Papa Francisco: La división entre cristianos
hiere a Cristo
Papa Francisco saluda a los fieles en
Audiencia General de hoy. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 08
Oct. 14 / 09:49 am (ACI/EWTN
Noticias).- Al presidir la catequesisen
la Audiencia General de hoy, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco alentó
a buscar la reconciliación y plena comunión con otras confesiones que
“comparten con nosotros la fe en Cristo”, pues la división entre cristianos
hiere a Cristo.
A continuación la catequesis completa del Santo Padre gracias a Radio
Vaticano:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En las últimas catequesis, hemos tratado de sacar a la luz la naturaleza
y la belleza de la Iglesia, y nos hemos preguntado qué comporta para cada uno de nosotros el ser
parte de este pueblo, pueblo de Dios, que es la Iglesia. Pero no debemos
olvidar que hay tantos hermanos, que comparten con nosotros la fe en Cristo,
pero que pertenecen a otras confesiones o a tradiciones diferentes de la
nuestra.
Muchos se han resignado a esta división – también dentro de nuestra
Iglesia católica se han resignado - que en el curso de la historia, a menudo ha
sido causa de conflictos y de sufrimientos: ¡también de guerras eh! ¡Esta es
una vergüenza! También hoy las relaciones no son siempre marcadas por el
respeto y la cordialidad.
Pero, me pregunto: ¿nosotros, cómo nos presentamos de frente a todo
esto? ¿También nosotros estamos resignados o somos incluso indiferentes a esta
división? ¿O más bien creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la
dirección de la reconciliación y de la plena comunión? La plena comunión, es
decir, poder participar todos juntos en el cuerpo y la sangre de Cristo.
La división entre cristianos, mientras hieren a la Iglesia, hieren a
Cristo y nosotros divididos herimos a Cristo: la Iglesia, en efecto, es el
cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Sabemos bien cuánto deseaba Jesús que sus
discípulos permanecieran unidos en su amor.
Es suficiente pensar en sus palabras referidas en el capítulo décimo
séptimo del Evangelio de Juan, la oración dirigida al Padre en la inminencia de
la pasión: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me diste, para que sean
uno como nosotros” (Jn, 17,11). Ésta unidad estaba ya amenazada mientras Jesús
estaba todavía entre los suyos: en el Evangelio, en efecto, se recuerda que los
apóstoles discutían entre ellos sobre quién fuera el más grande, el más
importante (cfr Lc 9,46).
Pero el Señor, ha insistido tanto en la unidad en el nombre del Padre,
haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán más
creíbles cuánto más nosotros, en primer lugar, seremos capaces de vivir en
comunión y de amarnos.
Es lo que sus apóstoles, con la gracia del Espíritu Santo, comprendieron
después profundamente y cuidaron, tanto que San Pablo llegará a implorar la
comunidad de Corinto con estas palabras: “Hermanos, en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya
divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera
de pensar y de sentir” (1 Cor 1,10).
Durante su camino en la historia, la Iglesia es tentada por el maligno,
que trata de dividirla, y por desgracia se ha visto afectada por separaciones
graves y dolorosas. Son divisiones que a veces se han prolongado en el tiempo,
hasta hoy, por lo cual ahora resulta difícil reconstruir todos los motivos y
sobre todo, encontrar soluciones posibles.
Las razones que llevaron a las fracturas y separaciones pueden ser muy
diferentes: desde las diferencias sobre principios dogmáticos y morales y sobre
concepciones teológicas y pastorales diversas, a los motivos políticos y de
conveniencia, hasta los enfrentamientos debidos a antipatías y ambiciones personales...
Los que es cierto es que, en un modo o en el otro, detrás de estas laceraciones
están siempre la soberbia y el egoísmo, que son causa de todo desacuerdo y nos
hacen intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar a aquellos que tienen una
visión o un posición diferente de la nuestra.
Ahora, de frente a todo esto, ¿hay algo que cada uno de nosotros, como
miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer? Ciertamente, no
debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de Jesús, la
oración por la unidad de los cristianos.
Y junto con la oración, el Señor nos pide una renovada apertura: nos
pide no cerrarnos al diálogo y al encuentro, sino captar todo aquello que de
válido y positivo se nos ofrece también por quienes piensan diferente de
nosotros o se ponen en una diferente posición. Nos pide no fijar la mirada en
lo que nos divide, sino más bien en lo que nos une, tratando de conocer mejor y
amar a Jesús y compartir la riqueza de su amor.
Y esto conlleva concretamente la adhesión a la verdad, junto con la
capacidad de perdonarse, de sentirse parte de la misma familia cristiana, de considerarse el uno un don para el otro y hacer
juntos muchas cosas buenas, y obras de caridad.
Es un dolor, pero hay divisiones, hay cristianos divididos, nos hemos
dividido entre nosotros.
Pero todos tenemos algo en común: todos creemos en Jesucristo el Señor,
todos creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y en tercer lugar,
todos caminamos juntos, estamos en camino. ¡Ayudémonos los unos a los otros! Tú
piensas así, tú así…Pero, en todas las comunidades hay buenos teólogos: que
ellos discutan, que ellos busquen la verdad teológica, porque es un deber; pero
nosotros caminemos juntos, rezando los unos por los otros, y haciendo las obras
de caridad. Y así hacemos la comunión en camino, esto se llama: ecumenismo
espiritual. Caminar el camino de la vida todos juntos en nuestra fe, en Jesucristo nuestro Señor.
Se dice que no debe hablarse de cosas personales, pero, no resisto a la
tentación…Estamos hablando de comunión, comunión entre nosotros, y hoy, estoy
muy agradecido al Señor, porque hoy ¡hace 70 años que hice la Primera Comunión!
Pero, hacer la Primera Comunión todos nosotros debemos saber que significa
entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de nuestra
iglesia, pero también en comunión con todos aquellos que pertenecen a
comunidades diferentes, pero creen en Jesús.
Agradezcamos al Señor, todos, por nuestro bautismo, agradezcamos al
Señor todos, por nuestra comunión, y para que esta comunión sea al final una
comunión de todos juntos.
Queridos amigos, ¡entonces vamos hacia adelante hacia la unidad plena!
La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la reconciliación y
la comunión. Y esto es verdad, ¡esto tenemos que defender! ¡Todos estamos en
camino hacia la comunión!
Y cuando la meta nos pueda parecer demasiado lejana, casi inalcanzable,
y nos sintamos atrapados por el desaliento, nos anime la idea de que Dios no
puede cerrar su oído a la voz de su propio Hijo Jesús y no cumplir con sus y
nuestras oraciones, para que todos los cristianos sean verdaderamente una sola
cosa. Gracias.
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