Monseñor Arancedo llamó a orientar la justicia a la reconciliación
Lunes
20 Abr 2015 | 19:57 pm Pilar (Buenos Aires) (AICA): En la misa
de apertura de la 109ª Asamblea Plenaria, que hasta el sábado se desarrolla en
la casa de ejercicio El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, el arzobispo de Santa
Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor
José María Arancedo, pidió orientar la justicia a la reconciliación para abrir
el camino hacia ¨la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan
necesarias en la vida y el futuro de toda comunidad¨, y consideró que el Año
Santo de la Misericordia convocado por el papa Francisco es un tiempo propicio
para ¨despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza,
del pobre, del que sufre¨.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y
presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo,
pidió esta noche orientar la justicia a la reconciliación para abrir el camino
hacia "la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en
la vida y el futuro de toda comunidad", y consideró que el Año Santo de la
Misericordia convocado por el papa Francisco es un tiempo propicio para
"despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza,
del pobre, del que sufre".
El prelado santafesino presidió la misa de apertura
de la 109ª Asamblea Plenaria del Episcopado en la casa de ejercicio El
Cenáculo-La Montonera, de Pilar, donde un centenar de obispos debatirán hasta
el sábado temas internos de la Iglesia.
Monseñor Arancedo destacó la importancia del Año Santo de la Misericordia convocado por el papa Francisco y recordó que el pontífice define la misericordia "como la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia".
Monseñor Arancedo destacó la importancia del Año Santo de la Misericordia convocado por el papa Francisco y recordó que el pontífice define la misericordia "como la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia".
"Esto nos compromete a ahondar en la 'vía de
la misericordia'. El pretender siempre y solamente justicia nos puede hacer
olvidar, agrega, que ella es el primer paso necesario e indispensable; pero la
Iglesia necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más
significativa. Desde el Evangelio hablamos del perdón y la reconciliación como
expresión de ese amor misericordioso del Padre que conocimos en Jesucristo.
Cuando la justicia se orienta a la reconciliación se abre al camino hacia la
concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en la vida y el
futuro de toda comunidad", sostuvo.
Monseñor Arancedo aseguró que "frente a tantas
situaciones de precariedad y sufrimiento el Papa nos manifiesta el deseo de que
todo el pueblo cristiano reflexione en este jubileo sobre las obras de
misericordia corporales y espirituales".
"El Año Santo es un tiempo oportuno para despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza, del pobre, del que sufre", subrayó y agregó: "Es un desafío para entrar más de lleno en el corazón social del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina, los preferidos del Señor. Tenemos que vivir esta verdad del Evangelio con la libertad y la exigencia de una palabra, que nace en el amor de Dios y busca el bien integral del hombre".
"El Año Santo es un tiempo oportuno para despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza, del pobre, del que sufre", subrayó y agregó: "Es un desafío para entrar más de lleno en el corazón social del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina, los preferidos del Señor. Tenemos que vivir esta verdad del Evangelio con la libertad y la exigencia de una palabra, que nace en el amor de Dios y busca el bien integral del hombre".
Texto completo de la homilía
Iniciamos en esta Asamblea un nuevo trienio de
nuestro camino pastoral y de “afecto colegial”, al servicio de la Iglesia en
Argentina. Demos gracias a Dios por el camino recorrido, y pidamos la luz de su
Espíritu para ser discípulos y testigos del evangelio.
Qué bien nos hace escuchar la palabra del Señor a sus discípulos cuando le preguntan: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Jesús en su respuesta se presenta como el fundamento de la fe: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (Jn. 6, 29). Volvamos nuestra mirada a él que es: “nuestro principio, nuestra vida y nuestro guía” (Pablo VI).
Qué bien nos hace escuchar la palabra del Señor a sus discípulos cuando le preguntan: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Jesús en su respuesta se presenta como el fundamento de la fe: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (Jn. 6, 29). Volvamos nuestra mirada a él que es: “nuestro principio, nuestra vida y nuestro guía” (Pablo VI).
La fe es el primer testimonio en nuestro servicio
pastoral, y un don que siempre debemos agradecer y cuidar. Ella nos hace ver la
realidad desde Jesús que nos descubre el camino de Dios y el gozo pascual de su
cruz, que purifica y hace más fecundo nuestro ministerio. La vivencia de la fe
es sabiduría, paz y alegría. ¡Renueva, Señor, en nosotros y en la Iglesia el
don de la fe para gloria de tu nombre y el servicio a nuestros hermanos!
