Francisco: "Dios me da una sana dosis de inconsciencia"
En la primera entrevista con un medio
latinoamericano, habló de la familia, los divorciados vueltos a casar, la
reforma de la curia y la Argentina
Por Elisabetta
Piqué | LA NACION
ROMA.-
"Dios es bueno conmigo,
me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que
hacer." "Una cosa que me dije desde el primer momento fue: «Jorge, no
cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el
ridículo»."
Ésas son
algunas de las frases que, a punto de cumplir 21 meses de pontificado, el papa
Francisco pronunció en una entrevista con LA NACION en su
suite de la Casa Santa Marta, el jueves por la tarde.
Relajado y de buen humor, el ex arzobispo de Buenos
Aires aprovechó la primera entrevista exclusiva con un medio latinoamericano
para hablar, durante 50 minutos, de todo.
Conversó sobre su propia salud y sus viajes, y no
evitó las definiciones acerca de los temas polémicos, como los gays, la
situación de los divorciados vueltos a casar y el proceso electoral en la
Argentina.
Cerca de
cumplir 78 años, Jorge Bergoglio tampoco
eludió uno de los temas centrales de su papado y, tal vez, el más anticipado
desde el propio cónclave que lo eligió, el 13 de marzo de 2013: la reforma de
la curia romana, tan cuestionada durante el pontificado de Benedicto XVI.
Anticipó que no estará lista el año próximo. Y agregó que, en realidad, es "la
reforma espiritual, la reforma del corazón", la que más le preocupa en
este momento.
Francisco
admitió, además, que "falta mucho todavía" para terminar el trabajo
de limpieza en elVaticano y
habló con gran naturalidad de las resistencias que enfrenta y por las que
-dijo- no se siente muy preocupado.
"Las resistencias ahora se evidencian, pero
para mí es un buen signo que las ventilen, que no las digan a escondidas cuando
uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas, es muy sano", afirmó,
desde la suite que hoy es su hogar en el Vaticano.
Más allá del cansancio después de una jornada
intensísima, llena de compromisos y audiencias desde temprano, Francisco, que
no perdió ni el acento ni el modo porteño, se mostró accesible y hasta risueño.
A pesar de ese tono, el Papa se refirió a las
polémicas de su pontificado, como las que rodearon el último sínodo
extraordinario de obispos, en octubre pasado. En su diagnóstico sobre el estado
actual de la familia, Bergoglio fue tajante y directo: "Está recontra
baqueteada", dijo.
El sínodo dejó en evidencia las divisiones sobre cómo
debe enfrentar hoy la Iglesia sus desafíos, en especial la situación de los
católicos divorciados vueltos a casar. Francisco se animó a definirlos como
"excomulgados de hecho", debido a todas las acciones de las que son
excluidos por la Iglesia por estar en esa situación.
"El cardenal alemán Walter Kasper [cercano al
Papa y de inclinaciones reformistas] lo que hizo fue decir que busquemos
hipótesis, es decir, él abrió el campo. Y algunos se asustaron", explicó.
Para tranquilizar a esos sectores que creen que el
sínodo creó confusión, el Papa también recordó que esa asamblea "es un
proceso" y que "no se tocó ningún punto de la doctrina de la Iglesia
sobre el matrimonio".
"No tengo miedo de seguir el camino de la
sinodalidad [palabra que deriva del griego syn, odos, caminar juntos], porque
es el camino que Dios nos pide. Es más, el Papa es garante, está ahí para
cuidar eso también", dijo.
Francisco tuvo, asimismo, palabras sobre el aluvión
de argentinos que viajan a Roma para sacarse la foto con él. Y advirtió que,
por las elecciones presidenciales de 2015, decidió no recibir más en privado a
políticos, sino tan sólo al término de las audiencias generales de los
miércoles en la Plaza San Pedro.
Además, confirmó que, si bien no viajará a la
Argentina en julio de 2016 para el Congreso Eucarístico de Tucumán, debido a la
cercanía con la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, el proyecto igual es
viajar al país ese mismo año, en otro momento. Eso sí, reveló que en 2015
visitará otros tres países de América latina -que prefirió no mencionar- y, por
primera vez, África.
Afirmó que el Instituto para las Obras de Religión
(IOR), también llamado banco del Vaticano y bajo la lupa durante décadas por
sospechas de lavado de dinero e infiltraciones mafiosas, "está funcionando
bárbaro".
La
Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción... y tiene que salir a
curar heridas
Francisco concedió la entrevista exclusiva a LA
NACION unos pocos días antes de una cita clave en el Vaticano: la fiesta de la
Virgen de Guadalupe, patrona de América latina, el 12 de diciembre.
Celebrará el día con una misa solemne en la
Basílica de San Pedro, en la que músicos argentinos interpretarán la Misa
criolla, compuesta por Ariel Ramírez hace 50 años, un evento histórico para el
primer papa del fin del mundo.
Conducirán la Misa criolla el hijo del autor,
Facundo Ramírez, y la cantante Patricia Sosa, junto con un coro romano.
"Cuando escuché por primera vez la Misa
criolla era estudiante, creo que de teología, pero no recuerdo bien. Y me gustó
mucho. Me gustó mucho el «Cordero de Dios», que es de una belleza
impresionante. De lo que no me olvido nunca es de que la escuché cantada por
Mercedes Sosa", confesó el Papa.
-Para América latina es fuente de orgullo tener al
primer papa no europeo. ¿Qué espera usted de la región?
-América latina viene recorriendo un camino desde
hace tiempo, desde la primera reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano
[Celam], desde la creación del Celam. Monseñor Larraín, el primer presidente
del Celam, le dio un gran impulso. Fue la conferencia de Río, después Medellín,
después Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Son hitos que el episcopado
latinoamericano fue haciendo, colegialmente, con metodologías distintas,
primero tímidamente. Pero este camino de 50 años no se puede ignorar porque es
un camino de toma de conciencia de una Iglesia en América latina y de
maduración en la fe. Junto con este camino, se desplegó también una gran
inquietud por estudiar el mensaje guadalupano. La cantidad de estudios sobre la
Virgen de Guadalupe, sobre la imagen, sobre el mestizaje, sobre el NicanMopoua,
es impresionante, es una teología de fondo. Por eso al celebrar el Día de la
Virgen de Guadalupe, patrona de América, el 12 de diciembre, y los 50 años de
la Misa criolla, estamos conmemorando un camino de la Iglesia
latinoamericana.
-Un reciente sondeo en la región [del Pew Research
Center] certificó que, más allá del "efecto Francisco", hay católicos
que siguen abandonando la Iglesia.
-Conozco la estadística que dieron en Aparecida, es
el único dato que tengo. Evidentemente, hay varios factores que intervienen en
eso, externos a la Iglesia. Por ejemplo, la teología de la prosperidad inspira
muchas propuestas religiosas que atraen gente. Pero luego la gente queda a
mitad de camino. Pero dejando afuera lo externo a la Iglesia, me pregunto:
¿cuáles son las cosas nuestras, dentro de la Iglesia, que hacen que los fieles
no se sientan satisfechos? Y es la falta de cercanía y el clericalismo. La
proximidad es el llamado hoy al católico, a salir y hacernos próximos de la
gente, de sus problemas, de sus realidades. El clericalismo, se lo dije a los
obispos del Celam en Río de Janeiro, frenó la madurez laical en América latina.
Donde los laicos son más maduros en América latina es precisamente en la
expresión de la piedad popular. Pero organizaciones laicales siempre estuvieron
con el problema del clericalismo. Yo hablé de esto en la "Evangelii
Gaudium" [la primera exhortación apostólica del Papa].
-¿La renovación de la Iglesia a la que usted llama
apunta también a buscar a estas "ovejas perdidas" y a frenar esa
sangría de fieles?
-No me gusta usar esa imagen de la
"sangría" porque es una imagen muy ligada al proselitismo. No me
gusta usar términos ligados al proselitismo porque no es la verdad. Me gusta
usar la imagen de hospital de campaña: hay gente muy herida que está esperando
que vayamos a curarle las heridas, heridas por mil motivos. Y hay que salir a
curar heridas.
-¿Ésa es la estrategia entonces para recuperar a
los que se van?
-No me gusta la palabra "estrategia",
sino que hablaría del llamado pastoral del Señor, porque si no, parece todo una
ONG... Es el llamado del Señor, lo que hoy le pide a la Iglesia, no como
estrategia, porque la Iglesia no hace proselitismo. La Iglesia no quiere hacer
proselitismo porque la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción,
como dijo Benedicto. La Iglesia tiene que ser un hospital de campaña y salir a
curar heridas, como el buen samaritano. Hay gente herida por desatención, por
abandono de la Iglesia misma, gente que está sufriendo horrores...
-Usted es un papa que suele hablar de manera
directa, lo que le ayuda a dejar en claro el rumbo de su pontificado. ¿Por qué
cree que hay sectores que están desorientados, que dicen que la "barca
está sin timón", sobre todo después del reciente sínodo sobre la familia?
La
reforma espiritual es lo que, en este momento, más me preocupa. La reforma del
corazón
-Me extrañan esas expresiones. No me consta que las
hayan dicho. En los medios, aparece como que las hubieran dicho. Pero, hasta
que no le pregunte al interesado: "¿Usted ha dicho esto?", mantengo
la duda fraternal. Pero, generalmente, es porque no leen las cosas. Uno sí me
dijo una vez: "Sí, claro, esto del discernimiento qué bien que hace, pero
necesitamos cosas más claras". Y yo le dije: "Mire, yo escribí una
encíclica, es verdad, a cuatro manos, y una exhortación apostólica. C ontinuamente
estoy haciendo declaraciones, dando homilías y eso es magisterio. Eso que está
ahí es lo que yo pienso, no lo que los medios dicen que yo pienso. Vaya ahí y
lo va a encontrar y está bien claro; «Evangelii Gaudium» es muy clara".
-En los medios, algunos hablaron del "fin de
la luna de miel" por la división que salió a la luz en el sínodo...
-No fue una división tipo estrella contra el Papa;
o sea, al Papa de referente no lo tenían. Porque ahí el Papa procuró abrir el
juego y escuchar a todos. El hecho de que, al final, mi discurso haya sido
aceptado tan entusiastamente por los padres sinodales indica que el problema no
era con el Papa, sino que era entre diversas posturas pastorales.
-Siempre que hay un cambio de statu quo, como
significó su llegada al Vaticano, es normal que haya resistencias. Después de
poco más de 20 meses, esta resistencia, silenciosa al principio, parece ser más
evidente...
-La palabra la dijo usted. Las resistencias ahora
se evidencian, pero para mí es un buen signo, que las ventilen, que no las digan
a escondidas cuando uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas; es muy
sano.
-¿La resistencia tiene que ver con la limpieza que
usted está haciendo, con la reestructuración interna de la curia romana?
-Considero a las resistencias como puntos de vista
distintos, no como cosa sucia. Tiene que ver con decisiones que por ahí tomo,
eso sí. Claro, hay decisiones que tocan algunas cosas económicas, otras más
pastorales...
-¿Está preocupado?
-No, no estoy preocupado, me parece todo normal,
porque sería anormal que no existieran puntos divergentes. Sería anormal que no
saliera nada.
-¿Terminó el trabajo de limpieza o sigue?
-No me gusta hablar de "limpieza". Diría
de hacer marchar la curia en la dirección que las congregaciones generales [las
reuniones que anteceden al cónclave] pidieron. No, para eso falta mucho
todavía. Falta, falta. Porque, en las congregaciones generales precónclave, los
cardenales pedimos muchas cosas y hay que seguir adelante en todo eso...
-¿Lo que se encontró haciendo limpieza es peor de
lo que se esperaba?
-Primero, no me esperaba nada. Esperaba volverme a
Buenos Aires [risas]. Y después creo que, no sé, Dios en eso es bueno conmigo,
me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer.
-Pero ¿cómo anda el trabajo en curso?
Las
resistencias ahora se evidencian, pero para mí es un buen signo que las
ventilen, que no las digan a escondidas cuando uno no está de acuerdo
-Bueno, es todo público, se sabe. El IOR [Instituto
para las Obras de Religión] está funcionando fenómeno y se hizo bastante bien
eso. Lo de la economía está yendo bien. Y la reforma espiritual es lo que en
este momento me preocupa más, la reforma del corazón. Estoy preparando la
alocución de Navidad para los miembros de la curia; voy a tener dos saludos
navideños, uno con los prelados de la curia y otro con todo el personal del
Vaticano, con todos los dependientes, en el Aula Pablo VI con sus familias,
porque ellos también llevan adelante las cosas. Los ejercicios espirituales
para prefectos y secretarios son un paso adelante. Es un paso adelante que
estemos seis días encerrados, rezando y, como el año pasado, lo vamos a volver
a hacer en la primera semana de Cuaresma. Vamos a la misma casa.
-La semana que viene vuelve a juntarse el G-9 [el
grupo de 9 cardenales consultores que lo ayudan en el proceso de reforma de la
curia y en el gobierno universal de la Iglesia]. ¿Para 2015 va a estar lista la
famosa reforma de la curia?
-No, el proceso es lento. El otro día tuvimos una
reunión con los jefes de dicasterios y se presentó la propuesta que hicieron de
juntar los dicasterios de Laicos, Familia, Justicia y Paz. Y hubo discusión
ahí, cada uno expresó lo que le parecía, y ahora esto vuelve al G-9. Es decir,
la reforma de la curia lleva mucho tiempo, es la parte más compleja...
-¿Es decir que no va a estar lista en 2015?
-No, se va haciendo de a pasitos.
-¿Es cierto que un matrimonio podría estar al
frente de este nuevo dicasterio que juntaría los Pontificios Consejos de los
Laicos, de la Familia y de Justicia y Paz?
-Puede ser, no sé. Al frente de los dicasterios o
de la secretaría va a estar la gente más apta, sea hombre, mujer, o
matrimonio...
-Y no necesariamente cardenal u obispo...
-Arriba, en un dicasterio como la Congregación para
la Doctrina de la Fe, el de Liturgia o en el nuevo que juntará a Laicos,
Familia y Justicia y Paz, siempre va a estar al frente un cardenal. Conviene
que sea así por la misma cercanía con el Papa como colaborador en ese sector.
Pero ya los secretarios de dicasterio no tienen por qué ser obispos, porque un
problema que hay acá, cuando uno tiene que cambiar un secretario-obispo es
¿dónde lo manda? Tiene que buscar una diócesis, pero a veces no son aptos para
una diócesis, sino que son aptos para ese trabajo. Sólo nombré a dos obispos
secretarios: el secretario del governatorato, para nombrarlo párroco de todo
esto, y el secretario del sínodo de obispos, para lo que significa la
episcopalidad allí.
-Fue un año intenso: muchos viajes importantes, el
sínodo extraordinario, la oración por la paz por Medio Oriente en los jardines
del Vaticano... ¿Cuál fue el mejor momento y cuál, el peor?
-No sabría decirlo. Todos los momentos tienen algo
bueno y algo que por ahí no es tan bueno, ¿no? [silencio]. Por ejemplo, el
encuentro con los abuelos, con los ancianos, fue de una belleza impresionante.
-Estaba Benedicto también...
-Me gustó mucho ese encuentro, pero no fue el mejor
porque todos son lindos. No sé, no me sale eso, no se me ocurrió pensar eso.
-Y de ser Papa, ¿qué es lo que más le gusta y qué
lo que más le disgusta?
-Una cosa, y esto es verdad y esto lo quiero decir:
antes de venir acá, me estaba retirando. O sea, cuando volviera a Buenos Aires,
había quedado con el nuncio de hacer la terna ya para que, a fin de ese año
[2013], asumiera el nuevo arzobispo. Tenía la cabeza enfocada en los
confesionarios de las iglesias donde iba a ir a confesar. Incluso estaba el
proyecto de pasar dos o tres días en Luján y el resto en Buenos Aires, porque
Luján a mí me dice mucho, y las confesiones en Luján son una gracia. Cuando vengo
acá, tuve que volver a empezar con todo esto nuevo. Y una cosa que me dije
desde el primer momento fue: "Jorge no cambies, seguí siendo el mismo,
porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo". Por eso he mantenido
siempre lo que hacía en Buenos Aires. Con los errores, por ahí, que eso puede
suponer. Pero prefiero andar así como soy. Evidentemente, eso produjo algunos
cambios en los protocolos, no en los protocolos oficiales porque esos los
observo bien. Pero mi modo de ser aun en los protocolos es el mismo que en
Buenos Aires, o sea que ese "no cambies" me cuadró bien la vida.
-A la vuelta de Corea del Sur, ante una pregunta,
dijo que esperaba en dos o tres años "ir a la casa del Padre" y mucha
gente se quedó preocupada por su estado de salud, pensando que estaba enfermo o
algo por el estilo. ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? Se lo ve bárbaro...
-Tengo mis achaques y a esta edad los achaques se
sienten. Pero estoy en manos de Dios, hasta ahora puedo llevar un ritmo de
trabajo más o menos bueno.
-Un sector conservador en Estados Unidos cree que
usted lo echó al cardenal tradicionalista norteamericano Raymond Leo Burke del
Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica por ser el líder de un grupo de
resistencia a cualquier tipo de cambio en el sínodo de obispos... ¿Es verdad?
Me
gusta usar la imagen del hospital de campaña: hay gente muy herida que está
esperando que vayamos a curarles las heridas
-El cardenal Burke un día me preguntó qué iba a
hacer, ya que aún no había sido confirmado en su cargo, en la parte jurídica, y
estaba con la fórmula de donec alitur provideatur ("hasta
que se disponga otra cosa"). Y le dije: "Deme un poco de tiempo
porque se está pensando en una reestructuración jurídica en el G-9", y le
expliqué que todavía no había nada hecho y que se estaba pensando. Y después
surgió lo de la Orden de Malta y ahí hacía falta un americano vivo, que se
pudiera mover en ese ámbito y se me ocurrió él para ese cargo. Y se lo propuse
mucho antes del sínodo. Y le dije: "Esto va a ser después del sínodo
porque quiero que usted participe en el sínodo como jefe de dicasterio",
porque como capellán de Malta no podía. Y bueno, me agradeció mucho, en buenos
términos y lo aceptó, hasta le gustó me parece. Porque él es un hombre de
moverse mucho, de viajar y ahí va a tener trabajo. O sea que no es cierto que
lo eché por cómo se había portado en el sínodo.
-¿Tiene planes para su 78° cumpleaños, el 17 de
diciembre próximo? Lo festejará con losbarboni [sin techo] como el
año pasado?
-A los barboni yo
no los invité, me los trajo el limosnero ¿eh? Y fue un buen gesto y ahí también
se hizo el mito de que yo había desayunado con los barboni. Pero yo
desayuné con todo el personal de la casa y estaban los barboni ahí.
Son de esas cosas folklóricas que me cuelgan ahí... Como cae un día que no
tengo misa abajo en la capilla, porque es miércoles y hay audiencia general,
vamos a almorzar juntos todos los empleados de la casa. Para mí, va a ser un
día totalmente normal, como todos los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario