Iglesia tampoco lo hará Cardenal Wuerl:
Cristo no cambió su mensaje para agradar y la
Cardenal Donald Wuerl. Foto Bohumil
Petrik / ACI Prensa.
WASHINGTON D.C., 14 Jun. 15 / 07:51
pm (ACI/EWTN Noticias).- El
Arzobispo de Washington, Cardenal Donald Wuerl, publicó la carta pastoral “Ser
católico hoy” en la que señala las dificultades que enfrentan los fieles en
Estados Unidos cuando viven su fe en la esfera pública y explica que así como
Cristo no cambió su mensaje pese a la incomprensión de muchos, la Iglesia tampoco lo puede alterar para agradar a la
gente.
El
Purpurado señaló que la fe no puede ocultarse ya que es la esencia y la
identidad de la Iglesia que se manifiesta frecuentemente en el trabajo pastoral
con los pobres, inmigrantes y niños.
“El
prejuicio y la discriminación están mal porque dividen a la familia y violan la dignidad humana. También son
contrarias a la verdad y caridad a la que todos estamos llamados”, resaltó.
Aunque
la Iglesia acoge a todos los pecadores, no puede aprobar el pecado, explicó el
Arzobispo. “Jesús no cambió su mensaje solo porque alguien sintió que sus
palabras sonaban ‘muy duras’”, indicó.
“Nadie
debe sorprenderse ante la fidelidad de la Iglesia hacia las enseñanzas de
Jesús. Después de todo está en su mensaje y en su Iglesia. Nosotros no tenemos
derecho a cambiarlas”, manifestó.
El
Purpurado subrayó luego que la Iglesia no impone su voluntad a nadie pero busca
que los católicos puedan practicar su fe libremente.
El
Cardenal Wuerl escribe que un católico no discrimina cuando profesa públicamente
su fe, “sin embargo, se ha vuelto totalmente aceptable el menosprecio y la
intolerancia mezquina hacia quienes buscan defender las verdades fundamentales
sobre la humanidad que se han reconocido durante siglos”.
Asimismo,
también indicó que los católicos no desprecian ni excluyen a personas de otros
credos. “La Iglesia nos enseña a actuar con un “auténtico humanismo” y no
fomenta la discriminación a las personas de otro credo ni la imposición del
cristianismo a los demás”, indicó.
Sin
embargo, la práctica de la fe está amenazada porque algunos quieren imponer
una moral laica
en todos, incluyendo a los católicos. Según el Cardenal Wuerl, esta situación
implicaría una “tolerancia” forzada de actos como el aborto o el llamado “sexo libre”, que contradicen
las enseñanzas de la Iglesia.
El
Purpurado se refiere específicamente al aluvión mediático que ha sufrido en los
últimos tiempos el Arzobispo de San Francisco, Mons. Salvatore Cordileone,
luego de haber decidido poner orden en las escuelas católicas de su ciudad para
que los maestros no minen la moral sexual de los alumnos con su comportamiento
personal o se sumen al activismo público en posiciones contrarias a la doctrina
católica, en temas fundamentales como el aborto y la defensa de la vida; o el mal llamado “matrimonio”
gay.
Una
de las reacciones de los críticos del Arzobispo de San Francisco vino de parte
de algunos católicos que enviaron una carta al Papa Francisco pidiéndole que
destituya a Mons. Cordileone.
“Ahora
se afirma erróneamente que es discriminación el hecho de que la Iglesia imparta
una enseñanza en las escuelas católicas basada en la Palabra de Dios y en el
testimonio”, comentó al respecto el Cardenal Wuerl.
“Siendo
católicos no podemos renunciar a nuestra forma de vida basada en las enseñanzas
de Cristo. Él nos enseñó a alimentar al hambriento, amparar a quienes viven en
el abandono, atender a los enfermos y ayudar a los necesitados. Esa es la
educación católica que profesamos”, señaló.
Además,
comentó que los católicos pueden mostrar amor a todo el mundo, sin apoyar el
pecado.
“Podemos
ayudar a una mujer que abortó, pero no podemos aprobar el asesinato del niño.
Pero es injusto que alguien diga que estas obras de caridad las realizamos con
el pretexto de evitar la discriminación”.
Más
que el juicio objetivo de una acción, la “discriminación” representa algo
totalmente diferente, y ha sido aborrecida por la Iglesia durante siglos.
“En
una época donde las personas eran tratadas como objetos los primeros cristianos
consideraban a los esclavos y a los nobles como hermanos y hermanas en Cristo”,
indicó en su carta el Cardenal.
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