viernes, 14 de noviembre de 2014




Asociación Hijas de San Francisco de Sales
Región Argentina
ENCUENTRO NACIONAL
Córdoba, 24 al 26 de octubre de 2014
 “Salgamos presurosas a anunciar con alegría el Evangelio

Distinguidas damas

Menudo riesgo dictar en una hora una conferencia sobre la Introducción a la vida devota (IVD). Sin embargo, me atreveré y comienzo situando la IVD. El contexto histórico de nuestro tiempo es muy diferente del pasado pero fácil es reconocer que la obra conserva actualidad. Nos habla de la relación del ser humano con Dios en respuesta a la relación de Dios con el ser humano. Por ello citaré más adelante palabras de Francisco de Sales cuando describe lo que es la devoción. Seguidamente resumiré el mensaje de la IVD, inspirándome en buena medida en la contribución de François Corrignan publicada en un reciente número de « Paix et Joie »

Francisco de Sales vivió en una época muy agitada. En aquel entonces, religión y política se influenciaban mutuamente. En su origen católica, la Savoya había perdido su independencia y se había vuelto parcialmente calvinista. Una vez recobrada su independencia, quedó dividida en dos regiones cada una de confesión cristiana diferente. En realidad, puede decirse que la confesión religiosa era más una etiqueta que una fe vivida. El cristiano se pegunta hoy cómo era posible vivir su fe en ese Occidente que poco a poco se volvía pagano. La IVD trata de dar respuesta a esa interrogante capital. Pero, no podríamos decir que el Occidente de nuestros días se encuentra en una situación semejante ?

La respuesta de Francisco de Sales fue madurando lentamente a la luz de los vaivenes de su vida personal, enriquecida con su experiencia pastoral. Sus padres venían ambos de la antigua nobleza de la Savoya. Su padre confiaba en que su primogénito Francisco asumiría su rango en la nobleza y por ello se proponía darle una sólida formación. Francisco cursó sus primeros años de primaria en una escuela cercana al castillo de Sales, pasó seguidamente a un colegio de Annecy, y de los 12 o los 15 años - se discute aún sobre ese dato - hasta los 21 estudió en París. A partir de cierto momento, combina el derecho y la teología. Entra en contacto con las ideas de lo que hoy llamamos teoría de la predestinación. Francisco trabajaba con exceso y se encontraba un tanto agotado. Siente pánico y teme encontrarse entre los condenados. Comparemos ese estado de ánimo con las crisis por las que atraviesan muchos jóvenes en la actualidad, que pueden provocar anorexia y hasta suicidio. Hallándose en una capilla consagrada a la Virgen, Francisco escapa a la situación abandonándose a la Providencia. Es ésa la clave del salesianismo. Francisco reanuda estudios en Padua donde recibe la triple influencia de un profesor de derecho, de su confesor y del « Combate espiritual » de Scupoli, obra que conservará por años en su bolsa, leyendo día a día algún pasaje. Al fin, bien formado intelectual y espiritualmente, vuelve a la Savoya y rápidamente hace comprender a su padre su deseo de consagrarse a la Iglesia. Ya siendo jóven sacerdote se ofrece voluntario para lograr la reconquista católica de la región de Savoya que lleva el nombre de Chablais. Ese contacto directo, violento a veces, con la realidad protestante - y que pone en riesgo su vida - contribuye a la formación de Francisco. Se le abren los ojos y comprende que su época ha perdido la fe y que la Iglesia moderna debe insistir más en la convicción que en la institución. No es acaso lo que nosotros pudimos comprender tras el concilio Vaticano II ? A los 32 años de edad, Francisco es nombrado coadjutor del obispo de Ginebra y se le confían dos misiones importantes. Una en Roma, donde encontrará a los actores de la renovación pastoral, lo que más tarde le será fuente de inspiración. La segunda en París, donde pudo frecuentar grandes personalidades de la espiritualidad francesa en el círculo de Madame Acarie. En 1602, Francisco toma la sucesión de su obispo. Es entonces cuando comienza su correspondencia espiritual. En 1604 dicta los sermones de Cuaresma en la ciudad de Dijon, y conocerá a Madame de Chantal. A finales de 1605, inicia la visita pastoral de todas las parroquias de su diócesis. En marzo de 1608, Madame de Chamoisy deja Annecy para instalarse en Chambéry, lo que da lugar a la publicación de la Introducción a la Vida Devota. Para entonces Francisco tiene algo más de cuarenta años y un serio bagaje intelectual, espiritual y pastoral, más un sólido conocimiento de lo que podemos llamar lo político y social de su época. Como se sabe, Francisco no tenía claramente la intención de publicar la IVD pero al ver el éxito de la primera edición, se ve obligado a revisarla, lo que le llevará casi diez años hasta llegar a la edición definitiva. Así pues, se trata de una obra a la que dedica gran esmero. Es ésta la versión de la IVD de la que se dispone hoy día.

