martes, 7 de octubre de 2014

La familia no es un modelo anticuado y los católicos deben defenderla, dice Relator General del Sínodo
ROMA, 06 Oct. 14 / 02:16 pm (ACI).- La familia no es modelo anticuado y los católicos deberían defenderla no solo de las estructuras de pecado hostiles a ella que han puesto en tela de juicio a la familia tradicional y muchas veces la destruyen, señaló el Relator General del Sínodo de los Obispos, Cardenal Peter Erdo en su “Relatio ante disceptationem”.
El Purpurado dividió este documento -que introduce los trabajos del Sínodo-, en cuatro partes: El Evangelio de la Familia en el Contexto de la Nueva Evangelización, el Evangelio de la familia y la pastoral familiar, las situaciones pastorales difíciles, y la familia y el Evangelio de la vida.
Asimismo, en la conferencia de prensa de este 6 de octubre, el Purpurado indicó que han sido tomadas en cuenta las respuestas dadas al cuestionario preliminar que se envió a las conferencias episcopales, así como las intervenciones enviadas por los padres sinodales.
El Arzobispo de Budapest (Hungría) también compartió con los periodistas que la renovación de la metodología del sínodo recae también en el hecho de que ya se está elaborando “la relación posterior a la discusión, sobre la base de las intervenciones escritas de los padres sinodales, aunque todavía tenemos que considerar lo que sale del debate”.
Por su parte, el Secretario General del Sínodo, Mons. Bruno Forte, explicó a los periodistas que “el sínodo de los obispos había madurado en el curso de los años”. Añadió que “como los más importantes temas del Concilio Vaticano IIfueron discutidos en el intermedio de las sesiones, las no formales, espero que las resultados más importantes del sínodo de los obispos lleguen de las discusiones libres, que el Papa Francisco quiere que sean francas”.
El texto, leído por el Cardenal Erdo, ha dado también algunos de los temas a ser tratados durante estas dos semanas
Educación
El documento indica que “la familia ciertamente hoy encuentra muchas dificultades; pero no es un modelo anticuado, es más, entre los jóvenes en general se constata un nuevo deseo de familia”.
De acuerdo con el Cardenal “entre los cristianos católicos la sustancia de la enseñanza del Nuevo Testamento y del Catecismo de la Iglesia Católica sobre elmatrimonio parece ser bastante conocida. Sin embargo, los aspectos específicos de la doctrina y del Magisterio de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia no siempre son suficientemente conocidos entre los fieles”.
En ese sentido, subrayó muchas veces la necesidad de una educación más integral en la enseñanza católica, haciéndose eco de las observaciones del "Documento de trabajo del sínodo de los obispos”. “Resulta especialmente útil ofrecer a los pastores de las comunidades locales líneas directrices claras para ayudar a cuantos viven en situaciones difíciles”, agrega el documento.
Asimismo, alerta a las comunidades locales para que eviten “las improvisaciones de una ‘pastoral casera’, que acaba por hacer más difícil que se acepte del Evangelio de la familia”.
El documento también señala que “es preciso acompañar a los novios prometidos hacia una clara conciencia de lo que es el matrimonio en el designio del Creador, alianza que entre los bautizados tiene siempre la dignidad sacramental”.
La misericordia no se anula con la verdad
Dado que “el tema de la misericordia está cada vez más en primer plano como un punto de vista importante en el anuncio del Evangelio”, la relación subrayó que la misericordia “no elimina la verdad y no la relativiza, sino que lleva a interpretarla correctamente en el marco de la jerarquía de las verdades”.
“La misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado”, señala el texto.
Divorciados en nueva unión, cohabitación y matrimonios civiles
Además, el documento aborda situaciones como la cohabitación, los matrimonios civiles, así como los divorciados en nueva unión.
Las dos primeras, indicó, representan una nueva dimensión de cuidado pastoral y “la Iglesia no puede no reconocer incluso en situaciones a primera vista alejadas de criterios que respondan al Evangelio, una oportunidad para acompañar a las personas, a fin de que lleguen a una decisión consciente, verdadera y justa acerca de su relación”.
