La Iglesia es la casa de Jesús con las
puertas abiertas siempre para todos, dice el Papa Francisco
Una de las entradas de la Catedral de la Almudena en Madrid (España). Foto EnriqueLopezTamayoBiosca(CC-BY-2.0)_Flickr
VATICANO, 17 Mar. 15 / 11:13 am (ACI/EWTN Noticias).- “¿Quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón
a un hombre, a una mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios, porque
el Espíritu Santo tocó su corazón?”, cuestionó el Papa Francisco en su homilía
de la Misa celebrada
en la capilla de la Casa Santa Marta al recordar que “la Iglesia es la casa de Jesús, una casa de misericordia
que acoge a todos, y por tanto no un lugar del cual los cristianos puedan
cerrar las puertas”.
Reflexionando
sobre el pasaje del Evangelio en que los doctores de la ley critican a Jesús
porque curó en sábado al paralítico de la piscina de Betsata, el Santo Padre se
refirió al agua, protagonista de las lecturas litúrgicas del día.
“El
agua que sana”, dijo Francisco, que comenta la descripción que el profeta
Ezequiel hace del goteo que surge en el umbral del templo, que se convierte en
el exterior en un torrente impetuoso y en cuyas aguas ricas de peces cualquiera
podrá ser sanado.
El
agua también de la piscina de Betsata, descrita en el Evangelio, cerca de la
cual hay un paralítico desde hace 38 años entristecido -y según Francisco
también un poco perezoso- que no encontró nunca la forma de hacerse sumergir
cuando las aguas se mueven y por tanto buscar la sanación.
Así,
el Papa explicó que Jesús sin embargo lo sana, y lo anima a “ir adelante”, pero
esto desencadena la crítica de los doctores de la ley porque la sanación tuvo
lugar un sábado. Una historia que sucede muchas veces también hoy.
De
este modo, el Pontífice indicó que “un hombre, una mujer, que se siente enfermo
en el alma, triste, que cometió muchos errores en su vida, y en un cierto momento siente que las aguas no se
mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo, o escucha una palabra y… ‘Ah,
¡yo quisiera ir!’... Y tiene coraje y va”.
Cuántas
veces hoy, alertó Francisco, “en las comunidades cristianas se encuentran las
puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Te equivocaste aquí y
no puedes. Si quieres venir, ven a Misa el domingo, pero quédate ahí, no hagas
más’”. Por eso, el Santo Padre observó que lo que hace el Espíritu Santo en el
corazón de las personas, lo destruyen los cristianos con psicología de doctores
de la ley.
Nuevamente,
recordó que la Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. “Es la casa de Jesús
y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue a buscar
a este. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por estar
herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama misericordia. Y
cuando Dios regaña a su pueblo –‘Misericordia quiero, no sacrificios’- habla de
esto”, explicó el Papa.
A
continuación, preguntó: “¿quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a
un hombre, a una mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios, porque el
Espíritu Santo tocó su corazón?”.
Francisco
pidió luego que la Cuaresma ayude
a no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico
solo porque era contrario a la ley.
Al
concluir la homilía, el Papa invitó a pedir al Señor en la Misa “por nosotros y
por toda la Iglesia”, o sea “una conversión hacia Jesús, una conversión a
Jesús, una conversión a la misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente
cumplida, porque la ley es amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos”.
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