Asociación Hijas de San Francisco de Sales
Región
Argentina
ENCUENTRO NACIONAL
Córdoba, 24 al 26 de
octubre de 2014
“Salgamos presurosas a anunciar con alegría el
Evangelio
Distinguidas damas
Menudo riesgo dictar en una
hora una conferencia sobre la Introducción
a la vida devota (IVD). Sin embargo, me atreveré y comienzo situando la IVD. El contexto histórico
de nuestro tiempo es muy diferente del pasado pero fácil es reconocer que la obra
conserva actualidad. Nos habla de la relación del ser humano con Dios en respuesta
a la relación de Dios con el ser humano. Por ello citaré más adelante palabras
de Francisco de Sales cuando describe lo que es la devoción. Seguidamente
resumiré el mensaje de la IVD, inspirándome en buena medida en la contribución de
François Corrignan publicada en un reciente número de « Paix et
Joie »
Francisco de Sales vivió en
una época muy agitada. En aquel entonces, religión y política se influenciaban
mutuamente. En su origen católica, la Savoya había perdido su independencia y
se había vuelto parcialmente calvinista. Una vez recobrada su independencia, quedó
dividida en dos regiones cada una de confesión cristiana diferente. En
realidad, puede decirse que la confesión religiosa era más una etiqueta que una
fe vivida. El cristiano se pegunta hoy cómo era posible vivir su fe en ese
Occidente que poco a poco se volvía pagano. La IVD trata de dar respuesta a esa
interrogante capital. Pero, no podríamos decir que el Occidente de nuestros días
se encuentra en una situación semejante ?
La respuesta de Francisco de
Sales fue madurando lentamente a la luz de los vaivenes de su vida personal,
enriquecida con su experiencia pastoral. Sus padres venían ambos de la antigua
nobleza de la Savoya. Su padre confiaba en que su primogénito Francisco
asumiría su rango en la nobleza y por ello se proponía darle una sólida
formación. Francisco cursó sus primeros años de primaria en una escuela cercana
al castillo de Sales, pasó seguidamente a un colegio de Annecy, y de los 12 o
los 15 años - se discute aún sobre ese dato - hasta los 21 estudió en París. A
partir de cierto momento, combina el derecho y la teología. Entra en
contacto con las ideas de lo que hoy llamamos teoría de la predestinación. Francisco
trabajaba con exceso y se encontraba un tanto agotado. Siente pánico y teme
encontrarse entre los condenados. Comparemos ese estado de ánimo con las crisis
por las que atraviesan muchos jóvenes en la actualidad, que pueden provocar
anorexia y hasta suicidio. Hallándose en una capilla consagrada a la Virgen, Francisco
escapa a la situación abandonándose a la Providencia. Es
ésa la clave del salesianismo. Francisco reanuda estudios en Padua donde recibe
la triple influencia de un profesor de derecho, de su confesor y del
« Combate espiritual » de Scupoli, obra que conservará por años en su
bolsa, leyendo día a día algún pasaje. Al fin, bien formado intelectual y
espiritualmente, vuelve a la Savoya y rápidamente hace comprender a su padre su
deseo de consagrarse a la
Iglesia. Ya siendo jóven sacerdote se ofrece voluntario para
lograr la reconquista católica de la región de Savoya que lleva el nombre de
Chablais. Ese contacto directo, violento a veces, con la realidad protestante -
y que pone en riesgo su vida - contribuye a la formación de Francisco. Se le
abren los ojos y comprende que su época ha perdido la fe y que la Iglesia
moderna debe insistir más en la convicción que en la institución. No es
acaso lo que nosotros pudimos comprender tras el concilio Vaticano II ? A
los 32 años de edad, Francisco es nombrado coadjutor del obispo de Ginebra y se
le confían dos misiones importantes. Una en Roma, donde encontrará a los actores
de la renovación pastoral, lo que más tarde le será fuente de inspiración. La
segunda en París, donde pudo frecuentar grandes personalidades de la
espiritualidad francesa en el círculo de Madame Acarie. En 1602, Francisco toma
la sucesión de su obispo. Es entonces cuando comienza su correspondencia
espiritual. En 1604 dicta los sermones de Cuaresma en la ciudad de Dijon, y conocerá
a Madame de Chantal. A finales de 1605, inicia la visita pastoral de todas las
parroquias de su diócesis. En marzo de 1608, Madame de Chamoisy deja Annecy
para instalarse en Chambéry, lo que da lugar a la publicación de la
Introducción a la
Vida Devota. Para entonces Francisco tiene algo más de
cuarenta años y un serio bagaje intelectual, espiritual y pastoral, más un
sólido conocimiento de lo que podemos llamar lo político y social de su época.
