Papa Francisco: Cambiar estilos de vida y
evitar el derroche para luchar contra el hambre
Por Alvaro de Juana
Papa Francisco. Foto: Bohumil Petrik
/ ACI Prensa.
VATICANO, 11 Jun. 15 / 10:13 am (ACI).- A una semana de publicarse la encíclicaLaudato
Sii (Alabado seas) del Papa Francisco sobre la ecología y la creación,
el Pontífice ha trazado algunas líneas básicas sobre la defensa del
medio ambiente y el problema del hambre al recibir a los participantes
de la 39° Sesión de la Conferencia de la FAO (Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que se celebra en Roma hasta el
13 de junio.
“Debemos
partir de nuestra vida cotidiana
si queremos cambiar los estilos de vida, conscientes de que
nuestros pequeños gestos pueden asegurar la sostenibilidad y el futuro de
la familia humana”
así como luchar “contra el hambre sin segundas intenciones”, pidió con fuerza.
Además,
subrayó la necesidad de modificar “nuestra relación con los recursos naturales,
el uso del suelo, el consumo, eliminando el derroche: así venceremos el
hambre”.
“Ante
la miseria de muchos de nuestros hermanos y hermanas, a veces pienso que el
tema del hambre y del desarrollo agrícola se ha convertido hoy en uno de los
tantos problemas en este tiempo de crisis”, aseguró en su discurso. “Sin
embargo, vemos crecer por doquier el número de personas con dificultades para
acceder a comidas regulares y saludables”.
El
Papa denunció que “en vez de actuar, preferimos delegar, a todos los niveles”
y “pensamos que alguien habrá que se ocupe, tal vez otro país, o aquel
gobierno, aquella Organización internacional”.
Así,
alertó de que “nuestra tendencia a 'desertar' ante cuestiones difíciles es humana,
aunque luego no faltemos a una reunión, a una conferencia, a la redacción de un
documento. Por el contrario, debemos responder al imperativo de que el acceso
al alimento necesario es un derecho para todos. Y los derechos no permiten
exclusiones”.
Para
cerrar este tema mencionó las últimas estadísticas del hambre en el mundo que
indican que los mil doscientos millones de hambrientos que había en 1992 se han
reducido, aun cuando la población mundial ha aumentado. Sin embargo, el Papa
aseguró que esto no servirá si no se toman compromisos concretos.
El
Papa expuso también su preocupación por las estadísticas sobre losresiduos
que incluyen “un tercio de los alimentos producidos”. “Inquieta
saber que una buena cantidad de los productos agrícolas se utiliza para otros
fines, tal vez fines buenos, pero que no son la necesidad inmediata de quien
pasa hambre”.
Ante
esto indicó que “reducir los residuos es esencial, así como reflexionar
sobre el uso no alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en grandes
cantidades para la alimentación animal o para producir biocombustibles”.
“Hay
que garantizar condiciones ambientales cada vez más sanas, pero ¿podemos seguir
haciéndolo excluyendo a alguien? Se ha de sensibilizar a todos los países sobre
el tipo de nutrición adoptada, y esto varía dependiendo de las latitudes”.
El
Santo Padre puso de ejemplo el “Sur del mundo” que debe “poner laatención en
la cantidad de alimentos suficiente para garantizar una población en
crecimiento. En el Norte, “el punto central es la calidad de la nutrición y
de los alimentos”.
En
esta realidad, “pesa la situación de inseguridad determinada por el clima, por
el aumento de la demanda y la incertidumbre de los precios”.
Francisco
pidió “asumir con mayor decisión el compromiso de modificar los estilos de
vida, y tal vez necesitemos menos recursos”. En este sentido aclaró que “la
sobriedad no se opone al desarrollo, más aún, ahora se ve claro que se ha
convertido en una condición para el mismo”.
El
Papa habló del precio de los alimentos, que “desde 2008 el precio de los
alimentos ha cambiado su tendencia: duplicado, después estabilizado, pero
siempre con valores altos respecto al período precedente”.
Estos
“precios tan volátiles impiden a los más pobres hacer planes o contar con una nutrición
mínima”. “Las causas son muchas”, aseguró. “Nos preocupa justamente el cambio
climático, pero no podemos olvidar la especulación financiera: un
ejemplo son los precios del trigo, el arroz, el maíz, la soja, que oscilan en
las bolsas, a veces vinculados a fondos de renta y, por tanto, cuanto mayor sea
su precio más gana el fondo”.
En
este caso también se debe “seguir otro camino” con el convencimiento “de que
los productos de la tierra tienen un valor que podemos decir 'sacro', ya que
son el fruto del trabajo cotidiano de personas, familias, comunidades de
agricultores”.
El
Santo Padre solicitó también en este caso que el desarrollo agrícola “esté en
el centro de la actividad económica distinguiendo bien las diferentes
necesidades de los agricultores, ganaderos, pescadores y quienes trabajan en
los bosques” y recordó la urgencia de alcanzar un nivel de vida digno.
Manifestando
su preocupación de nuevo por el hambre, señaló que a veces parece “un tema
impopular, un problema insoluble, que no encuentra soluciones dentro de un
mandato legislativo o presidencial y, por tanto, no garantiza consensos”.
Esto
es debido a “la falta de voluntad para asumir compromisos vinculantes,
ya que nos escudamos tras la cuestión de la crisis económica mundial y la idea
de que en todos los países hay hambre”.
“Pero
así se olvida que, si en un país la pobreza es un problema social al que pueden
darse soluciones, en otros contextos es un problema estructural y no bastan
sólo las políticas sociales para afrontarla”.
En
su opinión, “esta actitud puede cambiar si reponemos en el corazón de las
relaciones internacionales la solidaridad, trasponiéndola del vocabulario a las
opciones de la política: la política del otro”.
Uno
de los problemas denunciado por el Papa es que en muchas regiones “losalimentos
producidos van a países extranjeros y la población local se empobrece por
partida doble, porque no tiene ni alimentos ni tierra”.
“Y,
¿qué decir de las mujeres que en muchas zonas no pueden poseer la tierra que
trabajan, con una desigualdad de derechos que impide la serenidad de la vida
familiar, porque se corre el peligro de perder el campo de un momento a otro?”,
se preguntó el Papa.
“Es
importante que la FAO refuerce la asociación y los proyectos en favor de las
empresas familiares, y estimule a los Estados a regular equitativamente el uso
y la propiedad de la tierra. Esto podrá contribuir a eliminar las
desigualdades, ahora en el centro de la atención internacional”.
Por
último, el Pontífice pidió “armonizar las diferencias y unir esfuerzos y, así,
ya no leeremos que la seguridad alimentaria para el Norte significa eliminar
grasas y favorecer el movimiento y que, para el Sur, consiste en obtener al
menos una comida al día”.
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