Papa Francisco: Los niños nunca son un error
y con ellos “¡no se juega!”
VATICANO, 08 Abr. 15 / 09:49 am (ACI/EWTN Noticias).- “Hermanos y hermanas, piensen bien: ¡con los niños
no se juega!”. Así de enérgico se mostró este miércoles por la mañana el Papa
Francisco en su catequesis de
la Audiencia General, la primera en el tiempo de Pascua.
También consideró vergonzoso decir que traer un niño al mundo es un error.
El
Papa dedicó el día a hablar de los niños, que son “el fruto más bonito de la
bendición que el Creador ha dado al hombre y a la mujer”. Pero si en semanas
anteriores explicó el “don” que son, esta vez habló de las “historias de
pasión” que viven muchos de ellos.
“Muchos
niños desde el inicio son rechazados, abandonados, despojados de su infancia y
de su futuro. Alguno osa decir, casi para justificarse, que ha sido un error
hacerle venir al mundo. ¡Esto es vergonzoso! ¡No descarguemos sobre los niños
nuestras culpas por favor! Los niños nunca son 'un error'”.
El
Pontífice afirmó que a pesar de la pobreza, la fragilidad, el abandono y el
hambre que puedan sufrir no son un error, y tampoco por “su ignorancia o su
incapacidad: hay muchos niños que no saben qué es un escuela”.
Todo
lo contrario, “estos son motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿Qué
hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos del hombre y del
niño si después castigamos a los niños por los errores de los adultos?”, se
preguntó.
Por
tanto, “aquellos que tienen el encargo de gobernar, de educar, diría que todos
los adultos, somos responsables de los niños y de hacer cada uno lo que pueda
para cambiar esta situación”.
Para
el Santo Padre, “cada niño marginado, abandonado, que vive en las calles
mendigando” y que se encuentra “sin escuela, sin cuidados médicos, es un grito
que llega a Dios y que acusa a nuestro sistema, que lo adultos hemos
construido. Y por desgracia estos niños son presa de los delincuentes, que les
explotan para indignos tráficos y negocios, o les adiestran para la guerra y la
violencia”.
Pero,
advirtió Francisco, esto no se da sólo en países pobres, sino que “también en
los considerados países ricos muchos niños viven dramas que les marcan de
manera profunda a causa de la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de las condiciones
de vida a
veces deshumanas”.
Se
trata de “infancias violadas en el cuerpo y en el alma”, pero “¡ninguno de
estos niños es olvidado por el Padre que está en los cielos!”, exclamó el Papa
añadiendo: “¡Ninguna lágrima se pierde!, como tampoco se pierde nuestra
responsabilidad, la responsabilidad social de las personas, de cada uno de
nosotros y de los países”.
“Es
conmovedora la narración evangélica: Le trajeron entonces a unos niños para que
les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron,
pero Jesús les dijo: ‘Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí,
porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos’. Y después de
haberles impuesto las manos, se fue de allí”, afirmó.
“¡Como
querría –dijo el Papa- que esta página se convirtiera en la historia normal de
todos los niños! Es verdad que gracias a Dios los niños con graves dificultades
encuentran muy a menudo padres extraordinarios, preparados para todo sacrificio
y toda generosidad”.
No
obstante, “¡estos padres no deben ser dejados solos! Debemos acompañarles en su
fatiga, pero también ofrecer sus momentos de alegría compartida y de alegría
despreocupada, para que no sean presos sólo de la rutina terapéutica”.
A
su vez, el Obispo de Roma pidió no tratar a los niños con “fórmulas de defensa jurídica
de oficina”, por ejemplo al decir: “después de todo, somos una organización de
beneficencia” o “en lo privado, cada uno es libre de hacer lo que quiera” o
también “lo siento, no podemos hacer nada”.
El
Papa destacó que “demasiado a menudo sobre los niños recaen los efectos de
tener un trabajo precario y mal pagado, de horarios insostenibles, de
transportes ineficientes... Pero los niños pagan también el precio de uniones
inmaduras y de separaciones irresponsables; son las primeras víctimas”. También
“sufren los éxitos de la cultura de los derechos individuales exasperados, y se
conviertan después en hijos más precoces”.
El
Pontífice alertó de que “a menudo absorben violencia que no están en grado de
'sobrellevar' y bajo los ojos de los grandes están obligados a acostumbrarse a
la degradación”.
Sobre
el papel de la Iglesia a
este respecto, Francisco recordó que tanto ahora como en el pasado, la Iglesia
“pone su maternidad al servicio de los niños y de sus familias”.
La
Iglesia “a los padres y los hijos de este mundo les lleva la bendición de Dios,
la ternura materna, el firme reproche y la condena decidida. Hermanos y
hermanas, piensen bien: ¡Con los niños no se juega!”
“Piensen
qué sería de una sociedad que decidiese, de una vez por todas, establecer este
principio: 'es verdad que no somos perfectos y que cometemos muchos errores,
pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los
adultos será juzgado demasiado costoso o demasiado grande para evitar que un
niño piense ser una equivocación, no valer nada y ser abandonado a las heridas
de la vida y a la prepotencia de los hombres”.
“¡Qué
bella sería una sociedad así! Yo digo que a esta sociedad se le perdonaría
mucho, de sus innumerables errores. Mucho, de verdad”, afirmó.
Finalmente,
Francisco señaló que “el Señor juzga nuestra vida escuchando lo que le cuenta
los ángeles de los niños, ángeles que 'ven siempre el rostro del Padre que está
en los cielos'. Preguntémonos siempre, ¿qué le contarán a Dios, de nosotros,
estos ángeles de los niños?”
Durante
el saludo en lengua italiana, el Papa dijo a los jóvenes que “sólo el Señor
Jesús puede responder completamente a las aspiraciones de felicidad y de bien
en vuestra vida”, a los enfermos que “no hay consuelo más bonito en vuestro
sufrimiento que el de la certeza en la Resurrección de Cristo”; y a los recién
casados les pidió vivir “vuestro matrimonio en
concreta adhesión a Cristo y a las enseñanzas del Evangelio”.
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