Como se sabe, Francisco no tenía claramente la intención de publicar la IVD
pero al ver el éxito de la primera edición, se ve obligado a revisarla, lo que le
llevará casi diez años hasta llegar a la edición definitiva. Así pues, se trata
de una obra a la que dedica gran esmero. Es ésta la versión de la IVD de la que
se dispone hoy día.
A la luz de lo que precede, no
sorprende que Francisco de Sales sea un espíritu analítico y sintético que
posee además el sentido de la estructura. Por esas mismas razones le tengo
tanta estima. Las cualidades que recién he mencionado resaltan al leer la IVD,
tanto en su conjunto como al considerar sus diferentes partes o capítulos. Nos
puede engañar la aparente sencillez de la IVD. En realidad es una obra muy rica.
Y es eso lo que me propongo descubrir o más bien redescubrir con ustedes en
esta conferencia. Veamos primeramente el conjunto. Es sabido que la IVD consta
de cinco partes a las que François Corrignan ha dado los títulos
siguientes : 1. Pasar del deseo a la decisión. - 2. Conservar la amistad con
Dios. - 3. Vivir como cristianos en el mundo. - 4. Detectar y vencer los
obstáculos. - 5. Renovar nuestra vida cristiana.
Veamos lo que Francisco nos
dice, pero antes escuchemos algunas páginas de su obra :
“La viva y verdadera devoción, ¡oh Filotea!
presupone el amor de Dios; mas no un amor cualquiera, porque, cuando el amor
divino embellece a nuestras almas, se llama gracia, la cual nos hace agradables
a su divina Majestad; cuando nos da fuerza para obrar bien, se llama caridad;
pero, cuando llega a un tal grado de perfección, que no sólo nos hace obrar
bien, sino además, con cuidado, frecuencia y prontitud, entonces se llama
devoción. Las avestruces nunca vuelan; las gallinas vuelan, pero raras veces,
despacio, muy bajo y con pesadez; mas las águilas, las palomas y las golondrinas
vuelan con frecuencia veloces y muy altas. De la misma manera, los pecadores no
vuelan hacia Dios por las buenas acciones, pero son terrenos y rastreros; las personas
buenas, pero que todavía no han alcanzado la devoción, vuelan hacia Dios por
las buenas oraciones, pero poco, lenta y pesadamente; las personas devotas
vuelan hacia Dios, con frecuencia, con prontitud y por las alturas. En una
palabra, la devoción no es más que una agilidad y una viveza espiritual, por
cuyo medio la caridad hace sus obras en nosotros, o nosotros por ella, pronta y
afectuosamente, y, así como corresponde a la caridad el hacernos cumplir general
y universalmente todos los mandamientos de Dios, corresponde también a la devoción
hacer que los cumplamos con ánimo pronto y resuelto. Por esta causa, el que no
guarda todos los mandamientos de Dios, no puede ser tenido por bueno ni devoto,
porque, para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, además de
la caridad se requiere una gran diligencia y presteza en los actos de esta
virtud.
Y, puesto que la devoción consiste en
cierto grado de excelente caridad, no sólo nos hace prontos, activos y
diligentes, en la observancia de todos los mandamientos
de Dios, sino además, nos incita a hacer con prontitud y afecto, el mayor
número de obras buenas que podemos, aun aquellas que no están en manera alguna
mandadas, sino tan sólo aconsejadas o
inspiradas. Porque, así como un hombre que está convaleciente anda tan sólo
el camino que le es necesario, pero lenta y pesadamente, de la misma manera, el
pecador recién curado de sus iniquidades, anda lo que Dios manda, pero despacio
y con fatiga, hasta que alcanza la devoción, ya que entonces, como un hombre
lleno de salud, no sólo anda sino que corre y salta «por los caminos de los mandamientos de Dios», y,
además, pasa y corre por las sendas de los consejos y de las celestiales
inspiraciones. Finalmente, la caridad y la devoción sólo se diferencian entre
sí como la llama y el fuego; pues siendo la caridad un fuego espiritual, cuando
está bien encendida se llama devoción, de manera que la devoción nada añade al
fuego de la caridad, fuera de la llama que hace a la caridad pronta, activa y
diligente no sólo en la observancia de los mandamientos de Dios, sino también
en la práctica de los consejos y de las inspiraciones celestiales.
Los que desalentaban a los israelitas,
para que no fueran a la tierra de promisión, decían que era una tierra que
«devoraba a sus habitantes», es decir que su ambiente era tan dañino que era
imposible vivir allí mucho tiempo y que sus moradores eran gentes tan monstruosas
que se comían a los demás hombres como a las langostas. Así el mundo, mi
querida Filotea, difama tanto cuanto puede a la devoción, pintando a las
personas devotas con aire sombrío, triste y melancólico, y diciendo que la
devoción comunica humores displicentes e insoportables. Mas, así como Josué y
Caleb aseguraban que no sólo era buena y bella la tierra prometida, sino
también que su posesión había de ser dulce y agradable, de la misma manera el
Espíritu Santo, por boca de todos los santos y Nuestro Señor por la suya
propia, nos aseguran que la vida devota es una vida dulce, feliz y amable.
El mundo ve que los devotos ayunan,
oran, sufren las injurias, cuidan a los enfermos, dominan su cólera, refrenan y
ahogan sus pasiones, se privan de los placeres sensuales y practican éstas y
otras obras que de suyo y en su propia substancia y calidad, son ásperas y rigurosas.
Mas el mundo no ve la devoción interior y cordial, que hace que todas estas
acciones sean agradables, suaves y fáciles.
… En la
creación, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una según su
especie; de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia,
les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno según su condición y
estado. De diferente manera han de practicar la devoción el noble y el artesano,
el criado y el príncipe, la viuda, la soltera y la casada; y no solamente esto,
sino que es menester acomodar la práctica de la devoción a las fuerzas, a los
quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular.
… Es un
error, y aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de
los soldados, del taller de los obreros, de la corte de los príncipes y del
hogar de los casados. Es cierto, Filotea, que la devoción puramente
contemplativa, monástica y propia de los religiosos, no puede ser ejercitada en
aquellas vocaciones; pero también lo es que, además de estas tres clases de
devoción, existen muchas otras, muy a propósito para perfeccionar a los que
viven en el siglo.
… Dondequiera
que nos encontremos, podemos y debemos aspirar a la perfección.” (fin de la cita)
Existen
textos bíblicos que nos gusta releer o que son propicios para la meditación. Lo que
acabamos de escuchar de Francisco de Sales es de ése orden. Veamos ahora las
cinco partes de la IVD.
1. Pasar del
deseo a la decisión.
Para viajar
es menester conocer de antemano el objetivo y fijar el itinerario. Tratándose
de la devoción, hay que preguntarse: ¿cuál es el objetivo y, seguidamente, qué
debe hacerse ? El llamado a la santidad o a la vida perfecta según el evangelio
se halla en nuestro mismo bautizo. Pero, ¿qué cosa es la santidad o perfección
de la caridad ?
Cómo saber lo que place a Dios.
Existen cuatro referencias
fáciles de conservar : Los mandamientos,
los consejos, las inspiraciones y los acontecimientos. Es así como Dios nos da
a conocer su voluntad o sus deseos. Mandamientos
son los diez de la Alianza entre Dios y su pueblo, resumidos por Jesús en dos
frases : Amarás a Dios sobre todas las cosas y Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. Esos mandamientos valen para todos, en todas partes y en todo tiempo.
Los consejos evangélicos son los que enuncia Jesús como el que dice : « si quieres seguirme, ser
perfecto… » Dios no quiere que cada uno acepte todos sus consejos sino solamente aquellos que
conviene según las personas, los tiempos, las ocasiones y las fuerzas disponibles,
tal como lo requiere la caridad. (TAD)
Las inspiraciones son mensajes amistosos que Dios envía al fondo de nuestro
corazón o de nuestro espíritu, o mediante personas o cosas con el fin de
iluminarnos, invitarnos, estimularnos, guiarnos, empujarnos a la acción…
En cuanto a los acontecimientos, es menester descifrarlos
puesto que no siempre nos aparece claramente su significado o no los
comprendemos cuando se presentan. Sin embargo, Dios los utiliza para
hablarnos ; el placer de Dios poco se conoce, salvo mediante los
acontecimientos. (TAD)
Vamos hacia un hermoso país.
Los hebreos vacilaron antes de
entrar en el país de Canaan que les había sido prometido. Por fortuna, Caleb
declaró : avancemos a conquistar ese país porque somos capaces de hacerlo.