A la luz de lo que precede, no sorprende que Francisco de Sales sea un espíritu analítico y sintético que posee además el sentido de la estructura. Por esas mismas razones le tengo tanta estima. Las cualidades que recién he mencionado resaltan al leer la IVD, tanto en su conjunto como al considerar sus diferentes partes o capítulos. Nos puede engañar la aparente sencillez de la IVD. En realidad es una obra muy rica. Y es eso lo que me propongo descubrir o más bien redescubrir con ustedes en esta conferencia. Veamos primeramente el conjunto. Es sabido que la IVD consta de cinco partes a las que François Corrignan ha dado los títulos siguientes : 1. Pasar del deseo a la decisión. - 2. Conservar la amistad con Dios. - 3. Vivir como cristianos en el mundo. - 4. Detectar y vencer los obstáculos. - 5. Renovar nuestra vida cristiana.
Veamos lo que Francisco nos dice, pero antes escuchemos algunas páginas de su obra :

          “La viva y verdadera devoción, ¡oh Filotea! presupone el amor de Dios; mas no un amor cualquiera, porque, cuando el amor divino embellece a nuestras almas, se llama gracia, la cual nos hace agradables a su divina Majestad; cuando nos da fuerza para obrar bien, se llama caridad; pero, cuando llega a un tal grado de perfección, que no sólo nos hace obrar bien, sino además, con cuidado, frecuencia y prontitud, entonces se llama devoción. Las avestruces nunca vuelan; las gallinas vuelan, pero raras veces, despacio, muy bajo y con pesadez; mas las águilas, las palomas y las golondrinas vuelan con frecuencia veloces y muy altas. De la misma manera, los pecadores no vuelan hacia Dios por las buenas acciones, pero son terrenos y rastreros; las personas buenas, pero que todavía no han alcanzado la devoción, vuelan hacia Dios por las buenas oraciones, pero poco, lenta y pesadamente; las personas devotas vuelan hacia Dios, con frecuencia, con prontitud y por las alturas. En una palabra, la devoción no es más que una agilidad y una viveza espiritual, por cuyo medio la caridad hace sus obras en nosotros, o nosotros por ella, pronta y afectuosamente, y, así como corresponde a la caridad el hacernos cumplir general y universalmente todos los mandamientos de Dios, corresponde también a la devoción hacer que los cumplamos con ánimo pronto y resuelto. Por esta causa, el que no guarda todos los mandamientos de Dios, no puede ser tenido por bueno ni devoto, porque, para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, además de la caridad se requiere una gran diligencia y presteza en los actos de esta virtud.
         Y, puesto que la devoción consiste en cierto grado de excelente caridad, no sólo nos hace prontos, activos y diligentes, en la observancia de todos los mandamientos de Dios, sino además, nos incita a hacer con prontitud y afecto, el mayor número de obras buenas que podemos, aun aquellas que no están en manera alguna mandadas, sino tan sólo aconsejadas o inspiradas. Porque, así como un hombre que está convaleciente anda tan sólo el camino que le es necesario, pero lenta y pesadamente, de la misma manera, el pecador recién curado de sus iniquidades, anda lo que Dios manda, pero despacio y con fatiga, hasta que alcanza la devoción, ya que entonces, como un hombre lleno de salud, no sólo anda sino que corre y salta «por los  caminos de los mandamientos de Dios», y, además, pasa y corre por las sendas de los consejos y de las celestiales inspiraciones. Finalmente, la caridad y la devoción sólo se diferencian entre sí como la llama y el fuego; pues siendo la caridad un fuego espiritual, cuando está bien encendida se llama devoción, de manera que la devoción nada añade al fuego de la caridad, fuera de la llama que hace a la caridad pronta, activa y diligente no sólo en la observancia de los mandamientos de Dios, sino también en la práctica de los consejos y de las inspiraciones celestiales.
         Los que desalentaban a los israelitas, para que no fueran a la tierra de promisión, decían que era una tierra que «devoraba a sus habitantes», es decir que su ambiente era tan dañino que era imposible vivir allí mucho tiempo y que sus moradores eran gentes tan monstruosas que se comían a los demás hombres como a las langostas. Así el mundo, mi querida Filotea, difama tanto cuanto puede a la devoción, pintando a las personas devotas con aire sombrío, triste y melancólico, y diciendo que la devoción comunica humores displicentes e insoportables. Mas, así como Josué y Caleb aseguraban que no sólo era buena y bella la tierra prometida, sino también que su posesión había de ser dulce y agradable, de la misma manera el Espíritu Santo, por boca de todos los santos y Nuestro Señor por la suya propia, nos aseguran que la vida devota es una vida dulce, feliz y amable.
         El mundo ve que los devotos ayunan, oran, sufren las injurias, cuidan a los enfermos, dominan su cólera, refrenan y ahogan sus pasiones, se privan de los placeres sensuales y practican éstas y otras obras que de suyo y en su propia substancia y calidad, son ásperas y rigurosas. Mas el mundo no ve la devoción interior y cordial, que hace que todas estas acciones sean agradables, suaves y fáciles.
… En la creación, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una según su especie; de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia, les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno según su condición y estado. De diferente manera han de practicar la devoción el noble y el artesano, el criado y el príncipe, la viuda, la soltera y la casada; y no solamente esto, sino que es menester acomodar la práctica de la devoción a las fuerzas, a los quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular.
… Es un error, y aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de los soldados, del taller de los obreros, de la corte de los príncipes y del hogar de los casados. Es cierto, Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y propia de los religiosos, no puede ser ejercitada en aquellas vocaciones; pero también lo es que, además de estas tres clases de devoción, existen muchas otras, muy a propósito para perfeccionar a los que viven en el siglo.
… Dondequiera que nos encontremos, podemos y debemos aspirar a la perfección.”  (fin de la cita)

         Existen textos bíblicos que nos gusta releer o que son propicios para la meditación. Lo que acabamos de escuchar de Francisco de Sales es de ése orden. Veamos ahora las cinco partes de la IVD.

1. Pasar del deseo a la decisión.
         Para viajar es menester conocer de antemano el objetivo y fijar el itinerario. Tratándose de la devoción, hay que preguntarse: ¿cuál es el objetivo y, seguidamente, qué debe hacerse ? El llamado a la santidad o a la vida perfecta según el evangelio se halla en nuestro mismo bautizo. Pero, ¿qué cosa es la santidad o perfección de la caridad ?
         Cómo saber lo que place a Dios.
Existen cuatro referencias fáciles de conservar : Los mandamientos, los consejos, las inspiraciones y los acontecimientos. Es así como Dios nos da a conocer su voluntad o sus deseos. Mandamientos son los diez de la Alianza entre Dios y su pueblo, resumidos por Jesús en dos frases : Amarás a Dios sobre todas las cosas y Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Esos mandamientos valen para todos, en todas partes y en todo tiempo. Los consejos evangélicos son los que enuncia Jesús como el que dice :  « si quieres seguirme, ser perfecto… » Dios no quiere que cada uno acepte todos sus consejos sino solamente aquellos que conviene según las personas, los tiempos, las ocasiones y las fuerzas disponibles, tal como lo requiere la caridad. (TAD)
Las inspiraciones son mensajes amistosos que Dios envía al fondo de nuestro corazón o de nuestro espíritu, o mediante personas o cosas con el fin de iluminarnos, invitarnos, estimularnos, guiarnos, empujarnos a la acción…
En cuanto a los acontecimientos, es menester descifrarlos puesto que no siempre nos aparece claramente su significado o no los comprendemos cuando se presentan. Sin embargo, Dios los utiliza para hablarnos ; el placer de Dios poco se conoce, salvo mediante los acontecimientos. (TAD)
Vamos hacia un hermoso país.
Los hebreos vacilaron antes de entrar en el país de Canaan que les había sido prometido. Por fortuna, Caleb declaró : avancemos a conquistar ese país porque somos capaces de hacerlo. Asimismo, muchos cristianos vacilan para lanzarse por el camino de la santidad pese a que todos somos capaces de hacerlo. Todos, sin excepción, aunque seguir a Cristo no es fácil todos los días. La escala de Jacob es una imagen que pone de manifiesto la hermosura de ese reino y la Alianza de Dios con nosotros. Es ése el verdadero marco de la vida cristiana. En efecto, la escala toca tanto el cielo como la tierra, para mostrar que entre Dios y cada ser humano hay un lazo permanente. El ascender y el descender nunca se acaban. El ascender de la oración expresa el deseo de Dios ; el descenso de los sacramentos significa que Dios mismo se entrega a nosotros : por una parte, el deseo del amor ; por la otra, el don del amor. El amor se vive en la contemplación que tiende a unirse con Dios mediante la acción, gracias al servicio y el apoyo del prójimo. El amor de caridad aporta vigor y agilidad. La devoción es la perfección de la caridad.
No se avanza solo.
Hallándose aislado, un cristiano nunca se encuentra solo. Sabe que está acompañado de Dios de quien es hijo, de Jesús resucitado que prometió hallarse siempre entre nosotros, y del Espíritu que Jesús nos dejó para acompañarnos. El cristiano sabe también que está acompañado de todos los bautizados, donde se encuentren, avanzando juntos hacia la misma meta : es la perfección de la caridad. Hallarse en compañía de quien avanza con nosotros, nos guía y con quien compartimos la fe y la amistad, indica que la aventura de la santidad se vive en la Iglesia y no aisladamente. La fe cristiana es personal y comunitaria a la vez. FdeS se apoya en el ejemplo de Tobías y de su hijo para hacernos comprender la gran importancia y la necesidad de un guía para poder entrar y avanzar en la vida espiritual.
¿Qué debemos hacer ?
He ahí la pregunta que le hacían a Juan Bautista y a Jesús. La respuesta es siempre la misma hoy día : convertirse, cambiar el corazón y la forma de vida, lavarse del pecado, meditar sobre el sentido de la vida a la luz del amor de Dios y elegir el amor para poder vivir. Es lo que nos dice FdeS. Hay dos posibilidades : amarse a sí mismo y desaparecer y cada uno termina su vida terrestre en el momento de la muerte ; o bien, amar a Dios y a los demás y vivir así en la plenitud ; más allá de la muerte, el amor de Dios y el de los demás continúa y se desarrolla plenamente.
Amar para vivir se hace meditando sobre la gracia de Dios y nuestro último fin, término y finalidad de nuestra vida. Demos gracias a Dios por habernos creado, especialmente por el destino que su amor sin precio nos ha fijado : compartir su vida divina desde ahora ; seamos conscientes de las bondades de Dios, abramos los ojos sobre nuestros pecados, en particular la ingratitud hacia Dios y miremos lo ineluctable de la muerte pensando en nuestro juicio final. FdS nos dice que sería lamentable ir al infierno que es privación y pérdida de la gloria de Dios. Contemplemos largamente el paraíso y la nobleza, la hermosura y el abundante número de habitantes de este país feliz. Estamos pues listos para elegir el Reino. Jesús nos dice : « Venid » y María, su madre, nos dice « Valor » !
Convirtiéndome a mi Dios, le consagro mi espíritu con todas sus facultades, mi alma con todas sus potencias, mi corazón con todos sus afectos, mi cuerpo con todos sus sentidos. No quiero abusar jamás de ninguna parte de mi ser contra la voluntad de Dios. Quiero ser leal, obediente y fiel para siempre. Y si por debilidad recayera yo, quiero levantarme gracias al Espíritu Santo para convertirme nuevamente a la misericordia divina. Es ésa mi voluntad manifiesta ante la Iglesia, el cielo y la tierra.

