EL SEGUNDO DIA
Su perfecta abnegación en
conformidad con la Voluntad de Dios
La perfecta
abnegación de su corazón angelical era admirable. Dulce y amargo, trabajo y
descanso, vida y muerte, todo era igualmente agradable a sus ojos, y Francisco
de Sales nunca sintió la más mínima preferencia por una cosa en lugar de la
otra antes de que la Divina Majestad le hubiese revelado Su Voluntad, y cuando
eso ocurría él acogía sus decisiones inmediatamente. El hizo esto siempre de
forma pacífica, sin lucha o combate en la parte superior de su alma, sin un sí
o un no, sin siquiera un tal vez, un quizás, o un excepto.
La Sagrada
Escritura nos dice que las aguas de Shiloh fluían silenciosamente, esto es, tan
calladamente que su marea y su curso eran escasamente perceptibles. De la misma
manera, Francisco de Sales practicaba la conformidad con la Divina Voluntad tan
calmada y dulcemente que en él nunca se vio ni la más mínima perturbación. Pero
bien es cierto que, cómo habría podido haber perturbación alguna en un Corazón
como el suyo, cuyos deseos fueron erradicados, perdidos, fundidos, y consumidos
en el buen placer de Dios? En ese corazón todo estaba en perfecta paz, porque
él no poseía una voluntad propia, sino que dejó que Dios fuese la voluntad en
él y para él. (Pere de la Riviere.)
Un Ramillete Espiritual
Si yo no deseo
nada más que agua pura, qué me importa si el agua está contenida en un cáliz de
oro o en un simple vaso? Qué importa si la santa Voluntad de Dios se manifiesta
en mi durante la aflicción o la consolación, cuando en cualquier caso yo solo
deseo lo que Dios requiere de mí y para mí? (Del Amor de Dios, Libro.
IX., cap. IV.)
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