No acumular riquezas sino usarlas para el
bien común, exhorta el Papa Francisco
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 14 Abr. 15 / 08:27 am (ACI).- En su homilía de la Misa que
presidió esta mañana en la Casa Santa Marta donde reside, el Papa Francisco
alentó a los fieles a vivir el espíritu de la pobreza, sin acumular riquezas
para uno mismo sino usarlas para el bien común.
Meditado
en un pasaje de los Hechos de los Apóstoles que compartían sus bienes, el Santo
Padre dijo que el primer fruto del Espíritu Santo en la primera comunidad
cristiana es la armonía.
“La
comunidad renacida o de aquellos que renacen en el Espíritu tiene esta gracia
de la unidad, de la armonía. El único que puede darnos la armonía es el
Espíritu Santo, porque también él es la armonía entre el Padre y el Hijo, es el
don que hace la armonía. El segundo signo es el bien común, o sea: ‘En efecto
ninguno entre ellos estaba necesitado, ninguno consideraba de su propiedad
aquello que les pertenecía, estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos
eran ricos, pero al servicio. Estos son los dos signos de una comunidad que
vive en el Espíritu”.
Según
señala Radio Vaticano, el Pontífice explicó que la comunidad cristiana “hace
ver que ha renacido en el Espíritu Santo cuando es una comunidad que busca la
armonía”, no la división interna; “cuando busca la pobreza”, “no la acumulación
de riquezas para sí, porque las riquezas son para el servicio”. Y cuando “no se
enoja inmediatamente ante las dificultades o se siente ofendida”, sino que es
paciente como Jesús.
“En
esta segunda semana de Pascua,
durante la que celebramos los misterios pascuales, nos hará bien pensar en
nuestras comunidades, diocesanas, parroquiales, familiares o tantas otras, y
pedir la gracia de la armonía que es más que la unidad –la unidad armoniosa, la
armonía, que es el don del Espíritu– y pedir la gracia de la pobreza – no de la
miseria, de la pobreza: ¿Qué significa? Que si yo tengo lo que tengo, debo
administrarlo bien por el bien común y con generosidad, y pedir la gracia de la
paciencia”.
El
Papa se refirió luego a Ananías y Safira que tratan de “estafar a la
comunidad”. “Estos son los patrones de los benefactores que se acercan a
la Iglesia,
entran para ayudarla y para usar a la Iglesia para sus propias especulaciones,
¿no? Después están las persecuciones que fueron anunciadas por Jesús. La última
de las bienaventuranzas de Mateo: ‘Bienaventurados cuando los insulten, y los
persigan a causa mía… Alégrense’. Y se leen tantas persecuciones de esta
comunidad así. Jesús promete esto, promete tantas cosas bellas, la paz, la
abundancia: ‘tendrán cien veces más con las persecuciones’”.
Francisco
afirmó después que en la “primera comunidad renacida del Espíritu Santo sucede
esto: la pobreza, el bien común, pero también los problemas, adentro y afuera”.
Problemas adentro, como “aquella pareja de especuladores, y afuera, con las
persecuciones”. Pero Pedro dice a la comunidad que no se sorprenda por estas
persecuciones, porque “el fuego purifica el oro”. Y la comunidad renacida del
Espíritu Santo es purificada precisamente “en medio de las dificultades y de
las persecuciones”.
Por
lo tanto, hay un tercer signo de una comunidad renacida: “la paciencia en el
soportar: soportar los problemas, soportar las dificultades, soportar las
murmuraciones, las calumnias, soportar las enfermedades, soportar el dolor”.
Que
el Señor, concluyó el Papa, “nos haga comprender a todos que no sólo cada uno
de nosotros ha recibido esta gracia en el Bautismo de renacer en el Espíritu,
sino también nuestras comunidades”.
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