2. Conservar y mantener la amistad con Dios
Una vez concluído un firme contrato con Dios, utilicemos los medios para ser fieles. Dos son los principales : la oración y los sacramentos; en ambos interviene la palabra de Dios por obra del Espíritu Santo cuya influencia toca la vida de las personas y de las comunidades.
La oración.
Necesaria como lo es, la oración es un acto de amor en el que participan la inteligencia y la voluntad, que nos trasforma poco a poco en aquel que contemplamos : en efecto, oración y vida son inseparables. El orar nos expone a Dios, en mente y corazón. Al orar, nuestra inteligencia se expone a la luz de Dios. Así, podemos conocerlo y conocernos en El, dejando que nos libere de ignorancias y prejuicios ; exponemos nuestro corazón al calor de Dios y nuestra voluntad al calor del amor celeste. Podemos conocer y reconocer así que Dios nos ama, acoger su llamado y sus preguntas. Aprendemos así, al igual que Jesús, a amar lo que place al Padre. Al igual del agua en un jardín, la oración hace reverdecer y florecer las plantas de nuestros buenos deseos, lava nuestras almas de impurezas y desaltera y expulsa las pasiones de nuestro corazón. FdS aconseja sobre todo la meditación del Evangelio pues Jesucristo es la única vía para llegar al Padre y, evidentemente, por Jesús aprendemos a ser cristianos. La meditación cristiana nos lleva al meollo del misterio de la encarnación : vemos a Dios en ese espejo que es Jesucristo. Mediante la oración, nos vamos transformando poco a poco hasta llegar a ser también espejo.
He aquí algunos consejos y condiciones favorables para ayudarnos a orar : consagrar cada día un momento para la oración, en particular para meditar ; buscar un lugar apropiado ; comenzar a orar mentalmente o de viva voz en la ‘presencia de Dios’ ; se puede recitar lentamente y con convicción las oraciones frecuentes : rosario, letanías y otras oraciones semejantes ; la oración comunitaria debe primar sobre nuestros gustos personales ; para las personas que viven en el mundo, el retiro espiritual es importante al correr de los días y de las actividades.La oración comunitaria significa hallarse interiormente con Dios, en medio del gentío y del trabajo ; lo mismo puede decirse de las aspiraciones, las oraciones jaculatorias y los buenos pensamientos. Esos ejercicios ayudan a permanecer en oración a lo largo del día, y nos permiten vivir una vida de oración.
Los sacramentos
Son éstos la lógica de la encarnación : el Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres sean divinizados. Esta divinización se logra principalmente por los sacramentos.
La penitencia es el sacramento que más ha evolucionado en el curso de la historia de la Iglesia. Los nombres que se le han dado expresan las facetas de su realidad : reconciliación, perdón, penitencia, confesión. Si queremos avanzar en la vida cristiana, se requiere recurrir con cierta frecuencia a ese sacramento. Por lo demás, sería lastimoso privarnos de un medio accesible que permite renovar nuestro bautizo en el peregrinar de la vida.
La eucaristía se halla en el centro de la vida cristiana. Todo gira alrededor de la eucaristía ; es el sacramento por excelencia al que nos lleva el bautizo y, en parte, la penitencia. La eucaristía es la mejor prueba del amor cercano, permanente de Dios, que transforma nuestra vida y nuestras comunidades cristianas. Por eso estamos invitados a ‘recibir por amor lo que sólo el amor puede dar’ para que podamos avanzar, reforzar y tener consuelo en el amor de Dios’ y podamos entregarnos con Cristo a nuestros hermanos en la humanidad. Aún cuando no sea posible asistir a misa cada día, siempre podemos unirnos mentalmente a las misas que se celebran día y noche en algún lugar de nuestro mundo.
La palabra de Dios
Esta se encuentra en el crucero de la oración y los sacramentos. Debe ser meditada y celebrada a la vez. Es el alimento de base de toda oración cristiana y precede, acompaña y prosigue toda celebración sacramental.
Cómo escuchar la palabra de Dios ? Con atención, respeto y voluntad de vivirla tras haberla interiorizado como lo hizo la Virgen María, que conservaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo. Si recibimos de esa manera la palabra, nos sentiremos poco a poco transformados en ella y acabaremos siendo palabra de Dios para otras gentes. Y si escuchamos a Jesús, el amadísimo Hijo, tal como nos lo pide el Padre, mayores posibilidades tendremos de ser escuchados de El cuando le invocamos.
El Espíritu Santo organiza.
            Pues anima la oración de los cristianos, da eficacia a las palabras y gestos sacramentales e inspira los discípulos de Cristo para que vivan plenamente la alianza, la amistad que los une a Dios. Su acción es esencial para que uno se desarrolle hasta alcanzar la talla adulta de Cristo y también para que toda la Iglesia se despliegue en el amor. Las inspiraciones son como mensajes amistosos que nos envía Dios mediante las palabras de la Biblia, los cantos, las oraciones, el encuentro de una persona, un acontecimiento grandioso o quizá banal en apariencia. Esos mensajes pueden tomar formas diversas ; lo importante de las inspiraciones es aceptarlas y pasar a la acción.

