¿Estoy listo para morir? El Papa Francisco
nos da consejos para ese último adiós
Papa Francisco / Foto: L'Osservatore
Romano
VATICANO, 19 May. 15 / 12:27 pm (ACI/EWTN Noticias).- ¿Estoy preparado para encomendarme a Dios?, ¿para
hacer la última despedida cuando Cristo me llame a la otra vida?, fueron las preguntas que hizo el Papa Francisco
en laMisa de
la Casa Santa Marta, donde reflexionó sobre las despedidas, grandes y pequeñas,
que tiene el ser humano durante y al final de su vida.
“Cuándo
será, no se sabe, pero vendrá el momento en el que ‘hasta luego’, ‘hasta
pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la vista’ se convertirá en ‘adiós’”, meditó el
Pontífice.
Según
informó Radio Vaticana, el Santo Padre centró su homilía en el discurso de
Jesús antes de la Pasión y en la despedida de Pablo en Mileto antes de ir a
Jerusalén. Además recordó a los cristianos perseguidos y demás migrantes que
son obligados a huir de sus lugares de origen.
“Jesús
se despide, Pablo se despide, y esto nos ayudará a reflexionar acerca de
nuestras despedidas”. En la vida “hay tantas despedidas”, pequeñas y grandes y
hay también “tanto sufrimiento, tantas lágrimas” en algunos casos, señaló
Francisco.
“Pensemos
hoy en aquellos pobres rohingyas de
Myanmar. En el momento de dejar su tierra para huir de las persecuciones no
sabían qué les habría sucedido. Y desde hace meses están en barcazas, allí…
Llegan a una ciudad en la que les dan agua y comida y les dicen: ‘Váyanse’. Es
una despedida. Entre otras cosas, hoy se produce esta despedida existencial
grande. Piensen en la despedida de los cristianos y de los yazidis, que no
piensan volver a su tierra, porque fueron expulsados de sus casas. Hoy”.
Francisco
señaló que también hay pequeñas y grandes despedidas, como la “despedida de la
mamá, que saluda y da el último abrazo al hijo que va a la guerra; y todos los
días se levanta con el temor” de que alguien venga a decirle: ‘Le agradecemos
mucho la generosidad de su hijo que ha dado la vida por la patria’”. También
está “la última despedida que todos nosotros debemos hacer, cuando el Señor nos
llama a la otra vida. Yo pienso en esto”.
Estas
grandes despedidas de la vida, “también la última, no son las despedidas de un
‘hasta pronto’, ‘hasta luego’, ‘hasta la vista’, que son despedidas que uno
sabe que vuelve, o inmediatamente o después de una semana. Hay despedidas de
las que no se sabe cuándo y cómo volveré –dijo también el Santo Padre–. Y
afirmó que el tema de la despedida también está presente en el arte y en las
canciones.
“Me
viene una a la mente, esa de los alpinos, cuando aquel capitán se despide de
sus soldados: el testamento del capitán. ¿Yo pienso en la gran despedida, en mi
gran despedida, no cuando debo decir ‘hasta luego’, ‘hasta más tarde’, ‘hasta
la vista’, sino ‘adiós’? Estos dos textos dicen la palabra ‘adiós’. Pablo
encomienda a Dios a los suyos y Jesús encomienda al Padre a sus discípulos, que
permanecen en el mundo. ‘No soy del mundo, pero custódialos’. Encomendar al
Padre, encomendar a Dios: éste es el origen de la palabra ‘adiós’. Nosotros
decimos ‘adiós’ sólo en las grandes despedidas, tanto de la vida como en la
última”.
“Creo
que con estos dos íconos, el de Pablo que llora de rodillas en la playa, todos
allí; y en Jesús, triste, porque le esperaba la Pasión, con sus discípulos,
llorando en su corazón, podemos pensar en nuestra despedida. Nos hará bien.
¿Quién será la persona que cerrará mis ojos?”, expresó.
“¿Qué
dejo? Tanto Pablo como Jesús, ambos, en estos pasajes hacen una especie de
examen de conciencia: ‘Yo he hecho esto, esto, esto…’. ¿Yo qué he hecho? Pero
me hace bien imaginarme en aquel momento. Cuándo será, no se sabe, pero vendrá
el momento en el que ‘hasta luego’, ‘hasta pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la
vista’ se convertirá en ‘adiós’. ¿Yo estoy preparado para encomendar a Dios a
todos los míos? ¿Para encomendarme a mí mismo a Dios? ¿Para decir aquella
palabra que es la palabra del encomendarse del hijo al Padre?”.
Francisco
concluyó su homilía aconsejando leer las lecturas del día sobre la despedida de
Jesús y la de Pablo, y a “pensar que un día”, también nosotros, deberemos decir
aquella palabra, “adiós”. “A Dios encomiendo mi alma; a Dios encomiendo mi
historia; a Dios encomiendo a los míos; a Dios encomiendo todo”, expresó.
“Que
Jesús, muerto y resucitado nos envíe al Espíritu Santo, para que aprendamos
aquella palabra, aprendamos a decirla, pero existencialmente, con toda la
fuerza: la última palabra, adiós”, concluyó.
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