sábado, 1 de agosto de 2015

ECOS DE LA PALABRA DOMINGO 08 DE AGOSTO DE 2015



  
Lecturas de la Misa
Domingo 2 de Agosto de 2015

Nuestra Señora de los Ángeles de Porciúncula (Solemnidad)
Primera Lectura
Eclesiástico 24:1-4, 16, 22-24
1La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.2En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.3«Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.4Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.16Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.22Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»23Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;

Salmo Responsorial
Salmo 34:5, 7, 9-10, 18-19
5He buscado a Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.7Cuando el pobre grita, Yahveh oye, y le salva de todas sus angustias.9Gustad y ved qué bueno es Yahveh, dichoso el hombre que se cobija en él.10Temed a Yahveh vosotros, santos suyos, que a quienes le temen no les falta nada.18Cuando gritan aquéllos, Yahveh oye, y los libra de todas sus angustias;19Yahveh está cerca de los que tienen roto el corazón. él salva a los espíritus hundidos.

Segunda Lectura
Gálatas 4:3-7
3De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo.4Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,5para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.6La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!7De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.

Evangelio
Lucas 1:26-33
26Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,27a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.28Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»29Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.30El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;31vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.32El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;33reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
DECIMO OCTAVO DOMINGO
EN TIEMPO ORDINARIO
(AGOSTO 2, 2015)
"Toda la comunidad Israelita se quejó en contra de Moisés y Aron…” 

Perspectiva Salesiana
Si hay algo peor que las cosas malas que nos suceden, es invertir nuestro esfuerzo y energía quejándonos de ellas. 
Piénsenlo. ¿Quién de nosotros alguna vez realmente ha logrado mejorar su situación o su suerte en esta vida quejándose de lo que le ha tocado? Aún así nos quejamos… y para nuestro propio detrimento. 
¿Que los Israelitas pasaron una temporada muy dura en el desierto? Por supuesto que si! Que a pesar de lo mala que fue su vida en Egipto ¿al menos no tenían “tres comidas y un catre”? Si!. Por el contrario en el desierto, ¿disfrutaron de alguna comodidad? Pues aparentemente, aparte de la libertad, no realmente! 
Aun así, Dios los había redimido de la esclavitud. Dios les había otorgado líderes cuya tarea era guiar a los Israelitas hacia la tierra prometida, un lugar donde emanaba la leche y la miel. Sin embargo, uno se pregunta ¿de dónde sacaron la idea los Israelitas de que esta caminata, o esta búsqueda, sería sólo viento en popa? No obstante se quejaron… cosa que aun ahora parece algo banal o mezquino. 
Ahora analicemos esto en lo que concierne a nosotros mismos. ¿Quién de nosotros no ha sido tentado por el deseo de empezar a quejarnos cuando las cosas no resultan de la forma que nosotros esperamos, cuando nuestro trabajo, nuestro matrimonio, nuestras relaciones resultan ser más difíciles o más exigentes de lo que suponíamos o esperábamos? Y, para ser totalmente honestos, ¿quién de nosotros puede afirmar que el quejarnos constantemente de la suerte que nos ha tocado hace que las cosas mejoren? De hecho las quejas solo hacen nuestra suerte –dolorosamente- más difícil. 
Francisco de Sales es muy claro en lo que respecta a las quejas constantes: “Quéjense lo menos posible de las cosas malas que les suceden. Que no quepa la menor duda que una persona que se queja está cometiendo un pecado al hacerlo, dado que el amor propio siempre siente que las heridas son mucho más graves de lo que realmente son”. (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capítulo 3) 
Entonces, ¿esto significa que nunca debemos plantear una duda, un problema o una queja? No, pero debemos ser sensatos en cuanto a las personas a quienes escogemos para comentar nuestras inquietudes. Francisco decía: “no se quejen con personas irascibles o criticonas. Si se presenta un momento justo que amerita que nos quejemos con alguien, ya sea para subsanar una ofensa cometida, o simplemente para restaurar la tranquilidad de nuestro espíritu, debemos hacerlo con alguien que sea equilibrado y que verdaderamente ame a Dios. De lo contrario en vez de calmar sus mentes ellos ocasionarán problemas peores, y en vez de ayudarles a sacar la espina que les está haciendo daño la clavarán aun más profundamente en sus pies”(Ibid). 
No cabe duda que Dios escucha el clamor de quienes se quejan. Pero si somos sinceros, ¿Acaso no hay mejores formas de utilizar la palabra…. y mejores cosas en que ocupar nuestras vidas?
El Padre Michael S. Murray, OSFS es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales. 
 


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