Rezar no es perder el tiempo, dice Papa
Francisco
VATICANO, 27 Nov. 14 / 09:51 am (ACI).-
En su discurso a los participantes de la asamblea plenaria de los
religiosos y los consagrados esta mañana, el Papa Francisco aseguró que “rezar
no es perder tiempo, que adorar a Dios y alabarlo no es perder tiempo”.
Así lo indicó el Santo Padre en sus palabras a los participantes de la
plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, a quienes señaló:
“díganles a los nuevos miembros, por favor, rezar no es perder tiempo, que
adorar a Dios y alabarlo no es perder tiempo. Si nosotros, los consagrados, no
nos detenemos cada día ante Dios en la gratuidad de la oración, el vino se
volverá vinagre''.
El Papa hizo esta afirmación en relación al tema de la plenaria “Vino
nuevo en odres nuevos''. A los casi 80 participante el Santo Padre dijo que “en
la parcela de la viña del Señor representada por los que han elegido imitar a
Cristo más de cerca mediante la profesión de los consejos evangélicos, ha
madurado la uva nueva uva y se ha exprimido el vino nuevo”.
“En estos días se han propuesto discernir la calidad y el sabor del ‘vino
nuevo’ cosechado en la larga temporada de la renovación, y al mismo tiempo
evaluar si los odres que lo contienen, representados por las formas
institucionales presentes hoy en día en la vida consagrada, son adecuados para
contener este ‘vino nuevo’ y favorecer su plena madurez”.
“Como les he recordado otras veces no debemos tener miedo de dejar los
‘odres viejos’: es decir, de renovar los hábitos y las estructuras que, en la
vida de laIglesia y, por tanto, también en la vida
consagrada ya no responden a lo que Dios nos pide hoy para que su Reino avance
en el mundo: las estructuras que nos dan falsa protección y condicionan el
dinamismo de la caridad y los hábitos que nos alejan del rebaño al que hemos
sido enviados y nos impiden escuchar el grito de los que esperan la Buena Nueva
de Jesucristo''.
El Santo Padre dijo luego que no escondan “los puntos débiles que puede
tener la vida consagrada en nuestros días como la resistencia de algunos sectores
al cambio, la menor fuerza de atracción, el importante número de abandonos, la
fragilidad de algunas rutas de formación, el afán por las tareas
institucionales y ministeriales a expensas de la vida espiritual, la difícil
integración de la diversidad cultural y generacional, el problemático
equilibrio en el ejercicio de la autoridad y en el uso de bienes”.
“Me preocupa también la pobreza... San Ignacio decía que la pobreza es
la madre y también el muro de la vida consagrada. Y es madre también porque da
vida y como muro protege de la mundanidad. Seguís queriendo escuchar las
señales del Espíritu que abre nuevos horizontes y empuja a nuevos caminos,
siempre partiendo de la regla suprema del Evangelio e inspirados por la audacia
creativa de vuestros fundadores y fundadoras''.
El Papa enumeró después los criterios de orientación a seguir en la
''ardua tarea de evaluar el vino nuevo y comprobar la calidad de los odres'',
citando entre ellos, la originalidad evangélica de las opciones, la fidelidad
carismática, la primacía del servicio, la atención a los más pequeños y
frágiles y el respeto por la dignidad de cada persona.
Antes de finalizar, animó a los presentes a seguir trabajando con
generosidad e ingenio en la viña del Señor, ''para cosechar el vino bueno que
revitaliza la vida de la Iglesia y alegra los corazones de tantos hermanos y
hermanas necesitados de vuestra atención'.
Luego subrayó que ''tampoco la sustitución de los odres viejos por los
nuevos no es automática sino que requiere el compromiso y la capacidad para
proporcionar el espacio idóneo para acoger y hacer fructificar los dones con
que el Espíritu sigue embelleciendo a la Iglesia su esposa''.
Para concluir el Papa dijo: “no se olviden de proseguir el camino de
renovación iniciado y ,en gran medida, realizado en los últimos cincuenta años,
examinado toda novedad a la luz de la Palabra de Dios y escuchando las
necesidades de la Iglesia y del mundo contemporáneo y utilizando todos los
medios que la Iglesia pone a vuestra disposición para avanzar en el camino de
vuestra santidad personal y comunitaria. Y entre estos medios el más importante
es la oración”.
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