¿Por qué el demonio le teme a la Virgen
María?
Virgen del Apocalipsis / Crédito de
imagen: Wikipedia Dcoetzee Bot - (Dominio público)
REDACCIÓN CENTRAL, 28 May. 15 / 06:31
am (ACI).-
En
las Sagradas Escrituras Dios revela la lucha que existe entre el bien y el mal
desde los orígenes y que permanece hasta nuestros días. En este combate, el
auxilio maternal de María juega un rol importante, especialmente en la lucha
contra el demonio que le teme de manera particular a la Madre de Dios.
El
famoso exorcista P. Gabriele Amorth al ser preguntado sobre el intercesor más
efectivo de todos, contestó a ACI Prensa
sin dudar: "por supuesto que la Virgen es la más efectiva. ¡Y
cuando la invocas como María!"
"Una
vez le pregunté a Satanás: ‘¿pero por qué te asustas más cuando invoco a
Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?’ Me contestó: ‘porque me
humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él’”,
contó el sacerdote.
El
P. José Fortea, otro reconocido exorcista, en su libro “Exorcística”, indica
dentro de sus consideraciones pastorales en el ministerio del exorcismo que “es
muy conveniente que las personas del equipo del exorcista se consagren a
María”.
Más
adelante señala: “tenemos que reconocer que somos tan poca cosa, tan débiles,
que lo único que podemos hacer en esta lucha espiritual es ocultarnos
bajo el manto de María, incluso en su santísimo vientre como un niño que
está en su seno, tranquilo y dejándose llevar”.
Lo
que dicen los santos
San
Efrén solía llamar a la devoción a María como la “carta de libertad o
salvoconducto para liberarse del infierno”.
Mientras que a San Hugo de Cluny, la Madre de Dios se le presentó como la
vencedora de Satanás.
En
tiempos de Santa Catalina de Siena,
Dios le dijo a la Santa: “por mi bondad, y en reverencia al misterio de la
Encarnación, he concedido a María, Madre de mi Unigénito Hijo, la gracia de que
ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente, llegue a
perder su alma en el fuego del infierno”.
Se
dice que Santa Brígida tenía un hijo rebelde que decidió irse al ejército y en
la guerra perdió la vida.
Una noche la Santa tuvo un sueño en el que vio que al trono de Dios llegaban
los ángeles de la oscuridad a protestar.
“Venimos
a quejarnos porque nosotros tenemos permiso de acercarnos a los moribundos a
llevarles tentaciones de desesperación. Pero hace unos días murió el hijo de
Brígida, y cuando él estaba herido agonizando, llegó María, la Madre de Jesús,
y nos alejó a todos de allí”, dijeron los malignos.
Jesucristo
miró a su Madre y la Virgen le dijo: “Hijo: la madre de este joven me había
rogado tanto por él, que yo consideré como un gran deber acompañarlo en la hora
de su muerte, y como no había sacerdote cercano, le inspiré que hiciera un acto
de contrición y muriera rezando con mucho fervor”.
Entonces
el Señor dijo a los demonios: “Lo que mi Madre hace está bien hecho, alejaos
vosotros de aquí”. Después de aquel sueño, Santa Brígida no volvió a
angustiarse por la suerte eterna de su hijo.
Cabe
aquí recordar que dentro de las armas poderosas para ganar almas y
contra los enemigos de la fe está el Rosario, tal como se lo reveló la Santísima Virgen a Santo
Domingo de Guzmán.
Una
de las imágenes que más retrata la fuerza de María es en la que aparece ella
aplastando la cabeza de la serpiente y que tiene referencia al libro del
Génesis (3, 15), cuando Dios dice al enemigo: “enemistad pondré entre ti y la
mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas
tú su calcañar”.
San Juan Pablo II afirmó que “el Hijo de María obtuvo la
victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su
Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el Hijo le concedió el
poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio de la Inmaculada
Concepción el más notable efecto de su obra redentora”.
En
cierta ocasión el Santo Cura de Ars interrogó
a un poseso: “¿Te posesionarás tú de nuestro país (Francia)?” –Y él contestó:
“No puedo hacerlo porque esa Señora que Uds. llaman Virgen María, se pasea
de norte a sur y de occidente a oriente impidiéndome actuar”.
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