sábado, 8 de agosto de 2015

ECOS DE LA PALABRA 09-08-2015



ECOS DE LA PALABRA
Lecturas de la Misa
Domingo 9 de Agosto de 2015
XIX Domingo Ordinario
Primera Lectura
I Reyes 19:4-8
4El caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo una retama. Se deseó la muerte y dijo: «¡Basta ya, Yahveh! ¡Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres!»5Se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel le tocó y le dijo: «Levántate y come.»6Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar.7Volvió segunda vez el ángel de Yahveh, le tocó y le dijo: «Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti.»8Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.

Salmo Responsorial
Salmo 34:2-9
2Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza;3en Yahveh mi alma se gloría, ¡óiganlo los humildes y se alegren!4Engrandeced conmigo a Yahveh, ensalcemos su nombre todos juntos.5He buscado a Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.6Los que miran hacia él, refulgirán: no habrá sonrojo en su semblante.7Cuando el pobre grita, Yahveh oye, y le salva de todas sus angustias.8Acampa el ángel de Yahveh en torno a los que le temen y los libra.9Gustad y ved qué bueno es Yahveh, dichoso el hombre que se cobija en él.

Segunda Lectura
Efesios 4:30--5:2
430No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención.31Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros.32Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo.51Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos,2y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma.

Evangelio
Juan 6:41-51
41Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.»42Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»43Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.44«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.45Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.46No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.47En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.48Yo soy el pan de la vida.49Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;50este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.51Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

Perspectiva Salesiana
“Libérense de toda esa amargura, esa rabia, de las vulgaridades, de las calumnias y las malas intenciones. Mas bien sean generosos, demuestren compasión y perdónense los unos a los otros”. 
“En el principio era la Palabra. La palabra estaba con Dios. La palabra era Dios. Por medio de la Palabra Dios creo todas las cosas; sin la Palabra no se hizo nada de lo que se ha hecho”. 
Del mismo modo en que Palabra, que es Jesucristo, es la fuente de todo el poder, nuestras palabras también son poderosas. En los mejores momentos nuestras palabras nutren, sanan, y crean. En los peores momentos nuestras palabras asfixian, hieren, y destruyen. 
San Pablo era muy consciente de esta realidad. Al igual que San Francisco de Sales. 
Nosotros también lo somos. 
San Francisco de Sales comenta que un discurso negativo engendra “desdén hacia nuestros vecinos, vanidad, autocomplacencia, y tiene cientos de otros efectos perniciosos entre los cuales se halla la peor de todas las pestes que puede darse en una conversación: la calumnia”. Y continúa: “La calumnia es como un tipo de asesinato… si alguien lograra eliminar la calumnia del mundo, lograría también remover una gran parte de los pecados e injusticias del mismo”. 
Usar palabras “dulces, compasivas y que promuevan el perdón mutuo” no solo se trata de ser una buena persona: se trata de hacer justicia. Se trata de otorgarle a cada quien lo que merece; se trata de respetar a los demás; se trata de reconocer la dignidad que Dios nos ha dado. Ultimadamente, se trata de utilizar el poder de esa habilidad que Dios nos ha dado, encarnada en el lenguaje, de forma que ayude a construir – y no a derrumbar- el pueblo de Dios.

La espiritualidad salesiana es conocida por su sentido práctico. ¿Qué puede ser más práctico que utilizar nuestras palabras para fortalecer, animar, y apoyarnos los unos a los otros? ¿Qué puede estar más fácilmente disponible que nuestras propias palabras como obsequio para los demás? Aún cuando nos veamos en la necesidad de cuestionar o de corregir a los demás, debemos hablar de forma que podamos promover la sanación: nuestra lengua, dice San Francisco “debe ser como un bisturí en manos de un cirujano que está cortando entre nervios y tendones”. Santa Juana de Chantal observa: “cuando deban corregir a alguien, háganlo en privado y con amabilidad”.

En el principio era la Palabra. Que nuestras palabras continúen la historia del amor creativo, redentor y vigorizante de Dios. Que la Palabra de Dios sea la última palabra para todos nosotros. Que la Palabra de Dios – la Palabra que da vida- sea todas las palabras que lleguemos a necesitar. 
El Padre Michael S. Murray, OSFS es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales. 


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