La decadencia de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de
pobreza
Corrientes
(AICA): Lunes 29 Dic 2014 | 12:10 pm “Es cada vez más evidente que la decadencia de la
cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una serie de
numerosos otros problemas sociales que azotan de forma desproporcionada a las
mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más en
esta crisis”, aseveró el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik
OFMCap, y agregó: “Navidad, iluminada por la Santa Familia de Jesús, María y
José, es perdón y amor entre los esposos; es abrirse generosamente al don de la
vida y dar espacio y atención a los hijos; es hacerse cargo con amor de los
ancianos; es dar testimonio convencido y valiente de los beneficios que el
matrimonio y la familia puede dar a los hijos, a los esposos y a la misma
sociedad”.
El arzobispo
de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, aseguró que “la santa Familia
de Nazaret habla hoy a la familia cristiana y a las diversas realidades
familiares por las que atraviesan en este tiempo el matrimonio y la familia” y
recordó que “el Sínodo sobre la familia, más allá de los debates sobre algunos
temas específicos, nos invita a recuperar la verdad y belleza de la familia y,
al mismo tiempo, la misericordia para con las familias heridas y
frágiles”.
“Por ello, la Iglesia mira con íntimo gozo y profunda consolación –leemos en el
texto de preparación al próximo Sínodo– a las familias que permanecen fieles a
las enseñanzas del Evangelio. Gracias a ellas se hace creíble la belleza del
matrimonio indisoluble y fiel para siempre. En esto la Santa Familia de Nazaret
es el modelo admirable”, agregó.
El prelado sostuvo que “la Iglesia, maestra segura y madre atenta, desea
identificarse con la mirada misericordiosa de Jesús para acompañar con atención
y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado,
dándoles de nuevo confianza y esperanza, conscientes de que el amor
misericordioso, al igual que atrae y une, transforma y eleva. Invita a la
conversión”.
“Así entendemos la enseñanza del Señor, que no condena a la mujer adúltera, pero
le pide que no peque más. Se trata de aprender a acoger y acompañar con
paciencia y delicadeza las situaciones de tantas personas que no viven en el
espíritu del matrimonio cristiano. Para ello, es muy importante el testimonio
atractivo de las auténticas familias cristianas. Aprovecho para agradecer el
acompañamiento y la asistencia pastoral que realizan en nuestra arquidiócesis
varios movimientos y asociaciones, coordinados por el Equipo de Pastoral
familiar”, precisó.
El arzobispo correntino insistió en el valor de la Sagrada Familia e indicó que
“con Jesús, Dios se hace cercano y asume nuestra condición humana haciéndonos
sus hijos y renovando de raíz los vínculos familiares, empezando por valorar la
verdad y la belleza de la complementariedad entre el hombre y la mujer, la
estabilidad, la fidelidad y el amor fecundo, que responden a los deseos más
profundos del corazón humano”.
Asimismo, recordó que “en el discurso a los participantes en el coloquio
internacional sobre la complementariedad del hombre y la mujer, el Papa
Francisco advirtió sobre la falsedad de calificar con conceptos ideológicos y
hablar de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia,
sentenció. Y más adelante añadió: ‘Vivimos en una cultura de lo provisional, en
la que cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso
público’”.
“Esta revolución en las costumbres y en la moral ha ondeado con frecuencia la
‘bandera de la libertad’, pero en realidad ha traído devastación espiritual y
material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Es
cada vez más evidente que la decadencia de la cultura del matrimonio está
asociada a un aumento de pobreza y a una serie de numerosos otros problemas
sociales que azotan de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y los
ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más en esta crisis”,
aseveró.
Monseñor Stanovnik afirmó que “en medio de esta realidad, marcada por luces y
sombras, como hace dos mil años, también la Navidad es el sí de Dios al hombre
y, en la persona de Jesús, es el comienzo de lo nuevo. Allí resplandece el
esplendor del verdadero amor. Por eso, mirando el pesebre en esta Navidad,
renovemos el mandamiento del amor aplicándolo sobre todo a los vínculos
familiares.
“Navidad, iluminada por la Santa Familia de Jesús, María y José, es perdón y
amor entre los esposos; es abrirse generosamente al don de la vida y dar
espacio y atención a los hijos; es hacerse cargo con amor de los ancianos; es
dar testimonio convencido y valiente de los beneficios que el matrimonio y la
familia puede dar a los hijos, a los esposos y a la misma sociedad”,
concluyó.+
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