La fe no es algo intimista, ello no pertenecería al
designio de Dios: “que tanto amó al mundo que le envío a su Hijo único” (Jn. 3,
16). Es este mundo concreto el destinatario del amor de Dios. No hay nada en la
vida del hombre y en el mundo que sea ajeno a Jesucristo. Él ha venido a salvar
al hombre y a sanar su liberad herida por el pecado. La fe nos hace conocer la
raíz del mal y nos da la certeza del amor redentor de Dios.
Ella es fuente de una palabra que da sentido a la
vida del hombre en el mundo, y es también palabra de juicio hacia todo aquello
que compromete su dignidad. En este sentido la Doctrina Social de la Iglesia es
docencia y denuncia, no un agregado circunstancial al evangelio sino parte
integrante del mismo. Decir que toda la actividad del hombre es iluminada por
el evangelio, es expresión de una auténtica fe en Jesucristo.
El Santo Padre nos ha convocado a celebrar un Año
Santo de la Misericordia. Vamos a vivir un acontecimiento de gracia que tiene
su origen en la intimidad de Dios: Dios es amor misericordioso y vimos su
cercanía en el rostro de Jesucristo. Hay momentos de la historia, nos dice
Francisco, en que estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia
del Padre para ser, como Iglesia, signos eficaces de su amor y obrar.
Es más, define a la misericordia como la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Esto nos compromete a ahondar en la “vía de la misericordia”. El pretender siempre y solamente justicia nos puede hacer olvidar, agrega, que ella es el primer paso necesario e indispensable; pero la Iglesia necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Desde el Evangelio hablamos del perdón y la reconciliación como expresión de ese amor misericordioso del Padre que conocimos en Jesucristo. Cuando la justicia se orienta a la reconciliación se abre al camino hacia la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en la vida y el futuro de toda comunidad.
Es más, define a la misericordia como la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Esto nos compromete a ahondar en la “vía de la misericordia”. El pretender siempre y solamente justicia nos puede hacer olvidar, agrega, que ella es el primer paso necesario e indispensable; pero la Iglesia necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Desde el Evangelio hablamos del perdón y la reconciliación como expresión de ese amor misericordioso del Padre que conocimos en Jesucristo. Cuando la justicia se orienta a la reconciliación se abre al camino hacia la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en la vida y el futuro de toda comunidad.
Frente a tantas situaciones de precariedad y
sufrimiento nos manifiesta el deseo de que todo el pueblo cristiano reflexione
en este Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. El
Año Santo es un tiempo oportuno para despertar la conciencia a veces aletargada
ante el drama de la pobreza, del pobre, del que sufre. Es un desafío para
entrar más de lleno en el corazón social del Evangelio, donde los pobres son
los privilegiados de la misericordia divina, los preferidos del Señor. Tenemos que
vivir esta verdad del Evangelio con la libertad y la exigencia de una palabra,
que nace en el amor de Dios y busca el bien integral del hombre.
Doy gracias a Dios que al comenzar este año podamos contar con las “Orientaciones Pastorales para el trienio 2015-2017”. Valoro el trabajo de la Comisión Permanente que nos permite continuar y actualizar el camino de las líneas pastorales que hacen a nuestro servicio a la Iglesia. Es de destacar en ellas la integración de la propuesta del Santo Padre del Año Santo, junto al Sínodo de la Familia y el Congreso Eucarístico en el camino de la Misión Continental, teniendo presente, además, las diversas áreas pastorales que hemos venido trabajando en el trienio pasado.
Doy gracias a Dios que al comenzar este año podamos contar con las “Orientaciones Pastorales para el trienio 2015-2017”. Valoro el trabajo de la Comisión Permanente que nos permite continuar y actualizar el camino de las líneas pastorales que hacen a nuestro servicio a la Iglesia. Es de destacar en ellas la integración de la propuesta del Santo Padre del Año Santo, junto al Sínodo de la Familia y el Congreso Eucarístico en el camino de la Misión Continental, teniendo presente, además, las diversas áreas pastorales que hemos venido trabajando en el trienio pasado.
Que María Santísima, Nuestra Madre de Luján, nos
acompañe en los trabajos de esta Asamblea Plenaria para gloria de Dios y al
servicio de nuestros hermanos.+
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