Hoy la Iglesia celebra a los santos
apóstoles Felipe y Santiago
Santos Felipe y Santiago
REDACCIÓN CENTRAL, 03 May. 15 / 12:20
am (ACI).-
Hoy
3 de mayo la Iglesiarecuerda
a los santos apóstoles Felipe y Santiago, quienes murieron mártires a causa de
su fe en Cristo.
San
Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan
el Bautista. Felipe fue uno de los primeros apóstoles llamados por Jesús. Él
fue quien preguntó a Jesús sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a
darle de comer a tanta gente?” (Jn 6, 5-7) y también fueron los paganos
quienes deseaban conocer al Señor. (Jn 12, 20-22). Además, Felipe le pidió a
Cristo en la última cena que le “muestre al Padre” (Jn 14, 8-11).
Felipe
fue además quien pidió permiso a Jesús para ir a enterrar a su padre. “Sígueme
y deja a los muertos sepultar a sus muertos” (Mt 8,21).
Después
de la Ascensión, Felipe recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, junto con los
otros apóstoles y la Virgen María. Posteriormente partió para evangelizar la
región de Frigia, actualmente Turquía, Hungría, Ucrania y el Este de Rusia.
San
Felipe fue martirizado y murió crucificado y apedreado en Hierápolis. En el
siglo VI las reliquias del apóstol fueron llevadas a Roma y colocadas en la
Basílica de los Doce Apóstoles. El martirologio de la Edad Media celebraba su
fiesta el 1 de mayo pero se cambió la fecha para el 3 de mayo.
Santiago
es llamado el “Hijo de Alfeo” y también se le conoce como “El primo del
Señor” porque su madre era pariente de la Virgen. A él se le atribuye la
autoría de la primera epístola católica. Una de sus frases más profundas y
famosas es: “La fe sin obras, está muerta”.
También
encontramos en Los Hechos de los Apóstoles menciones al apóstol donde señalan
que era muy querido por la Iglesia de Jerusalén y que lo llamaban “el Obispo de
Jerusalén”. San Pablo lo considera en su carta a los Gálatas, junto con San
Pedro y San Juan, una de las principales columnas de la Iglesia. Además, el
Apóstol de Gentes comenta que después de su conversión fue a visitar a Pedro,
pero no encontró a ningún discípulo sino a Santiago. Incluso en la última
visita de San Pablo a Jerusalén, este fue directamente a la casa de Santiago,
donde se reunió con todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén. (Hech. 21,15).
En
los registros históricos de la época, Santiago es llamado “El Santo”. Los
fieles aseguraban que nunca había cometido un pecado grave, ni tomaba licores
ni comía carne. Más bien, el apóstol pasaba mucho tiempo orando y fue por eso
que se le hicieron callos en las rodillas.
En
sus oraciones, le pedía perdón a Dios por los pecados de su pueblo. Por esa
razón, la gente lo llamaba: “El que intercede por el pueblo”. Estas acciones
conmovieron a muchos judíos y por el ejemplo de Santiago se convirtieron.
El
éxito de su evangelización provocó escándalo entre los fariseos y escribas. Por
ello, en un día de fiesta el Sumo Sacerdote Anás II, aprovechando la
concurrencia, le dijo: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande
admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías
o Redentor”. Ante este pedido, Santiago respondió: “"Jesús es el enviado
de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre
las nubes, sentado a la derecha de Dios".
Los
sumos sacerdotes se enfurecieron por esa respuesta pues temían que todos los
judíos se convirtieran al cristianismo. Entonces tomaron a Santiago y lo
llevaron a la parte más alta del templo y desde allí lo echaron hacia el
precipicio. El apóstol murió de rodillas mientras rezaba: “Padre Dios, te ruego
que los perdones porque no saben lo que hacen".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario