Mons. Arancedo: “El Magníficat de María nos habla del servicio a los más
necesitados”
Domingo
21 Dic 2014 | 11:25 am-Santa Fe (AICA): “En el ‘fiat’ de María
los cristianos conocemos tanto el designio del amor de Dios y su realización en
Cristo, como nuestra vocación y estilo de vida. Cuando tomamos nuestra vida en
serio ‘somos una carta de Cristo’, nos diría san Pablo, para ser leída en este
mundo. Por ello, el Magníficat de María es una oración ejemplar para todo
cristiano, en la que se nos habla de la alabanza a Dios y del servicio a
nuestros hermanos más necesitados”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera
Cruz, monseñor José María Arancedo, al reflexionar sobre el evangelio de la
concepción y el nacimiento de Jesús.
El arzobispo
de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que este
domingo se presenta el evangelio de la Anunciación del Señor y explicó que esta
referencia tiene “un profundo sentido humano e histórico: no hay nacimiento sin
concepción”.
“La realidad humana de la vida ha sido asumida por Dios para comunicarnos a través de ella a su Hijo. La concepción de Jesucristo por obra del Espíritu Santo en la Virgen María es el comienzo de la Encarnación, que es el acto mayor de la historia del amor de Dios que no abandona al hombre. La concepción de Jesús en el silencio de María el día de la Anunciación, y la alegría de su nacimiento en Belén el día de Navidad forman una unidad en el proyecto salvífico de Dios”, subrayó.
El prelado destacó que “la figura central en este evangelio, si bien todo el está orientado a Jesucristo, es la Virgen María” y consideró que “podemos decir que la humanidad entera estuvo pendiente de este diálogo y de su aceptación. Estamos ante una obra de Dios, María no está sola, sino sostenida por el amor y la elección de Dios”.
“En este marco de la conciencia de estar ante una obra de Dios, ella recibe el anuncio de que va a ser la madre del Hijo único de Dios: ‘Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. Conocemos la respuesta, pero nos hace bien repetirla, como lo hacemos cuando rezamos el Angelus: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”, puntualizó.
“Si bien este diálogo es único, tiene un sentido ejemplar para todos los cristianos. En el ‘fiat’ de María conocemos tanto el designio del amor de Dios y su realización en Cristo, como nuestra vocación y estilo de vida. Cuando tomamos nuestra vida en serio ‘somos una carta de Cristo’, nos diría san Pablo, para ser leída en este mundo. Por ello, el Magnificat de María es una oración ejemplar para todo cristiano, en la que se nos habla de la alabanza a Dios y del servicio a nuestros hermanos más necesitados”, sostuvo.
Monseñor Arancedo compartió unas palabras del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en la que se afirma: “Los discípulos de Cristo están llamados a renovar en sí mismos –la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magnificat, se encuentra luego expresado en las palabras y las obras de Jesús”.
“María es la primera discípula y misionera de Jesucristo y, por lo mismo, la imagen de un cristiano responsable de su fe y de una Iglesia comprometida con su misión”, concluyó.+
Texto completo de la alocución
“La realidad humana de la vida ha sido asumida por Dios para comunicarnos a través de ella a su Hijo. La concepción de Jesucristo por obra del Espíritu Santo en la Virgen María es el comienzo de la Encarnación, que es el acto mayor de la historia del amor de Dios que no abandona al hombre. La concepción de Jesús en el silencio de María el día de la Anunciación, y la alegría de su nacimiento en Belén el día de Navidad forman una unidad en el proyecto salvífico de Dios”, subrayó.
El prelado destacó que “la figura central en este evangelio, si bien todo el está orientado a Jesucristo, es la Virgen María” y consideró que “podemos decir que la humanidad entera estuvo pendiente de este diálogo y de su aceptación. Estamos ante una obra de Dios, María no está sola, sino sostenida por el amor y la elección de Dios”.
“En este marco de la conciencia de estar ante una obra de Dios, ella recibe el anuncio de que va a ser la madre del Hijo único de Dios: ‘Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. Conocemos la respuesta, pero nos hace bien repetirla, como lo hacemos cuando rezamos el Angelus: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”, puntualizó.
“Si bien este diálogo es único, tiene un sentido ejemplar para todos los cristianos. En el ‘fiat’ de María conocemos tanto el designio del amor de Dios y su realización en Cristo, como nuestra vocación y estilo de vida. Cuando tomamos nuestra vida en serio ‘somos una carta de Cristo’, nos diría san Pablo, para ser leída en este mundo. Por ello, el Magnificat de María es una oración ejemplar para todo cristiano, en la que se nos habla de la alabanza a Dios y del servicio a nuestros hermanos más necesitados”, sostuvo.
Monseñor Arancedo compartió unas palabras del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en la que se afirma: “Los discípulos de Cristo están llamados a renovar en sí mismos –la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magnificat, se encuentra luego expresado en las palabras y las obras de Jesús”.
“María es la primera discípula y misionera de Jesucristo y, por lo mismo, la imagen de un cristiano responsable de su fe y de una Iglesia comprometida con su misión”, concluyó.+
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