Asimismo, muchos cristianos vacilan para lanzarse por el camino de la santidad pese
a que todos somos capaces de hacerlo. Todos, sin excepción, aunque seguir a
Cristo no es fácil todos los días. La escala de Jacob es una imagen que pone de
manifiesto la hermosura de ese reino y la Alianza de Dios con nosotros. Es ése
el verdadero marco de la vida cristiana. En efecto, la escala toca tanto el
cielo como la tierra, para mostrar que entre Dios y cada ser humano hay un lazo
permanente. El ascender y el descender nunca se acaban. El ascender de la oración expresa el deseo de Dios ;
el descenso de los sacramentos significa que Dios mismo se entrega a
nosotros : por una parte, el deseo del amor ; por la otra, el don del
amor. El amor se vive en la contemplación que tiende a unirse con Dios mediante
la acción, gracias al servicio y el apoyo del prójimo. El amor de caridad
aporta vigor y agilidad. La devoción es la perfección de la caridad.
No se avanza solo.
Hallándose aislado, un
cristiano nunca se encuentra solo. Sabe que está acompañado de Dios de quien es
hijo, de Jesús resucitado que prometió hallarse siempre entre nosotros, y del
Espíritu que Jesús nos dejó para acompañarnos. El cristiano sabe también que está
acompañado de todos los bautizados, donde se encuentren, avanzando juntos hacia
la misma meta : es la perfección de la caridad. Hallarse
en compañía de quien avanza con nosotros, nos guía y con quien compartimos la fe
y la amistad, indica que la aventura de la santidad se vive en la Iglesia y no
aisladamente. La fe cristiana es personal y comunitaria a la vez. FdeS se apoya
en el ejemplo de Tobías y de su hijo para hacernos comprender la gran
importancia y la necesidad de un guía para poder entrar y avanzar en la vida
espiritual.
¿Qué debemos hacer ?
He ahí la pregunta que le hacían
a Juan Bautista y a Jesús. La respuesta es siempre la misma hoy día : convertirse,
cambiar el corazón y la forma de vida, lavarse del pecado, meditar sobre el
sentido de la vida a la luz del amor de Dios y elegir el amor para poder vivir.
Es lo que nos dice FdeS. Hay dos posibilidades : amarse a sí mismo y
desaparecer y cada uno termina su vida terrestre en el momento de la
muerte ; o bien, amar a Dios y a los demás y vivir así en la plenitud ;
más allá de la muerte, el amor de Dios y el de los demás continúa y se
desarrolla plenamente.
Amar para vivir se hace
meditando sobre la gracia de Dios y nuestro último fin, término y finalidad de
nuestra vida. Demos gracias a Dios por habernos creado, especialmente por el
destino que su amor sin precio nos ha fijado : compartir su vida divina
desde ahora ; seamos conscientes de las bondades de Dios, abramos los ojos
sobre nuestros pecados, en particular la ingratitud hacia Dios y miremos lo
ineluctable de la muerte pensando en nuestro juicio final. FdS nos dice que
sería lamentable ir al infierno que es privación y pérdida de la gloria de
Dios. Contemplemos largamente el paraíso y la nobleza, la hermosura y el
abundante número de habitantes de este país feliz. Estamos pues listos para elegir
el Reino. Jesús nos dice : « Venid » y María, su madre, nos dice
« Valor » !
Convirtiéndome a mi Dios, le consagro
mi espíritu con todas sus facultades, mi alma con todas sus potencias, mi
corazón con todos sus afectos, mi cuerpo con todos sus sentidos. No quiero
abusar jamás de ninguna parte de mi ser contra la voluntad de Dios. Quiero ser
leal, obediente y fiel para siempre. Y si por debilidad recayera yo, quiero
levantarme gracias al Espíritu Santo para convertirme nuevamente a la
misericordia divina. Es ésa mi voluntad manifiesta ante la Iglesia, el cielo y
la tierra.
2. Conservar y mantener la amistad con Dios
Una vez concluído un firme contrato
con Dios, utilicemos los medios para ser fieles. Dos son los principales :
la oración y los sacramentos; en ambos interviene la
palabra de Dios por obra del Espíritu Santo cuya influencia toca la vida de las
personas y de las comunidades.
La oración.
Necesaria como lo es, la
oración es un acto de amor en el que participan la inteligencia y la voluntad,
que nos trasforma poco a poco en aquel que contemplamos : en efecto,
oración y vida son inseparables. El orar nos expone a Dios, en mente y corazón.