3. Vivir como cristiano en el mundo.
            La tercera parte de la IVD define cómo ser cristiano en el mundo. Hace un retrato de los discípulos y testigos de Cristo. Todos podemos encontrar las actitudes que conviene tomar y las orientaciones mejores. FdS nos habla de las virtudes que hay que practicar.
            Para comenzar convendría preguntarnos : qué conviene elegir una vez que hayamos comprendido que la caridad es lo que hace perfectos según el Evangelio. Aparte algunas virtudes generalmente conocidas, como la suavidad, la temperancia, la honradez y la humildad, ¿a cuál otra conviene darle prioridad ? Pues hay que dar preferencia a lo que más se ajusta a nuestro deber y no a lo que mejor nos conviene. Cada situación y cada condición de la vida requieren practicar alguna virtud en particular. Esto varía según las circunstancias. Entre las virtudes, se debe preferir las que sean más excelentes y no las más vistosas. Cada uno debiera elegir una manera de practicar tal o cual virtud, lo que acaba siendo la manera de ser de la persona. Y finalmente, cuando nos ataca un vicio determinado, hay que reaccionar, en la medida de lo posible, practicando la virtud contraria de ese vicio.
            Dicho eso, si queremos vivir como discípulos y testigos de Cristo, es menester que El viva en nosotros. A fin de que El viva en nuestros actos, nuestro espíritu, nuestra memoria. Francisco dice : «  por eso he querido ante todo grabar e inscribir en vuestro corazón las palabras santas « Viva Jesús », seguro como estoy de que seguidamente vuestra vida… dará frutos  …por escrito y marcados por la misma palabra de salvación, y puesto que el dulce Jesús vivirá en vuestro corazón, igual estará presente en todas vuestras acciones… »
            Lo anterior quiere decir que podremos practicar las mismas virtudes que otras personas que no comparten  nuestra fe. La diferencia reside en que las practicaremos con referencia a Jesucristo. FdS repite sin cesar : Mirar a Jesucristo, escuchar a Jesucristo, imitar a Jesucristo, imitar nuestra vida sobre la de Jesucristo al igual que una costurera utiliza un patrón para delinear, cortar y coser la prenda que desea llevar a cabo. Nos invita así a vivir sobre todo la suavidad y la humildad, esas dos hermosas y queridas virtudes que deslumbraban en la sagrada persona de nuestro Señor.
            Siendo la cruz el símbolo de los cristianos, podría representarse la imagen de la vida cristiana por una cruz de obediencia, de castidad, de pobreza, plantada en la humildad y envuelta en el amor. FdS dice : la caridad a ella sola nos coloca en la perfección pero la obediencia, la castidad y la pobreza son los grandes medios para alcanzarla. La obediencia consagra nuestro corazón, la castidad consagra nuestro cuerpo y la pobreza de medios consagra nuestro amor al servicio de Dios. Son éstos los tres brazos de la cruz espiritual, pero los tres asentados en un cuarto que es la humildad. Francisco insiste en decir que para alcanzar la perfección evangélica no son los votos los necesarios, salvo cuando se tiene una vocación religiosa. Lo esencial es practicar las virtudes evangélicas en nuestra condición de vida, sin querer imitar otro estado de vida diferente.
