Vaticano a la ONU: ¿Quieren igualdad de la
mujer? No menosprecien el “genio femenino”
Por Adelaide Mena
NUEVA YORK, 26 Mar. 15 / 02:11 pm (ACI/EWTN Noticias).- El reconocimiento del rol especial e integral de la
mujer en el progreso de la humanidad no puede pasar por alto la dignidad de las
mujeres como esposas, madres y como una voz de los vulnerables, dijo
recientemente una autoridad del Vaticano ante las Naciones Unidas.
El
Observador Permanente de la Santa Sede ante
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Mons. Bernardito Auza, lamentó
que la “contribución esencial de las mujeres al desarrollo de la sociedad, a
través de su dedicación a su familia y a crianza de la próxima generación no es
reconocida adecuadamente”.
“A
veces su servicio invisible y frecuentemente heroico es incluso es incluso
menospreciado como un modelo anticuado y malsano de la vida femenina”, criticó.
En
dos conferencias a la comunidad internacional sobre la dignidad de la mujer,
realizadas el 13 y el 18 de marzo, Mons. Auza señaló que “tales críticas no
vienen de una apreciación genuina de la mujer en su totalidad y su verdadera
igualdad, en complementariedad y reciprocidad, con el hombre”.
El
Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU también rechazó la idea de
que la igualdad de las mujeres requiere que las mujeres realicen todos los
mismos roles que los hombres.
“El
verdadero respeto por la mujer comienza con aceptarla con todos los aspectos de
su humanidad. Eso involucra crear las condiciones para que ella viva libre y
plenamente”.
Para
Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, en marzo se celebra el Mes de la
Historia de las Mujeres, e incluye la celebración del Día Internacional de la
Mujer, el 8 de marzo.
Mons.
Auza destacó que al promover los derechos e igualdad de las mujeres, el rol de
la familia no debe ser olvidado.
El
Prelado enfatizó que las mujeres tienen un gran número de dones y talentos que
ofrecer a la sociedad, incluyendo “no solo los aspectos que comparten en común
con el hombre, sino los dones únicos que pertenecen a ella como mujer",
tales como la capacidad de ser madres.
Esta,
indicó, no es solo una capacidad física, sino que abarca la capacidad de “una
forma de vida espiritual, educativa, afectiva, de crianza y cultural”, sea o no
la mujer una madre física.
Esta
“especial sabiduría para cuidar por la dignidad intrínseca de todos, en
alimentar la vida y el amor y en desarrollar los dones de otros” es a la que se
refirió San Juan Pablo II como
el “genio femenino”, explicó Mons. Auza.
Al
minimizar el rol de la familia y la maternidad, indicó, las sociedades se
arriesgan a negar la dignidad humana de las mujeres como toda una clase, y
advirtió que “el valor y dignidad única de la maternidad en algunas sociedades
es insuficientemente defendido, apreciado y promovido, dejando a las mujeres
cultural y legalmente en una posición de elegir entre su desarrollo intelectual
y profesional y su crecimiento personal como esposas y madres”.
Cuando
la familia “es ignorada o atacada, debemos ponernos de pie y defenderla
sinceramente y con respeto por todos, y valientemente abogar por mejores
estructuras y políticas que apoyen a las mujeres trabajadoras que desean tener
hijos o que quieren dedicarse, parcial o totalmente, al cuidado de sus
familias”, señaló.
Mons.
Auza también destacó que tanto la maternidad como la familia son afirmadas en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En
su discurso del 18 de marzo, el Prelado se extendió sobre estos temas,
discutiendo el rol de las mujeres en el desarrollo humano. El Prelado elogió la
labor de numerosas mujeres –incluyendo el de la Dra. Carolyn Woo, presidente y
jefa ejecutiva de Catholic Relief Services; Magalie Dresse, dueña de Caribbean
Craft Haití; y la Hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Catholic
Charities of the Rio Grande Valley – junto con santas y beatas por su rol en
ayudar al desarrollo de las personas.
El
genio femenino, dijo Mons. Aúza, está relacionado profundamente a la
“solidaridad en el cuidado de los vulnerables y en crear un mundo mejor”.
Mientras que a los gobiernos se les encarga asegurar una sociedad justa y el
respeto por los derechos de todas las personas, “algunos miembros de nuestra
familia humana caen en dificultades o tienen discapacidades y otros factores de
riesgo que, incluso sociedades justas y bien ordenadas, pueden pasar por alto o
prestar menos atención”.
En
casos como estos, “se necesitan personas que se interesen, que los traten con
el amor que corresponde con la plenitud de su dignidad humana”, una tarea para
la que las mujeres están singularmente sintonizadas, explicó.
Este
cuidado a las personas, continuó, ha tenido un impacto profundo sobre el
desarrollo e historia humana. Toda la civilización, dijo, “tiene una deuda
impagable de gratitud a las menos registradas o incluso desconocidas
contribuciones de mujeres que han formado a las civilizaciones, como el
silencioso pero constante flujo de las aguas profundas que dan forma a los
ríos”.
El
desarrollo humano cominza, dijo, “en las relaciones que tienen los seres
humanos uno con el otro, y la forma en que los seres humanos cuidan el uno del
otro”, un campo influenciado ampliamente por el genio femenino de las mujeres.
La
humanidad puede “aprender de él y resolver hacer lo que podamos para ver este
genio expandirse y asumir una mayor influencia, para el bien de los individuos
y la sociedad de hoy, y para el mejoramiento de las personas y naciones del
mañana”, aseguró.
Traducido
por David Ramos
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