Al orar, nuestra inteligencia se expone a la luz de Dios. Así, podemos
conocerlo y conocernos en El, dejando que nos libere de ignorancias y
prejuicios ; exponemos nuestro corazón al calor de Dios y nuestra voluntad
al calor del amor celeste. Podemos conocer y reconocer así que Dios nos ama,
acoger su llamado y sus preguntas. Aprendemos así, al igual que Jesús, a amar
lo que place al Padre. Al igual del agua en un jardín, la oración hace reverdecer
y florecer las plantas de nuestros buenos deseos, lava nuestras almas de
impurezas y desaltera y expulsa las pasiones de nuestro corazón. FdS aconseja
sobre todo la meditación del Evangelio pues Jesucristo es la única vía para llegar
al Padre y, evidentemente, por Jesús aprendemos a ser cristianos. La meditación
cristiana nos lleva al meollo del misterio de la encarnación : vemos a
Dios en ese espejo que es Jesucristo. Mediante la oración, nos vamos
transformando poco a poco hasta llegar a ser también espejo.
He aquí algunos consejos y
condiciones favorables para ayudarnos a orar : consagrar cada día un
momento para la oración, en particular para meditar ; buscar un lugar
apropiado ; comenzar a orar mentalmente o de viva voz en la ‘presencia de
Dios’ ; se puede recitar lentamente y con convicción las oraciones
frecuentes : rosario, letanías y otras oraciones semejantes ; la
oración comunitaria debe primar sobre nuestros gustos personales ; para
las personas que viven en el mundo, el retiro espiritual es importante al
correr de los días y de las actividades.La oración comunitaria significa
hallarse interiormente con Dios, en medio del gentío y del trabajo ; lo
mismo puede decirse de las aspiraciones, las oraciones jaculatorias y los buenos
pensamientos. Esos ejercicios ayudan a permanecer en oración a lo largo del
día, y nos permiten vivir una vida de oración.
Los sacramentos
Son éstos la lógica de la
encarnación : el Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres sean
divinizados. Esta divinización se logra principalmente por los sacramentos.
La penitencia es el sacramento que más ha evolucionado en el curso de
la historia de la
Iglesia. Los nombres que se le han dado expresan las facetas de
su realidad : reconciliación, perdón,
penitencia, confesión. Si queremos avanzar en la vida cristiana, se
requiere recurrir con cierta frecuencia a ese sacramento. Por lo demás, sería
lastimoso privarnos de un medio accesible que permite renovar nuestro bautizo
en el peregrinar de la vida.
La eucaristía se halla en el centro de la vida cristiana. Todo gira
alrededor de la eucaristía ; es el sacramento por excelencia al que nos
lleva el bautizo y, en parte, la penitencia. La eucaristía es la mejor prueba del
amor cercano, permanente de Dios, que transforma nuestra vida y nuestras comunidades
cristianas. Por eso estamos invitados a ‘recibir por amor lo que sólo el amor
puede dar’ para que podamos avanzar, reforzar y tener consuelo en el amor de
Dios’ y podamos entregarnos con Cristo a nuestros hermanos en la humanidad. Aún
cuando no sea posible asistir a misa cada día, siempre podemos unirnos
mentalmente a las misas que se celebran día y noche en algún lugar de nuestro
mundo.
La palabra de Dios
Esta se encuentra en el
crucero de la oración y los sacramentos. Debe ser meditada y celebrada a la vez. Es el alimento de
base de toda oración cristiana y precede, acompaña y prosigue toda celebración
sacramental.
Cómo escuchar la palabra de
Dios ? Con atención, respeto y voluntad de vivirla tras haberla
interiorizado como lo hizo la
Virgen María , que conservaba en su corazón todo lo que se decía
de su Hijo. Si recibimos de esa manera la palabra, nos sentiremos poco a poco
transformados en ella y acabaremos siendo palabra de Dios para otras gentes. Y
si escuchamos a Jesús, el amadísimo Hijo, tal como nos lo pide el Padre,
mayores posibilidades tendremos de ser escuchados de El cuando le invocamos.
El Espíritu Santo organiza.
