martes, 29 de julio de 2014


CRISTIANOS, TAMBIÉN VÍCTIMAS EN GAZA
Bombardearon la parroquia donde trabaja el sacerdote argentino
El ataque israelí destruyó la casa de las monjas del Instituto del Verbo Encarnado, donde se alojan 29 niños discapacitados que, providencialmente, se encontraban en el templo parroquial. El sacerdote Jorge Hernández dijo que no pueden salir de allí.
Fausto Gasparroni (ANSA)


La parroquia católica Sagrada Familia, situada en el barrio al-Zeitun de Gaza y hasta hoy un baluarte en el que encontraban refugio 29 niños discapacitados y nueve ancianas asistidas por tres monjas, también fue alcanzada por las bombas israelíes. Esta mañana, en efecto, los bombardeos destruyeron la casa de las monjas del Instituto del Verbo Encarnado, en el interior de la instalación. Las explosiones devastaron también la antigua escuela parroquial, la oficina del párroco y otros locales.

Así lo informó hoy el sacerdote argentino Jorge Hernández, párroco de la Iglesia Sagrada Familia de la Franja de Gaza, quien decidió permanecer junto con sus fieles desde que comenzó la ofensiva israelí, el pasado 8 de julio.

"Lamentablemente, el movimiento de la resistencia está siempre en torno a las casas o por las calles. Ese fue nuestro problema ayer: en un determinado momento, no podíamos salir de casa. Luego, llegaron los bombardeos", indicó.

Lo contó el religioso a Radio Vaticano, entre los disparos de artillería que se escuchaban como sonido de fondo, mientras daba la entrevista. Según el padre Hernández, "una casa aquí, cercana a la iglesia, fue golpeada y nosotros notamos graves consecuencias en la casa parroquial y en la escuela".     


El padre Hernández, a quien le llegó hace unos días un mensaje de solidaridad del papa Francisco, también habló sobre la imposibilidad de huir tal como lo hicieron muchos habitantes de la franja. "Nosotros no podemos movernos. Cómo se hace para sacar a 29 niños discapacitados y a nueve personas ancianas. No se puede, de ninguna manera", prosiguió el párroco.

La imposibilidad de trasladarse hacia otro lugar es imposible también porque, según el religioso argentino, "no se trata de huérfanos" y "nosotros no somos sus responsables".

Por lo tanto, "sin permiso, no lo podemos hacer. Además, salir de casa es peligroso. Entonces, nosotros estamos aquí, tratando de resistir".

Los 29 niños discapacitados sobrevivieron milagrosamente a las bombas y sólo porque en ese momento estaban en el interior de la Iglesia, aseguró la Unión nacional italiana transporte enfermos a Lourdes y santuarios internacionales (Unitalsi).

A propósito del pedido del domingo efectuado por el Papa en nombre de los niños que quedan atrapados en los conflictos, el religioso dijo que se necesita que alguien diga "basta" y que "ponga fin a esta masacre, porque es impresionante".

Pero, lamentablemente, "el Papa no es siempre escuchado". Por otro lado, el padre Hernández contó que hace dos días vivió una tragedia: "la casa de una familia cristiana fue bombardeada, la mamá murió, el padre resultó herido y el hijo lucha por sobrevivir en un hospital", en el que "no hay medios y falta espacio". "Es una guerra absurda que, sin embargo, sigue adelante", consideró el religioso. El objetivo principal del atentado que afectó a la parroquia era una casa que se encuentra a pocos metros del complejo católico y que fue completamente destruida por el ataque. Ayer por la tarde, reportó la agencia vaticana, el ejército israelí comenzó con el envió de mensajes de texto a los residentes del distrito oriental de al-Zeitun. En esos mensajes, el ejército pidió que los habitantes salieran de las casas que serían luego bombardeadas. Muchas personas huyeron, pero la evacuación no fue posible para aquellos que actualmente viven en la iglesia, alrededor de 50 personas.

"Es una espiral absurda: ambas partes deben escuchar la voz de la razón, detener esta masacre e ir a una negociación con la verdadera intención de abordar y resolver los problemas", declaró monseñor William Shomali, obispo auxiliar de Jerusalén y vicario patriarcal para Palestina. "Es como la Segunda Guerra Mundial, la destrucción total.

Golpea a todos: civiles, mujeres, niños y hospitales", comentó, por su lado, el padre Raed Abusahlia, director de Caritas de Israel y Palestina. También los cristianos son víctimas de las bombas: las casas y las escuelas de la comunidad de 1.300 personas -310 familias en total- no están a salvo. 


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