En lo que concierne a los divorciados en nueva unión, el documento indica que la respuesta a estas cuestiones muestra que este tema tiene diferentes matices en diversas partes del mundo, pero que no ponen en tela de juicio “la palabra de Cristo y la verdad de la indisolubilidad del matrimonio, ni tampoco considerar que ya no estén en vigor”.
“Los divorciados vueltos a casar civilmente pertenecen a la Iglesia” y tienen derecho a recibir el cuidado de sus pastores, afirmó el Cardenal. “De aquí la necesidad de tener al menos en cada Iglesia particular un sacerdote, debidamente preparado, que pueda previa y gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez de su matrimonio”, añadió.
“En efecto, muchos esposos no son conscientes de los criterios de validez del matrimonio y menos aún de la posibilidad de la invalidez. Después del divorcio, hay que llevar a cabo esta verificación, en un contexto de diálogo pastoral sobre las causas del fracaso del matrimonio anterior, individuando posibles causas de nulidad. Al mismo tiempo, evitando la apariencia de un simple cumplimiento burocrático o de intereses económicos. Si se realiza todo esto con seriedad y buscando la verdad, la declaración de nulidad producirá una liberación de las conciencias de las partes”, indicó.
Las instancias de una “mentalidad del divorcio” en la celebración del Sacramento del matrimonio hace creer que muchos matrimonio celebrados en la Iglesia podrían ser inválidos.
“Para verificar la posible nulidad del vínculo de manera eficaz y ágil”, indicó, muchos sienten que los procedimientos necesitan ser revisados. Para ello el Papa Francisco nombró una comisión especial que reforme el proceso de nulidad de matrimonios.
Homosexualidad
El documento también aborda el tema de la homosexualidad y señala que hay “un amplio consenso respecto al hecho que las personas de tendencia homosexual no deben ser discriminadas”, pero al mismo tiempo indica emerge “con igual claridad que de parte de la mayoría de los bautizados —y de la totalidad de las Conferencias episcopales— no se espera una equiparación de estas relaciones con el matrimonio entre hombre y mujer”.
“Tampoco las formas ideológicas de las teorías de género cosechan consenso entre la gran mayoría de los católicos”, añade.
“Muchos quieren, en cambio, superar los tradicionales roles sociales, condicionados culturalmente, y la discriminación de las mujeres, que sigue presente, sin negar con esto la diferencia natural y criatural entre los sexos y su reciprocidad y complementariedad”.
El Evangelio de la vida
En conclusión, la relación señala la importancia del Evangelio de la vida. Es decir la apertura a la vida no ajena al amor conyugal. “El amor esponsal, y más en general la relación, nunca debe construirse como un círculo cerrado”, además, “la acogida de la vida no se puede pensar como limitada únicamente a la concepción y al nacimiento. Se completa en la educación de los hijos, en el sostén que se ofrece a su crecimiento”.
El documento también recuerda que “la acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones”.
En ese sentido, la Iglesia está llamada a proclamar y ser testigo de la dignidad suprema la persona humana, “en ese sentido, es preciso cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad”.
Para ello, la relación apunta a la necesidad de proponer nuevamente el mensaje de Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae sobre el control de la natalidad.
Conclusión
Finalmente, el texto concluye que el reto del Sínodo es “proponer de nuevo al mundo de hoy, en ciertos aspectos tan similar al de los primeros tiempos de la Iglesia, el atractivo del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, subrayando la alegría que dan, pero al mismo tiempo dar respuestas verdaderas e impregnadas de caridad a los numerosos problemas que especialmente hoy tocan la existencia de la familia. Poniendo de relieve que la auténtica libertadmoral no consiste en hacer lo que se siente, no vive sólo de emociones, sino que se realiza solamente adquiriendo el verdadero bien”.
“En concreto se nos pide ante todo ponernos al lado de nuestros hermanas y hermanos con el espíritu del buen Samaritano: estar atentos a su vida, en particular estar cerca de aquellos a los que la vida ha ‘herido’ y esperan una palabra de esperanza, que nosotros sabemos que sólo Cristo puede darnos. El mundo necesita a Cristo. El mundo también nos necesita a nosotros, porque pertenecemos a Cristo”, concluyó.


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