ECOS DE LA PALABRA
Lecturas de la Misa
Domingo 9 de Agosto
de 2015
XIX Domingo Ordinario
Primera Lectura
I Reyes 19:4-8
4El caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo
una retama. Se deseó la muerte y dijo: «¡Basta ya, Yahveh! ¡Toma mi vida,
porque no soy mejor que mis padres!»5Se acostó y se durmió bajo una
retama, pero un ángel le tocó y le dijo: «Levántate y come.»6Miró y vio
a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua.
Comió y bebió y se volvió a acostar.7Volvió segunda vez el ángel de
Yahveh, le tocó y le dijo: «Levántate y come, porque el camino es demasiado
largo para ti.»8Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella
comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.
Salmo Responsorial
Salmo 34:2-9
2Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza;3en
Yahveh mi alma se gloría, ¡óiganlo los humildes y se alegren!4Engrandeced
conmigo a Yahveh, ensalcemos su nombre todos juntos.5He buscado a
Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.6Los que
miran hacia él, refulgirán: no habrá sonrojo en su semblante.7Cuando el
pobre grita, Yahveh oye, y le salva de todas sus angustias.8Acampa el
ángel de Yahveh en torno a los que le temen y los libra.9Gustad y ved
qué bueno es Yahveh, dichoso el hombre que se cobija en él.
Segunda Lectura
Efesios 4:30--5:2
430No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados
para el día de la redención.31Toda acritud, ira, cólera, gritos,
maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros.32Sed
más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os
perdonó Dios en Cristo.51Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos
queridos,2y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por
nosotros como oblación y víctima de suave aroma.
Evangelio
Juan 6:41-51
41Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha
bajado del cielo.»42Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo
padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»43Jesús
les respondió: «No murmuréis entre vosotros.44«Nadie puede venir a mí,
si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.45Está
escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al
Padre y aprende, viene a mí.46No es que alguien haya visto al Padre;
sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.47En verdad, en
verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.48Yo soy el pan de la
vida.49Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;50este
es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.51Yo soy
el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y
el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
Perspectiva Salesiana
“Libérense de toda
esa amargura, esa rabia, de las vulgaridades, de las calumnias y las malas
intenciones. Mas bien sean generosos, demuestren compasión y perdónense los
unos a los otros”.
“En el principio era la Palabra. La palabra estaba con Dios. La palabra
era Dios. Por medio de la Palabra Dios creo todas las cosas; sin la Palabra no
se hizo nada de lo que se ha hecho”.
Del mismo modo en que Palabra, que es Jesucristo, es la fuente de todo
el poder, nuestras palabras también son poderosas. En los mejores momentos
nuestras palabras nutren, sanan, y crean. En los peores momentos nuestras
palabras asfixian, hieren, y destruyen.
San Pablo era muy consciente de esta realidad. Al igual que San
Francisco de Sales.
Nosotros también lo somos.
San Francisco de Sales comenta que un discurso negativo engendra “desdén
hacia nuestros vecinos, vanidad, autocomplacencia, y tiene cientos de otros
efectos perniciosos entre los cuales se halla la peor de todas las pestes que
puede darse en una conversación: la calumnia”. Y continúa: “La calumnia es como
un tipo de asesinato… si alguien lograra eliminar la calumnia del mundo,
lograría también remover una gran parte de los pecados e injusticias del
mismo”.
Usar palabras “dulces, compasivas y que promuevan el perdón mutuo” no
solo se trata de ser una buena persona: se trata de hacer justicia. Se trata de
otorgarle a cada quien lo que merece; se trata de respetar a los demás; se
trata de reconocer la dignidad que Dios nos ha dado. Ultimadamente, se trata de
utilizar el poder de esa habilidad que Dios nos ha dado, encarnada en el
lenguaje, de forma que ayude a construir – y no a derrumbar- el pueblo de
Dios.
La espiritualidad salesiana es conocida por su sentido práctico. ¿Qué puede ser más práctico que utilizar nuestras palabras para fortalecer, animar, y apoyarnos los unos a los otros? ¿Qué puede estar más fácilmente disponible que nuestras propias palabras como obsequio para los demás? Aún cuando nos veamos en la necesidad de cuestionar o de corregir a los demás, debemos hablar de forma que podamos promover la sanación: nuestra lengua, dice San Francisco “debe ser como un bisturí en manos de un cirujano que está cortando entre nervios y tendones”. Santa Juana de Chantal observa: “cuando deban corregir a alguien, háganlo en privado y con amabilidad”.
En el principio era la Palabra. Que nuestras palabras continúen la historia del amor creativo, redentor y vigorizante de Dios. Que la Palabra de Dios sea la última palabra para todos nosotros. Que la Palabra de Dios – la Palabra que da vida- sea todas las palabras que lleguemos a necesitar.
La espiritualidad salesiana es conocida por su sentido práctico. ¿Qué puede ser más práctico que utilizar nuestras palabras para fortalecer, animar, y apoyarnos los unos a los otros? ¿Qué puede estar más fácilmente disponible que nuestras propias palabras como obsequio para los demás? Aún cuando nos veamos en la necesidad de cuestionar o de corregir a los demás, debemos hablar de forma que podamos promover la sanación: nuestra lengua, dice San Francisco “debe ser como un bisturí en manos de un cirujano que está cortando entre nervios y tendones”. Santa Juana de Chantal observa: “cuando deban corregir a alguien, háganlo en privado y con amabilidad”.
En el principio era la Palabra. Que nuestras palabras continúen la historia del amor creativo, redentor y vigorizante de Dios. Que la Palabra de Dios sea la última palabra para todos nosotros. Que la Palabra de Dios – la Palabra que da vida- sea todas las palabras que lleguemos a necesitar.
El Padre Michael S. Murray, OSFS
es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales.
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