sábado, 18 de octubre de 2014

Al celebrar a la madre, se conserva la conciencia de ser hijos



Sabado 18 Oct 2014 | 10:12 am  Santa Fe (AICA): 
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, consideró que la celebración del Día de la Madre, que en la Argentina será este domingo, “convierte a nuestra historia en memoria agradecida”.

“Cuando perdemos de vista el valor de la trasmisión de la vida a través de una familia, y en ella de modo especial del cuidado de la madre, nos empobrecemos y se empobrece la cultura de un pueblo”, advirtió en su reflexión semanal.

El prelado consideró necesario “celebrar a nuestra madre para conservar la conciencia de ser hijos. Esto nos hace bien. Hoy nuestra mirada y afecto deben dirigirse a ella, se lo merece y lo espera. ¡Qué mayor alegría puede haber para un madre que la presencia de su hijo! Esto no tiene un valor comercial, nos habla de la vida como un don recibido”.

“Cada uno de nosotros tiene la memoria de una historia que ha vivido y recuerda, pero puede suponer y reconocer ese tiempo de amor y cuidado que no recuerda, pero sabe que existió. La historia de una vida comienza antes del nacimiento, cuando éramos una verdad oculta y bien cuidada. Esta realidad de nuestra vida conservaba en el silencio de la madre un plus de afecto y de esperanza, que se hizo gozo con nuestro nacimiento. Luego vendrá esa historia más conocida que tendrá sus momentos más personales que han dado forma a nuestro caminar en la vida”, agregó.

El arzobispo santafesino destacó la importancia de la maternidad como “parte de la condición de la mujer, de su dignidad y grandeza” y recordó que San Juan Pablo II alentaba a dar gracias a Dios por “cada mujer, por la medida eterna de su dignidad femenina”.

En igual sentido, citó el punto del Documento de Aparecida en el que se afirma que “urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres. Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de todas sus dimensiones, lo cual permite ser fieles al plan originario de Dios que da a la pareja humana, de forma conjunta, la misión de mejorar la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación de los hijos y la trasmisión de la fe. Pero esto no excluye la necesidad de su participación activa en la construcción de la sociedad. Para ello se requiere propiciar una formación integral de manera que las mujeres puedan cumplir su misión en la familia y en la sociedad”.

Por último, monseñor Arancedo hizo llegar su saludo y afecto “a todas las madres en su día, también elevo una oración por aquellas que nos dieron vida, nos cuidaron con tanto amor, y hoy no están”.+ 


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