jueves, 19 de febrero de 2015

27ma.CONSIDERACION VIRTUDES INTERIORES sFs


EL VIGESIMOSEPTIMO DIA

Su pobreza

A su total desprendimiento de las riquezas terrestres, Francisco de Sales adhería una gran auto-abnegación que escondía de su vista las conveniencias que él hubiera podido disfrutar legítimamente, y las inconveniencias que él experimentaba diariamente. Es por esto que él nunca pidió una camisa limpia, o un sombrero, o unos zapatos nuevos o una manta, sino que simplemente tomaba las cosas que sus sirvientes le ofrecían.

Cuando él estaba en el campo felizmente afrontaba todas las incomodidades con las que él se encontraba, nunca se quejaba de la pobreza de los pueblos, ni de la suciedad de los hoteles, ni de las habitaciones sin muebles ni camas, ni de la mala comida o el mal servicio, ni de los caminos arduos, ni de la lluvia. Como una oveja humilde, él permitía que aquellos que arreglaban el viaje rigieran sobre él, y felizmente se sometía para poder tener la oportunidad de practicar la virtud de la pobreza. Para poder demostrar cuanto la valoraba, él amaba a los pobres más tiernamente; especialmente a aquellos que vivían en la pobreza más miserable, sórdida y repulsiva.

El también despreciaba todo lo que es transitorio y perecedero: la riqueza, los honores y las dignidades no lo encantaban de ninguna forma; su corazón estaba perfectamente desprendido de tales cosas. El sólo aspiraba a la riqueza gloriosa del Cielo que lo elevaba por sobre sí mismo y sobre las cosas del mundo; a él no le importaba nada más y olvidaba todo lo que era terrenal. (Pere de la Riviere.)

Un Ramillete Espiritual

El hombre cuyo Corazón está en el Cielo no se preocupa por las cosas de la tierra. Mi deseo más grande es sufrir por desear lo necesario, para así poder imitar a Jesucristo el Rey del pobre; yo nunca soy más feliz que cuando estoy incomodo o cuando tengo que pasar necesidades. (Palabras de San Francisco de Sales.)


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