La familia no es un modelo anticuado y los
católicos deben defenderla, dice Relator General del Sínodo
ROMA, 06 Oct. 14 / 02:16 pm (ACI).- La familia no es modelo anticuado y los católicos
deberían defenderla no solo de las estructuras de pecado hostiles a ella que
han puesto en tela de juicio a la familia tradicional y muchas veces la
destruyen, señaló el Relator General del Sínodo de los Obispos, Cardenal Peter
Erdo en su “Relatio ante disceptationem”.
El
Purpurado dividió este documento -que introduce los trabajos del Sínodo-, en
cuatro partes: El Evangelio de la Familia en el Contexto de la Nueva
Evangelización, el Evangelio de la familia y la pastoral familiar, las
situaciones pastorales difíciles, y la familia y el Evangelio de la vida.
Asimismo,
en la conferencia de prensa de este 6 de octubre, el Purpurado indicó que han
sido tomadas en cuenta las respuestas dadas al cuestionario preliminar que se
envió a las conferencias episcopales, así como las intervenciones enviadas por
los padres sinodales.
El
Arzobispo de Budapest (Hungría) también compartió con los periodistas que la
renovación de la metodología del sínodo recae también en el hecho de que ya se
está elaborando “la relación posterior a la discusión, sobre la base de las
intervenciones escritas de los padres sinodales, aunque todavía tenemos que
considerar lo que sale del debate”.
Por
su parte, el Secretario General del Sínodo, Mons. Bruno Forte, explicó a los
periodistas que “el sínodo de los obispos había madurado en el curso de los
años”. Añadió que “como los más importantes temas del Concilio Vaticano IIfueron
discutidos en el intermedio de las sesiones, las no formales, espero que las
resultados más importantes del sínodo de los obispos lleguen de las discusiones
libres, que el Papa Francisco quiere que sean francas”.
El
texto, leído por el Cardenal Erdo, ha dado también algunos de los temas a ser
tratados durante estas dos semanas
Educación
El
documento indica que “la familia ciertamente hoy encuentra muchas dificultades;
pero no es un modelo anticuado, es más, entre los jóvenes en general se
constata un nuevo deseo de familia”.
De
acuerdo con el Cardenal “entre los cristianos católicos la sustancia de la
enseñanza del Nuevo Testamento y del Catecismo de
la Iglesia Católica
sobre elmatrimonio parece
ser bastante conocida. Sin embargo, los aspectos específicos de la doctrina y
del Magisterio de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia no siempre son
suficientemente conocidos entre los fieles”.
En
ese sentido, subrayó muchas veces la necesidad de una educación más integral en
la enseñanza católica, haciéndose eco de las observaciones del "Documento de
trabajo del sínodo de los obispos”. “Resulta especialmente útil ofrecer a los
pastores de las comunidades locales líneas directrices claras para ayudar a
cuantos viven en situaciones difíciles”, agrega el documento.
Asimismo,
alerta a las comunidades locales para que eviten “las improvisaciones de una
‘pastoral casera’, que acaba por hacer más difícil que se acepte del Evangelio
de la familia”.
El
documento también señala que “es preciso acompañar a los novios prometidos
hacia una clara conciencia de lo que es el matrimonio en el designio del
Creador, alianza que entre los bautizados tiene siempre la dignidad
sacramental”.
La
misericordia no se anula con la verdad
Dado
que “el tema de la misericordia está cada vez más en primer plano como un punto
de vista importante en el anuncio del Evangelio”, la relación subrayó que la
misericordia “no elimina la verdad y no la relativiza, sino que lleva a
interpretarla correctamente en el marco de la jerarquía de las verdades”.
“La
misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen de las
exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el
amor humano se ha debilitado o ha cesado”, señala el texto.
Divorciados
en nueva unión, cohabitación y matrimonios civiles
Además,
el documento aborda situaciones como la cohabitación, los matrimonios civiles,
así como los divorciados en nueva unión.
Las
dos primeras, indicó, representan una nueva dimensión de cuidado pastoral y “la
Iglesia no puede no reconocer incluso en situaciones a primera vista alejadas
de criterios que respondan al Evangelio, una oportunidad para acompañar a las
personas, a fin de que lleguen a una decisión consciente, verdadera y justa
acerca de su relación”.
En
lo que concierne a los divorciados en nueva unión, el documento indica que la
respuesta a estas cuestiones muestra que este tema tiene diferentes matices en
diversas partes del mundo, pero que no ponen en tela de juicio “la palabra de
Cristo y la verdad de la indisolubilidad del matrimonio, ni tampoco considerar
que ya no estén en vigor”.