Pues anima la oración de los cristianos, da eficacia a
las palabras y gestos sacramentales e inspira los discípulos de Cristo para que
vivan plenamente la alianza, la amistad que los une a Dios. Su acción es
esencial para que uno se desarrolle hasta alcanzar la talla adulta de Cristo y
también para que toda la Iglesia se despliegue en el amor. Las inspiraciones
son como mensajes amistosos que nos envía Dios mediante las palabras de la
Biblia, los cantos, las oraciones, el encuentro de una persona, un
acontecimiento grandioso o quizá banal en apariencia. Esos mensajes pueden
tomar formas diversas ; lo importante de las inspiraciones es aceptarlas y
pasar a la acción.
3. Vivir como cristiano en el mundo.
La tercera parte de la IVD define cómo ser cristiano en
el mundo. Hace un retrato de los discípulos y testigos de Cristo. Todos podemos
encontrar las actitudes que conviene tomar y las orientaciones mejores. FdS nos
habla de las virtudes que hay que practicar.
Para comenzar
convendría preguntarnos : qué conviene elegir una vez que hayamos
comprendido que la caridad es lo que hace perfectos según el Evangelio. Aparte
algunas virtudes generalmente conocidas, como la suavidad, la temperancia, la
honradez y la humildad, ¿a cuál otra conviene darle prioridad ? Pues hay
que dar preferencia a lo que más se ajusta a nuestro deber y no a lo que mejor
nos conviene. Cada situación y cada condición de la vida requieren practicar
alguna virtud en particular. Esto varía según las circunstancias. Entre las
virtudes, se debe preferir las que sean
más excelentes y no las más vistosas. Cada uno debiera elegir una manera de
practicar tal o cual virtud, lo que acaba siendo la manera de ser de la persona. Y finalmente,
cuando nos ataca un vicio determinado, hay que reaccionar, en la medida de lo
posible, practicando la virtud contraria de ese vicio.
Dicho eso, si queremos vivir como discípulos y testigos
de Cristo, es menester que El viva en nosotros. A fin de que El viva en
nuestros actos, nuestro espíritu, nuestra memoria. Francisco dice : «
por eso he querido ante todo grabar e inscribir en vuestro corazón las palabras
santas « Viva Jesús », seguro como estoy de que seguidamente vuestra
vida… dará frutos …por escrito y
marcados por la misma palabra de salvación, y puesto que el dulce Jesús vivirá
en vuestro corazón, igual estará presente en todas vuestras acciones… »
Lo anterior quiere decir que podremos practicar las
mismas virtudes que otras personas que no comparten nuestra fe. La diferencia reside en que las
practicaremos con referencia a Jesucristo. FdS repite sin cesar : Mirar a
Jesucristo, escuchar a Jesucristo, imitar a Jesucristo, imitar nuestra vida
sobre la de Jesucristo
al igual que una costurera utiliza un patrón para delinear, cortar y coser la
prenda que desea llevar a cabo. Nos invita así a vivir sobre todo la suavidad y la humildad, esas dos hermosas y queridas virtudes que deslumbraban
en la sagrada persona de nuestro Señor.
Siendo la cruz el símbolo de los cristianos, podría
representarse la imagen de la vida cristiana por una cruz de obediencia, de
castidad, de pobreza, plantada en la humildad y envuelta en el amor. FdS
dice : la caridad a ella sola nos coloca en la perfección pero la obediencia,
la castidad y la pobreza son los grandes medios para alcanzarla. La obediencia
consagra nuestro corazón, la castidad consagra nuestro cuerpo y la pobreza de
medios consagra nuestro amor al servicio de Dios. Son éstos los tres brazos de
la cruz espiritual, pero los tres asentados en un cuarto que es la humildad. Francisco
insiste en decir que para alcanzar la perfección evangélica no son los votos
los necesarios, salvo cuando se tiene una vocación religiosa. Lo esencial es
practicar las virtudes evangélicas en nuestra condición de vida, sin querer imitar
otro estado de vida diferente.
Todos los capítulos tratados en la Tercera parte de la
Introducción a la vida devota como que hacen eco a ese grito de amor o bien son
como una exposición de los elementos que figuran en ese retrato resumido de la
vida cristiana. Nos hacen pensar en la primera epístola de San Pablo a los
Corintios en su capítulo 13.
FdS comienza con la
paciencia, gracias a la cual podemos tomar posesión de nuestras almas y
vivir situaciones difíciles sin quejarnos pues miraremos a Jesús en su Pasión.
La humildad es el cimiento de todo
el edificio que queremos construir. Es esa la actitud fundamental de Cristo y
de los cristianos, junto con la suavidad
que es un amor de benevolencia.