            Todos los capítulos tratados en la Tercera parte de la Introducción a la vida devota como que hacen eco a ese grito de amor o bien son como una exposición de los elementos que figuran en ese retrato resumido de la vida cristiana. Nos hacen pensar en la primera epístola de San Pablo a los Corintios en su capítulo 13.
            FdS comienza con la paciencia, gracias a la cual podemos tomar posesión de nuestras almas y vivir situaciones difíciles sin quejarnos pues miraremos a Jesús en su Pasión. La humildad es el cimiento de todo el edificio que queremos construir. Es esa la actitud fundamental de Cristo y de los cristianos, junto con la suavidad que es un amor de benevolencia.
            Aprendan de mi, nos dice, pues « que soy suave y humilde de corazón. La humildad ayuda a perfeccionarnos hacia Dios y la suavidad hacia el prójimo. La caridad se vive en la verdad. Ella nos evita de calumniar o de murmurar. Lejos de juzgar a los otros en forma temeraria, la caridad nos invita a mirar favorablemente al prójimo en la mayor medida de lo posible. Gracias a ella, podremos ser justos y equitativos en nuestros actos. El amor nos lleva así a ser fieles en las grandes ocasiones y también en las pequeñas. Mediante todo eso, reconocemos la invitación que hace San Pablo, a dejar que el Espíritu Santo produzca en nuestra vida ‘caridad, gozo, paz, longanimidad, serviabilidad, bondad, confianza en los demás, suavidad, control de sí mismo’. Vivir en medio del mundo no siempre es cosa fácil. De ahí que FdS pida a los cristianos que se asocien y se apoyen los unos a los otros para seguir marchando hacia el objetivo.
Vivir así « en medio del mundo » no es fácil. “Es necesario aliarse los unos con los otros mediante una amistad santa y sagrada gracias a lo cual ellos se dan ánimo, se ayudan y se apoyan mutuamente para el bien.”
            La amistad es tan importante para FdS que por ello le dedica 6 capítulos en la Tercera parte de libro. Tres condiciones se requieren para que un amor sea verdadera amistad : 1) que sea mutuo, 2) que las dos personas sepan que las une el amor, y 3) que haya comunicación entre ambas.
            Los amoríos  - amores frívolos, flirt – son malos, son locuras y desvaríos que niegan el verdadero amor y el corazón tanto a Dios mismo como a la esposa y al marido ; carecen de fundamento y de razón ; excluyen todo provecho, honor y satisfacción…  Las amistades verdaderas están fincadas en Dios. Si la comunicación tiene lugar en la caridad, la devoción, la perfección cristiana, entonces la amistad será preciosa. Será excelente en verdad, 1) porque viene de Dios ; 2) porque tiende hacia Dios ; 3) porque es lazo con Dios, y 4) porque durará eternamente en Dios mismo. Necesaria para los cristianos que vivimos en el mundo, la amistad verdadera tiene su base en el Evangelio y en la historia de la Iglesia. Por ellos estamos invitados a cultivar las buenas amistades y precavernos de las malas. La amistad verdadera es signo de que se avanza juntos por el camino de la santidad. La amistad es un testimonio que se rinde a Dios, trinidad de amor, a cuya imagen hemos sido hechos. Es una via de apostolado : es hacernos amigos de aquellos con quienes deseamos compartir la Buena Nueva de Jesucristo.

