EL SEPTIMO DIA
Su admirable paz interior
Qué podemos decir
de nuestra grandiosa paz que era la más querida, la más fiel, la invitada más
constante del alma de Francisco, brillando gloriosamente desde su continencia
angelical y desde la inocencia de sus ojos, y proclamándose a sí misma
notablemente en la humildad de sus palabras y en su venerable disposición? Esta
paz había echado unas raíces tan profundas en su corazón que toda la violencia
del mundo y del infierno no hubiera podido robársela.
El cardinal de
Berulle, refiriéndose a Francisco de Sales, declara que Francisco poseía una
paz imperturbable. Esto no puede ser disputado ya que aun cuando en ciertos
momentos, a causa de la fragilidad humana, la molestia más mínima pudo haber
interrumpido la paz de su espíritu, esta resultó ser como un pequeño aliento de
inquietud que duró sólo un instante; así como las divisiones del agua, el aire
y el fuego que se acaban prontamente y vuelven a unir los elementos de la misma
forma en que estaban antes. Esta paz era tan preciosa para él, que Francisco de
Sales la estimaba por sobre todo lo que es considerado como deseable en el
mundo.
La profunda paz
interior que Francisco disfrutaba se debía a que el Dios de la paz habitaba en
su alma; y aun cuando él experimentaba seguidamente ciertas perturbaciones
interiores, él no daba muestras de ellas en su exterior. Así demostraba
Francisco de Sales el control tan preciso que él ejercía sobre sus pasiones. (Pere
de la Riviere)
Un Ramillete Espiritual
La paz es un
tesoro sagrado que merece ser comprado a un alto precio. La paz es el pasaporte
del hijo de Jesucristo; la paz es la dicha del hijo de nuestra Señora.
Si el universo
entero se convulsiona no debemos preocuparnos, porque el mundo entero vale
menos que la paz del alma.
Si es la Voluntad
de Dios que nuestros objetivos no resulten en éxitos, debemos entender que
nuestra voluntad no tiene cabida aquí, y no debemos dejar que esto nos quite ni
una hora de sueño. (Cartas.)
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