Lecturas de la Misa
Domingo 29 de Marzo de 2015
Domingo de Ramos de
la Pasión del Señor
Primera Lectura
Isaías 50:4-7
4El Señor Yahveh me ha dado lengua de
discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras
mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;5el Señor
Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.6Ofrecí
mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba.
Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.7Pues que Yahveh habría de
ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a
sabiendas de que no quedaría avergonzado.
Salmo Responsorial
Salmo 22:8-9, 17-20, 23-24
8todos los que me ven de mí se mofan,
tuercen los labios, menean la cabeza:9«Se confió a Yahveh, ¡pues que él
le libre, que le salve, puesto que le ama!»17Perros innumerables me
rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis
pies.18Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran,19repártense
entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.20¡Mas tú, Yahveh, no te
estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía,23¡Anunciaré tu nombre a
mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré!:24«Los que a Yahveh
teméis, dadle alabanza, raza toda de Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de
Israel».
Segunda Lectura
Filipenses 2:6-11
6El cual, siendo de condición divina, no
retuvo ávidamente el ser igual a Dios.7Sino que se despojó de sí mismo
tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en
su porte como hombre;8y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz.9Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el
Nombre, que está sobre todo nombre.10Para que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,11y toda
lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.
Evangelio
Marcos 14:1--15:47
141Faltaban dos días para la Pascua y los
Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño
y matarle.2Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto
del pueblo.»3Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso,
recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con
perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su
cabeza.4Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este
despilfarro de perfume?5Se podía haber vendido este perfume por más de
trescientos denarios y habérselo dado a los pobres.» Y refunfuñaban contra
ella.6Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra
buena en mí.7Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis
hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre.8Ha hecho
lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.9Yo
os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se
hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.»10Entonces,
Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para
entregárselo.11Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero.
Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno.12El primer
día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus
discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas
el cordero de Pascua?»13Entonces, envía a dos de sus discípulos y les
dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de
agua; seguidle14y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El
Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis
discípulos?"15El os enseñará en el piso superior una sala grande,
ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.»16Los
discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había
dicho, y prepararon la Pascua.17Y al atardecer, llega él con los Doce.18Y
mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me
entregará, el que come conmigo.»19Ellos empezaron a entristecerse y a
decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?»20El les dijo: «Uno de los Doce
que moja conmigo en el mismo plato.21Porque el Hijo del hombre se va,
como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es
entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»22Y mientras
estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad,
este es mi cuerpo.»23Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la
dio, y bebieron todos de ella.24Y les dijo: «Esta es mi sangre de la
Alianza, que es derramada por muchos.25Yo os aseguro que ya no beberé
del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»26Y
cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.27Jesús les
dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas.28Pero después de mi resurrección, iré delante de
vosotros a Galilea.»29Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo
no.»30Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el
gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.»31Pero él insistía:
«Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también
todos.32Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus
discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»33Toma consigo a
Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia.34Y les
dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»35Y
adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de
él aquella hora.36Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti;
aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»37Viene
entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una
hora has podido velar?38Velad y orad, para que no caigáis en tentación;
que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»39Y alejándose de
nuevo, oró diciendo las mismas palabras.40Volvió otra vez y los encontró
dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle.41Viene
por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya.
Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores.42¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está
cerca.»43Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas,
uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los
sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.44El que le iba a
entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es,
prendedle y llevadle con cautela.»45Nada más llegar, se acerca a él y le
dice: «Rabbí», y le dio un beso.46Ellos le echaron mano y le prendieron.47Uno
de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le
llevó la oreja.48Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un
salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?49Todos los días
estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es
para que se cumplan las Escrituras.»50Y abandonándole huyeron todos.51Un
joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.52Pero él,
dejando el lienzo, se escapó desnudo.53Llevaron a Jesús ante el Sumo
Sacerdote, y se reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.54También
Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba
sentado con los criados, calentándose al fuego.55Los sumos sacerdotes y
el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte;
pero no lo encontraban.56Pues muchos daban falso testimonio contra él,
pero los testimonios no coincidían.57Algunos, levantándose, dieron
contra él este falso testimonio:58«Nosotros le oímos decir: Yo destruiré
este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por
hombres.»59Y tampoco en este caso coincidía su testimonio.60Entonces,
se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No
respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?»61Pero él
seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo:
«¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»62Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y
veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las
nubes del cielo.»63El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué
necesidad tenemos ya de testigos?64Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os
parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.65Algunos se pusieron a
escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían:
«Adivina», y los criados le recibieron a golpes.66Estando Pedro abajo en
el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote67y al ver a Pedro
calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de
Nazaret.»68Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió
afuera, al portal, y cantó un gallo.69Le vio la criada y otra vez se
puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.»70Pero él lo
negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro:
«Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.»71Pero él, se puso
a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien
habláis!»72Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro
recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me
habrás negado tres.» Y rompió a llorar.151Pronto, al amanecer,
prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y
todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron
a Pilato.2Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le
respondió: «Sí, tú lo dices.»3Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas
cosas.4Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas
cosas te acusan.»5Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato
estaba sorprendido.6Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el
que pidieran.7Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con
aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.8Subió
la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.9Pilato les
contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»10(Pues se daba
cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)11Pero
los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más
bien a Barrabás.12Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer
con el que llamáis el Rey de los judíos?»13La gente volvió a gritar:
«¡Crucifícale!»14Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos
gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»15Pilato, entonces, queriendo
complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de
azotarle, para que fuera crucificado.16Los soldados le llevaron dentro
del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.17Le
visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.18Y se
pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!»19Y le golpeaban en la
cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante
él.20Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le
pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.21Y obligaron a
uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro
y de Rufo, a que llevara su cruz.22Le conducen al lugar del Gólgota, que
quiere decir: Calvario.23Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.24Le
crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba
cada uno.25Era la hora tercia cuando le crucificaron.26Y estaba
puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»27Con
él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.29Y
los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh,
tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,30¡sálvate a
ti mismo bajando de la cruz!»31Igualmente los sumos sacerdotes se
burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí
mismo no puede salvarse.32¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora
de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él
estaban crucificados.33Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda
la tierra hasta la hora nona.34A la hora nona gritó Jesús con fuerte
voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - «¡Dios mío, Dios mío!
