Una apuesta a la periferia
La
selección de los nuevos cardenales que acaba de hacer el Papa argentino revela
el perfil geográfico y eclesiástico de Iglesia que quiere Francisco.
Básicamente se resume en menos purpurados del primer mundo y más tercer mundo
–o de países ajenos a la tradición católica–, más cercanos a las problemáticas
sociales y, algunos, con una comunidad de fieles en clara minoría. En otras
palabras, la selección fue una confirmación de su premisa a favor de una
Iglesia con una mayor preocupación –y atención– por “las periferias geográficas
y existenciales”.
En
efecto: de los quince cardenales menores de 80 –o sea, que pueden participar de
la elección del Papa– que se apresta a crear Francisco se cuentan tres de Asia
(Vietnam, Myanmar, Tailandia); tres de América Latina (México, Panamá y
Uruguay); dos de Africa (Etiopía y Cabo Verde) y dos de Oceanía (Nueva Zelanda
e Islas de Tonga). Pero, como dijimos, no se trata solamente de una cuestión
geográfica.
Si
se toma el caso de los latinoamericanos, se verá que el mexicano pertenece a
uno de los estados más azotados por la violencia en ese país; que el panameño
es un gran defensor de los derechos de los aborígenes, y que el uruguayo debe
actuar en el país menos católico de la región.
A
diferencia de los tiempos de Benedicto XVI, la cuestionada curia romana solo
sumó un cardenal francés. Toda una señal. Aunque la señal más fuerte fue para
la poderosa Iglesia italiana, primera minoría en el colegio cardenalicio:
tendrá solo dos más, pero no de grandes diócesis.
Pero Francisco no la tiene fácil por el lado de la
curia romana y el Episcopado italiano. El afamado escritor católico Vittorio
Messori, en un reciente artículo en el Corriere della Sera, lo consideró “un
papa impredecible, tan impredecible que está perdiendo la confianza de algunos
de los cardenales que fueron sus electores”. Pero Francisco, como lo prueba la
selección de los nuevos cardenales, no se amilana.
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