EL OCTAVO DIA
Su calma imperturbable
Francisco de Sales
dijo que él no sabía cómo hacer dos cosas al mismo tiempo. La razón por la cual
él dijo esto era que él no aprobaba del apuro, ya que este solo resulta en
disturbios, muchas imprudencias, muchas distracciones y muchas culpas. Por esto
él deseaba hacer bien lo que fuera que estuviera haciendo, y no podía hacerlo
bien sin prestar atención. Por esto era su costumbre nunca apurarse por ninguna
razón, y poner sus asuntos en orden y concentrarse en sus objetivos, sus buenos
deseos, sus santos afectos, sus intenciones piadosas y la experiencia que él
había adquirido a través de su larga práctica de la vida espiritual; para que
todo lo que él comenzara fuera terminado, como una obra de arte, completa en todo
respecto y como alabanza a su creador. (Pere de la Riviere)
‘No se como es
posible,’ él escribió a Santa Juana de Chantal, ‘pero aún cuando me siento tan
miserable, esto no me perturba; por el contrario, a veces me resulta una dicha,
por que pienso que yo verdaderamente soy un objeto propio de la Divina
misericordia.’
Este perfecto
erudito de nuestro Salvador había adquirido tal propiedad sobre sí mismo que
nada perturbaba su paz interior; nada podía quitarle su libertad espiritual.
Francisco de Sales siempre estaba contento, por que él vivía en la paz del
Crucificado.
Un ramillete espiritual
Ejercita tu
gentileza exterior e interior y mantente en calma aún si te encuentras en medio
de una multitud de ocupaciones. Cuídate del apuro que es la prohibición de la
devoción, y eleva tu alma a las alturas frecuentemente considerando al mundo
sólo para detestarlo y considerando el tiempo sólo como el medio con el cual se
lucha para alcanzar la eternidad. (El Director Espiritual de las
Almas Devotas y Religiosas.)
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