Hoy celebramos a la joven Santa Gemma
Galgani
Santa Gemma Galgani
REDACCIÓN CENTRAL, 11 Abr. 15 / 12:16
am (ACI).-
Cuando
Jesús entra en el corazón de una persona, el amor que la inflama es tan grande
que la desborda y la supera. Ese fue el sentido de la vida de Santa Gemma Galgani, una joven italiana a
quien Cristo le concedió los estigmas y pasó por numerosos sufrimientos
corporales.
Sus
grandes fortalezas fueron una espiritual profunda, el gran amor que sentía por
los pecadores y los corazones de Jesús y María.
Gemma
nació en Camigliano (Italia) el 12 de marzo 1878. Sus padres fueron el
farmacéutico Don Enrique Galgani, y Doña Aurelia Landi. Fue la cuarta hija de
ocho hermanos. Desde niña mostró signos de santidad, ya que se encerraba a orar
delante del crucifijo de la familia.
Su
madre, fue quien le inculcó el amor por Cristo Crucificado y por la Virgen
María. Cuando era niña, su madre la tomaba en brazos y le enseñaba el
crucifijo. Entre lágrimas, le hablaba del inmenso amor que tuvo Jesús por los
hombres.
Cuando
su madre percibió que pronto llegaría su hora de partir, decidió entregar a su
hija al cuidado del Espíritu Santo. La preparó para recibir el sacramento de la
Confirmación que le fue administrado en 1885 por el Obispo de Lucca, Mons.
Nicolás Ghilardi. Durante la ceremonia, Gemma sintió que el Espíritu Santo le
preguntaba si ella quería entregarle a su mamá. La niña respondió que sí y le
pidió que la llevara también a ella. Eso no sucedió porque Dios tenía grandes
planes para su vida.
Durante
toda su vida, Gemma estuvo muy cerca a la Eucaristía y la Madre de Dios. A
pesar de su corta edad, Mons. Volpi, accedió a que la niña hiciera la primera
comunión porque supo que si no lo hacía, ella moriría de dolor.
Después
de la muerte de su padre, Gemma se mudó con sus tíos a Camioer. Durante un año
se descuidó de sus oraciones y se olvidó de Jesús porque se sintió atraída por
las diversiones mundanas. Sin embargo, Cristo permitió que cayera enferma para
hacerla volver a sus brazos. Debido a que requería mayores cuidados, regresó a
Lucca, donde permaneció hasta su muerte.
Jesús
le concedió diversas gracias, como la presencia de San Pablo de la Cruz o
el Venerable Gabriel. También tenía experiencias místicas sobre la Pasión de
Cristo.
Santa
Gemma recaía frecuentemente en la enfermedad y ella aprovechaba esos momentos
para ofrecer sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.
Toda
esa entrega y abnegación eran motivo de odio para el demonio que nunca dejó de
tentarla e incluso llegó a atacarla físicamente.
Por
motivo de sus padecimientos, éxtasis y por tener los estigmas de Cristo, las
personas se burlaban de ella y la creían loca. Pero Gema nunca se dejó
amedrentar por estos insultos y continúo amando y sirviendo a Jesús hasta el
día de su muerte.
Antes
de morir, volvió a caer en una enfermedad que le ocasionó muchos dolores. Gemma
la ofreció como una mortificación para que un sacerdote, que llevaba una vida
mundana y desordenada, se convirtiera. El cura se convirtió dos días antes de
su muerte.
La
joven italiana murió el 11 de abril de 1903, en el Sábado Santo. El P. Germán
le dio la extremaunción y vio que colocaba sus brazos imitando a Cristo en la
Cruz. Después, Gemma tomó el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!..
¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de
María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma...Dile que
tenga misericordia de mí".
El
P. Germán escribió muy pronto la biografía y la devoción a Santa Gemma comenzó
a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia, sino en muchos países del
mundo.
Fue
canonizada el 2 de mayo de 1940 durante la fiesta de la Ascensión del Señor. El
Papa Pío XI dijo sobre la santa: “Será la joya de nuestro pontificado”.
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