacerlo. Irán en nombre de Cristo a todo el mundo a llevar su Evangelio: ¡Que
Cristo los preceda, los acompañe y haga cumplir esa salvación de la cual son
portadores!
Juntos
a ustedes saludo a los cardenales y a los obispos que los acompañan hoy y que
en sus diócesis apoyan su misión. En particular, saludo a los iniciadores del
Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello y Carmen Hernández, junto con el Padre
Mario Pezzi: también a ellos les expreso mi aprecio y mi aliento por todo lo
que, a través del Camino, están haciendo en beneficio de la Iglesia.
Yo digo siempre queel Camino Neocatecumenal hace un gran bien a la Iglesia.
Nuestro
encuentro de hoy es un envío misionero, en obediencia a lo que Cristo nos ha
pedido: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. El
que crea y sea bautizado se salvará» (Mc 16, 15-16).
Y
estoy muy contento de que esta misión suya se desarrolle gracias a familias
cristianas que, reunidas en comunidad, tienen la misión de dar los signos de la
fe que atraen a los hombres hacia la belleza del Evangelio, según las palabras
de Cristo: «Ámense como yo les he amado; en esto todos reconocerán que
ustedes son mis discípulos», (cfr. Jn 13,34), y «Que todos sean uno… para que
el mundo crea» (cfr. Jn 17,21).
Estas
comunidades, llamadas por los obispos, están formadas por un presbítero y por
cuatro o cinco familias, con hijos también grandes, y constituyen una “missio
ad gentes”, con un mandato a evangelizar a los no cristianos. Los no cristianos
que nunca han escuchado hablar de Jesucristo y los muchos no cristianos que han
olvidado quién era Jesucristo: “no cristianos bautizados” a quienes la
secularización, la mundanidad y tantas otras cosas han hecho que olviden la fe.
¡Despierten esa fe!
Pues,
aún antes que con la palabra, es con su testimonio de vida que
manifiestan el corazón de la revelación de Cristo: que Dios ama al hombre hasta
entregarse a la muerte por él y que ha sido resucitado por el Padre para darnos
la gracia de dar nuestra vida a los demás.
De
este gran mensaje el mundo de hoy tiene una extrema necesidad. ¡Cuánta soledad,
cuánto sufrimiento, cuánto alejamiento de Dios en tantas periferias de Europa y
de América y en tantas ciudades de Asia! ¡Cuánta necesidad tiene el hombre
de hoy, en toda latitud, de sentir que Dios lo ama y que el amor es posible!
Estas comunidades cristianas, gracias a ustedes, familias misioneras, tienen la
tarea esencial de hacer visible este mensaje. ¿Y cuál es el mensaje? Cristo
está resucitado, Cristo vive, Cristo está entre nosotros.
Ustedes
han recibido la fuerza de dejar todo y de partir hacia tierras lejanas gracias
a un camino de iniciación cristiana, vivido en pequeñas comunidades, en las que
han vuelto a descubrir las inmensas riquezas de su Bautismo. Este es el Camino
Neocatecumenal, un verdadero don de la Providencia a la Iglesia de nuestro
tiempo, como ya lo han afirmado mis Predecesores; especialmente SanJuan Pablo II cuando
dijo: “Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación
católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (Epist Siempre 30
de agosto de 1990: AAS 82 [1990], 1515).
El
Camino se basa en aquellas tres dimensiones de la Iglesia que son la Palabra,
la Liturgia y la Comunidad. Por eso la escucha obediente y constante de la
Palabra de Dios; la celebración eucarística en pequeñas comunidades después de
las primeras Vísperas del domingo, la celebración de los laudes en familia en
la jornada del domingo con todos los hijos, y el compartir la propia fe con
otros hermanos, originan los muchos dones que el Señor les ha prodigado, así
como las numerosas vocaciones al presbiterio y a la vida consagrada. Ver todo
esto es un consuelo, porque confirma que el Espíritu de Dios está vivo
y operante en su Iglesia, también hoy, y que responde a las necesidades del
hombre moderno.
En
varias ocasiones he insistido en la necesidad que tiene la Iglesia de pasar de
una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera (cf.
ibíd., N. Evangelii gaudium, 15). Es lo más importante que debemos hacer si no
queremos que las aguas se estanquen en la Iglesia. Cuántas veces, en la
Iglesia, tenemos a Jesús dentro y no lo dejamos salir… ¡Cuántas veces! Esta es
la cosa más importante por hacer si no queremos que las aguas se estanquen en
la Iglesia.
El
Camino desde hace años está realizando estas missio ad gentes entre los no
cristianos, para una implantatio Ecclesiae, una nueva presencia de Iglesia,
allí donde la Iglesia no existe o ya no es capaz de llegar a la gente.
“¡Cuánta
alegría nos dan con su presencia y actividad!” - les dijo el beato Papa
Pablo VI en la primera audiencia con ustedes (8 de mayo 1974: Enseñanzas del
Papa Pablo VI, XII [1974], 407). También yo hago mías estas palabras y los
animo a seguir adelante, confiándolos a la Santísima Virgen María, que inspiró
el Camino Neocatecumenal. Ella intercede por ustedes delante de su Hijo divino.
Queridísimos,
que el Señor los acompañe. ¡Vayan con mi Bendición!
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