4. Descubrir y vencer los obstáculos en la ruta.
            En el camino de la santidad vamos a encontrar obstáculos, algunos nos son ajenos y otros nos son propios. Lo que no sorprende pues diríase, forma parte del programa. Jesús nos advirtió cuando dijo a sus discípulos : ‘si el mundo los odia, sepan que a mí me odió antes que a ustedes. Si son ustedes del mundo, el mundo buscará su bien. Aquí, el mundo es aquel que rehusa a Cristo y la luz que El representa. En reacción a esas palabras de Jesús, FdS escribe : « no estaremos bien con el mundo salvo perdidos en El…  Estamos crucificados en el mundo y el mundo nos debe crucificar ; nos toma por locos pues tomémosle por insensato »  Frente a las dificultades internas y externas, debemos ser firmes en nuestros objetivos, invariables en nuestras resoluciones y tener el necesario valor.
            Algunos obstáculos llevan por nombre « tentaciones ». ¿De qué se trata ? Pues son como intentos de romper o debilitar la alianza y la amistad entre Dios y nosotros. Las tentaciones actúan en tres etapas - aunque no siempre de forma clara y sistemática. En primer lugar, el pecado se presenta (1), a la persona le gusta o le disgusta (2), finalmente la persona consiente o rechaza (3). Pero  mientras no hay consentimiento, no hay pecado pues sentir no es consentir. En la segunda etapa puede haber lucha pues nuestra parte débil mira con gusto la proposición mientras que nuestra parte fuerte rehusa. Debemos tener confianza y continuar valerosamente en el camino y en paz pues si luchamos, acabaremos venciendo.
            ¿Qué remedios hay contra las tentaciones, sean grandes o pequeñas? El primero es la oración. Seguidamente no mirar de frente la tentación, más bien mirar a nuestro Señor. Hay que distraer el espíritu con algunas ocupaciones buenas y loables. El mejor remedio es abrir nuestro corazón a un guía espiritual y comunicarle lo que sentimos. En cuanto a las pequeñas tentaciones cotidianas, no deben atormentarnos si en verdad queremos servir a Dios.
            La inquietud y la tristeza son grandes tentaciones contras las cuales hay que luchar de manera especial. La inquietud la crea el deseo desordenado de liberarse del mal que se reconoce o de conquistar el bien que se desea. Y es cuando llega el mayor mal a nuestra alma, aparte el pecado, pues nos hace perder la fuerza de vivir y de luchar. Y ¿qué remedios para oponernos? Pues tratar de hacer las cosas no como lo deseamos sino como lo indica la razón, procediendo tranquilamente, cosa por cosa, sin precipitarse. El mejor de los remedios es confiar nuestra inquietud a nuestro guía espiritual o a una persona amiga que pueda ayudarnos. La tristeza puede ser buena o mala, según los efectos que produce. Dos efectos son buenos, la misericordia y la penitencia. Pero hay en cambio seis efectos malos de la tristeza : la angustia, la pereza, la indignación, el celo, la envida y la impaciencia. Y ¿qué remedios para eso ? Hay diez que son soberanos: Orar – continuar la tarea – cantar interiormente – ocuparnos en trabajos exteriores diversos – ayudarse con gestos exteriores de fervor – hacer una penitencia corporal moderada – comulgar – confiarnos a nuestro conductor o confesor – frecuentar personas serenas y espirituales, y finalmente, ocurra lo que ocurra, ponernos enteramente en las manos de Dios.
            Una regla capital : tanto en los consuelos espirituales y sensibles como en las sequías y esterilidades espiritualidades, hay que esforzarse por alcanzar un equilibrio del corazón que sea continuo e inviolable. Recordemos también que la santidad no es asunto de sentimientos. La verdadera y sólida devoción (vida espiritual) consiste en tener una voluntad constante, resuelta, pronta y activa para hacer lo que sabemos es grato a Dios. Encontramos siempre así las palabras de Jesús : Hago siempre lo que place a mi Padre.