“Los
divorciados vueltos a casar civilmente pertenecen a la Iglesia” y tienen
derecho a recibir el cuidado de sus pastores, afirmó el Cardenal. “De aquí la
necesidad de tener al menos en cada Iglesia particular un sacerdote, debidamente
preparado, que pueda previa y gratuitamente aconsejar a las partes sobre la
validez de su matrimonio”, añadió.
“En
efecto, muchos esposos no son conscientes de los criterios de validez del
matrimonio y menos aún de la posibilidad de la invalidez. Después del divorcio,
hay que llevar a cabo esta verificación, en un contexto de diálogo pastoral
sobre las causas del fracaso del matrimonio anterior, individuando posibles
causas de nulidad. Al mismo tiempo, evitando la apariencia de un simple cumplimiento
burocrático o de intereses económicos. Si se realiza todo esto con seriedad y
buscando la verdad, la declaración de nulidad producirá una liberación de las
conciencias de las partes”, indicó.
Las
instancias de una “mentalidad del divorcio” en la celebración del Sacramento
del matrimonio hace creer que muchos matrimonio celebrados en la Iglesia
podrían ser inválidos.
“Para
verificar la posible nulidad del vínculo de manera eficaz y ágil”, indicó,
muchos sienten que los procedimientos necesitan ser revisados. Para ello el
Papa Francisco nombró una comisión especial que reforme el proceso de nulidad
de matrimonios.
Homosexualidad
El
documento también aborda el tema de la homosexualidad y señala que hay “un
amplio consenso respecto al hecho que las personas de tendencia homosexual no
deben ser discriminadas”, pero al mismo tiempo indica emerge “con igual
claridad que de parte de la mayoría de los bautizados —y de la totalidad de las
Conferencias episcopales— no se espera una equiparación de estas relaciones con
el matrimonio entre hombre y mujer”.
“Tampoco
las formas ideológicas de las teorías de género cosechan consenso entre la gran
mayoría de los católicos”, añade.
“Muchos
quieren, en cambio, superar los tradicionales roles sociales, condicionados
culturalmente, y la discriminación de las mujeres, que sigue presente, sin
negar con esto la diferencia natural y criatural entre los sexos y su
reciprocidad y complementariedad”.
El
Evangelio de la vida
En
conclusión, la relación señala la importancia del Evangelio de la vida. Es
decir la apertura a la vida no ajena al amor conyugal. “El amor esponsal, y más
en general la relación, nunca debe construirse como un círculo cerrado”,
además, “la acogida de la vida no se puede pensar como limitada únicamente a la
concepción y al nacimiento. Se completa en la educación de los hijos, en el
sostén que se ofrece a su crecimiento”.
El
documento también recuerda que “la acogida de la vida, el asumirse
responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta
requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento
aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones”.
En
ese sentido, la Iglesia está llamada a proclamar y ser testigo de la dignidad
suprema la persona humana, “en ese sentido, es preciso cuidar de modo
particular la educación de la afectividad y de la sexualidad”.
Para
ello, la relación apunta a la necesidad de proponer nuevamente el mensaje de
Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae sobre
el control de la natalidad.
Conclusión
Finalmente,
el texto concluye que el reto del Sínodo es “proponer de nuevo al mundo de hoy,
en ciertos aspectos tan similar al de los primeros tiempos de la Iglesia, el
atractivo del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, subrayando
la alegría que dan, pero al mismo tiempo dar respuestas verdaderas e
impregnadas de caridad a los numerosos problemas que especialmente hoy tocan la
existencia de la familia. Poniendo de relieve que la auténtica libertadmoral no consiste en hacer lo que se siente, no
vive sólo de emociones, sino que se realiza solamente adquiriendo el verdadero
bien”.
“En
concreto se nos pide ante todo ponernos al lado de nuestros hermanas y hermanos
con el espíritu del buen Samaritano: estar atentos a su vida, en particular
estar cerca de aquellos a los que la vida ha ‘herido’ y esperan una palabra de
esperanza, que nosotros sabemos que sólo Cristo puede darnos. El mundo necesita
a Cristo. El mundo también nos necesita a nosotros, porque pertenecemos a
Cristo”, concluyó.
El documento completo se encuentra enhttp://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2014/10/06/
0712/03003.html
0712/03003.html
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