Aprendan de mi, nos dice, pues « que soy suave y
humilde de corazón. La humildad ayuda a perfeccionarnos hacia Dios y la suavidad
hacia el prójimo. La caridad se vive en la verdad.
Ella nos evita de calumniar o de murmurar. Lejos de juzgar a los otros en forma temeraria, la
caridad nos invita a mirar
favorablemente al prójimo en la mayor medida de lo posible. Gracias a ella,
podremos ser justos y equitativos en
nuestros actos. El amor nos lleva así a ser fieles en las grandes ocasiones y también en las pequeñas. Mediante
todo eso, reconocemos la invitación que hace San Pablo, a dejar que el Espíritu
Santo produzca en nuestra vida ‘caridad, gozo, paz, longanimidad,
serviabilidad, bondad, confianza en los demás, suavidad, control de sí mismo’.
Vivir en medio del mundo no siempre es cosa fácil. De ahí que FdS pida a los
cristianos que se asocien y se apoyen los unos a los otros para seguir
marchando hacia el objetivo.
Vivir así « en medio del
mundo » no es fácil. “Es necesario aliarse los unos con los otros mediante
una amistad santa y sagrada gracias a lo cual ellos se dan ánimo, se ayudan y
se apoyan mutuamente para el bien.”
La amistad es
tan importante para FdS que por ello le dedica 6 capítulos en la Tercera parte
de libro. Tres condiciones se requieren para que un amor sea verdadera
amistad : 1) que sea mutuo, 2) que las dos personas sepan que las une el
amor, y 3) que haya comunicación entre ambas.
Los amoríos -
amores frívolos, flirt – son malos, son locuras y desvaríos que niegan el
verdadero amor y el corazón tanto a Dios mismo como a la esposa y al marido ;
carecen de fundamento y de razón ; excluyen todo provecho, honor y
satisfacción… Las amistades verdaderas
están fincadas en Dios. Si la comunicación tiene lugar en la caridad, la
devoción, la perfección cristiana, entonces la amistad será preciosa. Será
excelente en verdad, 1) porque viene de Dios ; 2) porque tiende hacia
Dios ; 3) porque es lazo con Dios, y 4) porque durará eternamente en Dios
mismo. Necesaria para los cristianos que vivimos en el mundo, la amistad
verdadera tiene su base en el Evangelio y en la historia de la Iglesia. Por
ellos estamos invitados a cultivar las
buenas amistades y precavernos de las malas. La amistad verdadera es signo
de que se avanza juntos por el camino de la santidad. La amistad
es un testimonio que se rinde a Dios, trinidad de amor, a cuya imagen hemos
sido hechos. Es una via de apostolado :
es hacernos amigos de aquellos con quienes deseamos compartir la Buena Nueva de Jesucristo.
4. Descubrir y vencer los obstáculos en la ruta.
En el camino de la santidad vamos a encontrar obstáculos,
algunos nos son ajenos y otros nos son propios. Lo que no sorprende pues diríase,
forma parte del programa. Jesús nos advirtió cuando dijo a sus discípulos :
‘si el mundo los odia, sepan que a mí me odió antes que a ustedes. Si son
ustedes del mundo, el mundo buscará su bien. Aquí, el mundo es aquel que rehusa
a Cristo y la luz que El representa. En reacción a esas palabras de Jesús, FdS
escribe : « no estaremos bien con el mundo salvo perdidos en El… Estamos crucificados en el mundo y el mundo nos
debe crucificar ; nos toma por locos pues tomémosle por insensato » Frente a las dificultades internas y
externas, debemos ser firmes en nuestros objetivos, invariables en nuestras
resoluciones y tener el necesario valor.
Algunos obstáculos llevan por nombre « tentaciones ». ¿De qué se trata ?
Pues son como intentos de romper o debilitar la alianza y la amistad entre Dios
y nosotros. Las tentaciones actúan en tres etapas - aunque no siempre de forma
clara y sistemática. En primer lugar, el pecado se presenta (1), a la persona
le gusta o le disgusta (2), finalmente la persona consiente o rechaza (3). Pero mientras no hay consentimiento, no hay pecado
pues sentir no es consentir. En la segunda etapa puede haber lucha pues nuestra
parte débil mira con gusto la proposición mientras que nuestra parte fuerte
rehusa. Debemos tener confianza y continuar valerosamente en el camino y en paz
pues si luchamos, acabaremos venciendo.