5. Renovar nuestra vida cristiana.
            Esto es necesario y podemos lograrlo pues al darnos el don de la fe, del bautismo y de los otros sacramentos, Dios nos procura un dinamismo que se ejerce a través de los mismos sacramentos. Cada don de Dios lleva en sí la fuerza necesaria para renovar constantemente la persona que recibe ese don.
Eso es una necesidad que impone la debilidad y la fragilidad de nuestra condición humana. Si no reaccionamos, iremos bajando por la pendiente de la mediocridad y a veces del pecado. Debemos reiterar y repetir frecuentemente nuestros buenos propósitos de servir a Dios.
            El tener presentes las bondades de Dios que nos ha llamado y acogido en su familia, es una excelente manera de renovarnos y de avanzar por el camino del amor y del servicio, con pleno gozo. Por eso conviene examinar con frecuencia el estado de nuestra alma hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia el prójimo, verificando así nuestros sentimientos. Podemos mejorar lo que es deficiente y consolidar lo que se halla en la línea del Evangelio.
            Para renovar nuestros buenos propósitos, FdS nos invita a considerar la excelencia de nuestra alma, es decir la grandeza de nuestra vocación ; la excelencia de las virtudes o la belleza de la vida cristiana ; el ejemplo de los santos ; el amor que nos tiene Jesucristo que es infinito y muy personal ; el amor eterno de Dios hacia nosotros, antes del advenimiento de Jesús e incluso antes de la creación del mundo.

            En conclusión, tengamos presentes tres consejos útiles para seguir nuestro camino :
-         En los primeros días de cada mes, hacer la “protestación” que se encuentra en la primera parte de la IVD.
-         Comprometerse a tratar de ser santo ; no digo ser santo sino querer serlo.
-         Vivir el Evangelio abiertamente, sin temor a lo que piense la gente.
-         Continuar y perseverar en esta bella empresa de la vida según el Espíritu. Mirar a Jesucristo, no negarlo a cambio del mundo.
¡Que viva Jesús !


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