Papa Francisco explica cómo ser un buen
maestro católico
Por Alvaro de Juana
El Papa Francisco en el encuentro de
hoy con los maestros católicos de Italia. Foto Petrik Bohumil / ACI Prensa
VATICANO, 14 Mar. 15 / 08:18 am (ACI).- El Papa Francisco continuó con su
nutrida agenda este sábado por la mañana y recibió a una amplia representación
de miembros de la Unión Católica Italiana de Profesores, Dirigentes, Educadores
y formadores medios. Una asociación que cumple 70 años a quienes el Pontífice
aconsejó vivamente sobre la formación de los escolares.
Al iniciar su discurso en el Aula Pablo VI ante miles de maestros, el
Santo Padre pidió permiso para llamarles “colegas” ya que “también yo fui
profesor como ustedes y conservo un bonito recuerdo de las jornadas vividas en
el aula con los estudiantes”.
El Santo Padre pidió a los profesores actualizar las propias
competencias didácticas, también a la luz de las nuevas tecnologías, porque
“ser profesor no es solo un trabajo: es una relación en la que cada maestro
debe sentirse enteramente implicado como persona, para dar sentido a la tarea
educativa hacia los propios alumnos”.
“Los animo a renovar su pasión por el hombre en su proceso de formación
y ser testimonios de vida y de esperanza”, dijo.
Como buen conocedor de esta profesión, Francisco recalcó que es “un
trabajo precioso porque permite ver crecer día a día a las personas que han
sido confiadas a nuestro cuidado” y “es un poco como ser padres, al menos
espiritualmente”.
El Papa también comentó que “es una gran responsabilidad” así como un
trabajo “serio que solo una persona madura y equilibrada puede realizar”. Y, a
su juicio, una buena cosa es que “se comparte siempre el propio trabajo con
otros colegas y con toda la comunidad educativa a la que pertenece”.
El Pontífice recordó los inicios de la Asociación, fundada por el
profesor de religión Gesualdo Nosengo, “que sintió la necesidad de recoger a
los maestros de secundaria de entonces, que se reconocían en la fe católica y
que con esta inspiración trabajaban en la escuela”.
Francisco hizo un repaso de esta asociación, con la que “han contribuido
a hacer crecer el país, reformar la escuela y sobre todo a educar a
generaciones de jóvenes”. A pesar de que desde entonces ha cambiado la sociedad,
“siempre hay profesores dispuestos a trabajar en la misma profesión con ese
entusiasmo y esa disponibilidad que da la fe en el Señor”.
El Papa recordó que la enseñanza más importante de Jesús es la de
“amar al Señor tu Dios y amar al prójimo”. “Nos podemos preguntar: ‘¿Quién es
el prójimo para un profesor?’.¡El ‘prójimo’ son los estudiantes!, exclamó. “Y
aquellos con los que transcurre sus jornadas. Son los que por él tienen un
guía, una dirección, una respuesta y, todavía antes, buenas preguntas”.
El Papa pidió que iluminen y motiven una “justa idea de escuela”, que
“es oscurecida por discusiones y posiciones reductivas” y recordó que “la
escuela está hecha en verdad de una válida y cualificada instrucción, pero
también de relaciones humanas, que de parte nuestra son relaciones de acogida,
de benevolencia, de reservar a todos indistintamente”.
Como Obispo de Roma y antiguo maestro dio algunos consejos sobre cómo
enseñar de la mejor manera, por ejemplo “amar con mayor intensidad a sus
estudiantes más difíciles, más débiles, más desfavorecidos”.
Este fue uno de los asuntos que más quiso subrayar y animó a “amar más a
los estudiantes que no quieren estudiar, aquellos que se encuentran en
condiciones de privación, los discapacitados y los extranjeros, que hoy son un
gran desafío para la escuela”.
Al tratarse de una asociación católica, el Papa indicó que si quieren
testimoniar la propia inspiración de esta sociedad deben “empeñarse en las
periferias de las escuelas, que no pueden ser abandonadas a la marginación, la
ignorancia, a la mala vida”.
En este sentido, “en una sociedad que cansa de encontrar puntos de
referencia es necesario que los jóvenes encuentren en la escuela una referencia
positiva”. Esto se consigue con profesores que den “un sentido a la escuela, al
estudio y a la cultura, sin reducir todo a la sola transmisión de conciencias
técnicas, sino apuntando a construir una relación educativa con cada alumno,
que debe sentirse acogido y amado por aquello que es, con todas sus
limitaciones y sus potenciales”.
El Papa también habló sobre la cantidad de buenos educadores que la
comunidad cristiana ha tenido siempre. Ellos “se han dedicado a suplir las
carencias de la formación en la escuela, o a fundar colegios algunas veces”.
Por ejemplo, “San Juan Bosco del que este año se celebra el
bicentenario”. Se trata, aseguró el Santo Padre, de un modelo “que pueden mirar
también ustedes, profesores cristianos, para animar desde el interior una
escuela que, independientemente de que su gestión sea estatal o no, tiene
necesidad de educadores creíbles y de testimonios de una humanidad madura y
completa”.
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