¿por qué me has abandonado?»35Al oír esto algunos de los presentes
decían: «Mira, llama a Elías.»36Entonces uno fue corriendo a empapar una
esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo:
«Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.»37Pero Jesús lanzando
un fuerte grito, expiró.38Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de
arriba abajo.39Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había
expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»40Había
también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María
la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,41que le seguían y le
servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a
Jerusalén.42Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la
víspera del sábado,43vino José de Arimatea, miembro respetable del
Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar
donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.44Se extraño Pilato de que ya
estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía
tiempo.45Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José,46quien,
comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo
puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra
sobre la entrada del sepulcro.47María Magdalena y María la de José se
fijaban dónde era puesto.
DOMINGO DE RAMOS/PASION
(Marzo 29, 2015)
“Pongamos en práctica nuestra paciencia, humildad, y responsabilidad para que podamos sobrellevar nuestras Pasiones y así llegar al punto de nuestra Resurrección y nuestra Ascensión…”
Perspectiva Salesiana
“Pongamos en práctica nuestra paciencia, humildad, y responsabilidad para que podamos sobrellevar nuestras Pasiones y así llegar al punto de nuestra Resurrección y nuestra Ascensión…”
Perspectiva Salesiana
El Domingo de Ramos
ofrece a los cristianos una dramática introducción a la conmemoración de la
última semana de vida de Cristo. Alrededor del mundo las obras teatrales de la
Pasión todas muestran una escena donde Cristo, sentado sobre un asno, se abre paso
en medio de una multitud de personas que llevan ramos hechos de palmas.
Francisco de Sales, que vivió en el siglo 17, captó también el drama en esta
escena del Evangelio. Francisco creía que Cristo había venido a enseñarnos
quien era Su Padre, no solo en base a lo que dijo sino que también por la forma
en la que interactuaba con las personas, la forma en que las tocada, las sanaba
y se dirigía a ellas – aun en como se dirigió a ellas el Domingo de Ramos.
En esa dramática
escena de la entrada a Jerusalén, Francisco se enfocaba en el animal en el que
Cristo Rey estaba montado. El opinaba que el uso de un asno, y no de un caballo
brioso, era un detalle muy diciente de quien era Cristo, quien es el Padre en
cuyo nombre él había venido, y también decía algo acerca de su reino.
“Esta es una escena
realmente conmovedora. Veamos algunas de las razones por las cuales el Salvador
escogió a este animal.
- En primer lugar por su
humildad. El asno es una animal
verdaderamente pesado, lento y perezoso. Sin embargo posee una gran
humildad – no es ni orgulloso ni vano. Esto lo diferencia del caballo que
tiende a ser altanero. El caballo no solo patea sino que también muerde y
puede llegar a poseer tal furia que nadie se atreve a acercársele. Levanta
su cabeza, y sacude su melena y su cola, hasta el punto que puede llegar a
despertar la vanidad de quien lo monta! Tan pronto como escucha el ruido
de los cascos de su caballo contra el pavimento el jinete se endereza
lleno de orgullo, levanta su cara y observa a su alrededor para ver si
alguna mujer se asoma a la ventana para admirarlo. ¿Quién es realmente más
vanidoso, el caballo o su jinete? Que tonto e infantil es todo esto!
Nuestro Señor, que fue humilde y vino a destruir el orgullo, escogió no
usar al orgulloso caballo para que lo transportara. Escogió al animal más
simple y más humilde de todos.
- La segunda cualidad es la
paciencia . El asno no es
solamente humilde, también es excesivamente paciente. No se queja, no
muerde, no patea. Todo lo soporta con gran paciencia. Nuestro Señor amaba
tanto la paciencia que quiso convertirse en un reflejo, un modelo de la
misma. El soportó azotes y malos tratos con una paciencia invencible; El
soportó incontables blasfemias e incontables calumnias sin decir una sola
palabra.
- La tercera razón es que el
asno permite que lo carguemos con cosas tanto como queramos sin oponer
resistencia. El lleva la carga con una responsabilidad
excepcional. Tanto amaba nuestro Divino Maestro la
responsabilidad que escogió darnos un ejemplo de la misma. El cargó con el
pesado bulto de nuestras injusticias, y sufrió a causa de las mismas todo
lo que nosotros merecíamos sufrir”.
Francisco de Sales
(cuyo patrón fue Francisco de Asís – amante de toda la naturaleza de Dios,
especialmente los animales) escogió enfocar la atención en el humilde asno
durante la escena del Domingo de Ramos. El nos invita en la lectura de la
Pasión para hoy a que sigamos al Cristo humilde, paciente y confiable a lo
largo del desarrollo de estas escenas hasta la culminación con su amorosa muerte,
y luego a través de la liturgia de la Pascua y de la temporada de la Pascua
hasta la última escena de la Resurrección y la Ascensión. El nos urge a
practicar la humildad, la paciencia y la responsabilidad para que nosotros
también, humildemente, podamos avanzar en medio de nuestras Pasiones y así
llegar al momento de nuestras propias Resurrección y Ascensión.
El Padre Michael S.
Murray, OSFS es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales.
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