¿Qué remedios hay
contra las tentaciones, sean grandes o pequeñas? El primero es la oración. Seguidamente
no mirar de frente la tentación, más bien mirar a nuestro Señor. Hay que
distraer el espíritu con algunas ocupaciones buenas y loables. El mejor remedio
es abrir nuestro corazón a un guía espiritual y comunicarle lo que sentimos. En
cuanto a las pequeñas tentaciones cotidianas, no deben atormentarnos si en
verdad queremos servir a Dios.
La inquietud y la
tristeza son grandes tentaciones contras las cuales hay que luchar de
manera especial. La inquietud la
crea el deseo desordenado de
liberarse del mal que se reconoce o de conquistar el bien que se desea. Y es
cuando llega el mayor mal a nuestra alma, aparte el pecado, pues nos hace
perder la fuerza de vivir y de luchar. Y ¿qué remedios para oponernos? Pues tratar
de hacer las cosas no como lo deseamos sino como lo indica la razón,
procediendo tranquilamente, cosa por cosa, sin precipitarse. El mejor de los
remedios es confiar nuestra inquietud a nuestro guía espiritual o a una persona
amiga que pueda ayudarnos. La tristeza
puede ser buena o mala, según los efectos que produce. Dos efectos son buenos, la
misericordia y la
penitencia. Pero hay en cambio seis efectos malos de la tristeza :
la angustia, la pereza, la indignación, el celo, la envida y la impaciencia. Y ¿qué
remedios para eso ? Hay diez que son soberanos: Orar – continuar la tarea
– cantar interiormente – ocuparnos en trabajos exteriores diversos – ayudarse
con gestos exteriores de fervor – hacer una penitencia corporal moderada –
comulgar – confiarnos a nuestro conductor o confesor – frecuentar personas
serenas y espirituales, y finalmente, ocurra lo que ocurra, ponernos
enteramente en las manos de Dios.
Una regla capital :
tanto en los consuelos espirituales y sensibles como en las sequías y esterilidades
espiritualidades, hay que esforzarse por alcanzar un equilibrio del corazón que
sea continuo e inviolable. Recordemos también que la santidad no es asunto de
sentimientos. La verdadera y sólida devoción (vida espiritual) consiste en
tener una voluntad constante, resuelta, pronta y activa para hacer lo que
sabemos es grato a Dios. Encontramos siempre así las palabras de Jesús : Hago
siempre lo que place a mi Padre.
5. Renovar nuestra vida cristiana.
Esto es necesario y podemos lograrlo pues al darnos el
don de la fe, del bautismo y de los otros sacramentos, Dios nos procura un
dinamismo que se ejerce a través de los mismos sacramentos. Cada don de Dios
lleva en sí la fuerza necesaria para renovar constantemente la persona que
recibe ese don.
Eso es una necesidad que
impone la debilidad y la fragilidad de nuestra condición humana. Si no
reaccionamos, iremos bajando por la pendiente de la mediocridad y a veces del
pecado. Debemos reiterar y repetir frecuentemente nuestros buenos propósitos de
servir a Dios.
El tener presentes
las bondades de Dios que nos ha llamado y acogido en su familia, es una
excelente manera de renovarnos y de avanzar por el camino del amor y del servicio,
con pleno gozo. Por eso conviene examinar
con frecuencia el estado de nuestra
alma hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia el prójimo, verificando así
nuestros sentimientos. Podemos mejorar lo que es deficiente y consolidar lo que
se halla en la línea del Evangelio.
Para renovar
nuestros buenos propósitos, FdS nos invita a considerar la excelencia de
nuestra alma, es decir la grandeza de nuestra vocación ; la excelencia de
las virtudes o la belleza de la vida cristiana ; el ejemplo de los santos ;
el amor que nos tiene Jesucristo que es infinito y muy personal ; el amor eterno
de Dios hacia nosotros, antes del advenimiento de Jesús e incluso antes de la
creación del mundo.
En conclusión, tengamos presentes tres consejos útiles
para seguir nuestro camino :
-
En los primeros días de cada mes, hacer la “protestación”
que se encuentra en la primera parte de la IVD.
-
Comprometerse a tratar de ser santo ; no digo ser
santo sino querer serlo.
-
Vivir el Evangelio abiertamente, sin temor a lo que
piense la gente.
-
Continuar y perseverar en esta bella empresa de la vida
según el Espíritu. Mirar a
Jesucristo, no negarlo a cambio del mundo.
¡Que viva Jesús !
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