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Francisco a los enfermos: “Sean testigos de que sólo Dios es nuestra
fuerza”
Lunes
14 Jul 2014 | 09:58 am
Ciudad
del Vaticano (AICA): “Pienso
precisamente en ustedes enfermos, cultiven en la oración el gusto por las cosas
de Dios, sean testigos de que sólo Dios es nuestra fuerza”, les dijo el Santo
Padre, este domingo, a los pacientes del Hospital romano Agostino Gemelli, en
un video mensaje en el que se disculpó por haber faltado, a causa de una
improvisada indisposición, el pasado 27 de junio a la visita que tenía prevista
realizar.
Palabras del Papa
Hemos iniciado el período estival:
muchos parten para descansar un poco; las vacaciones son un momento en el cual
podemos también estar en compañía de Jesús por un tiempo más prolongado y
releyendo algunas páginas del Evangelio. Pero el verano se transforma también
en un tiempo difícil sobre todo para los ancianos y para los enfermos que se
quedan más solos y que se encuentran con mayores dificultades para algunos
servicios, sobre todo en las grandes ciudades. Así, el tiempo del descanso es
también el tiempo en el cual las dificultades de la vida parecen hacerse
todavía más fuertes.
Permitan que mi pensamiento vaya ciertamente a los enfermos, pero en particular, a los enfermos del Gemelli que el 27 de junio, fiesta del Sagrado Corazón, me esperaban. Sé que todo había sido preparado con entusiasmo y pasión, también para recordar el 50º aniversario de la inauguración en Roma del Policlínico Universitario “Agostino Gemelli”, anexo a la Facultad de Medicina y Cirugía. Todo estaba listo; es más, como han podido ver, mis más estrechos colaboradores estaban ya en el Gemelli pero, pocos minutos antes de partir, un fuerte dolor de cabeza que tenía desde la mañana y que esperaba que pasara, fue empeorando y a esto se agregó también la náusea.
Comprendo la pena no sólo de los responsables sino también de todos los que han trabajado con tanto esfuerzo y pasión. Comprendo, sobre todo, la desilusión de los enfermos ya listos para poder rezar juntos durante la Santa Misa, a los que hubiera querido saludar personalmente.
Pienso precisamente en ustedes enfermos, acudidos con amor y profesionalidad por el personal médico y paramédico del Gemelli: cultiven en la oración el gusto por las cosas de Dios, sean testigos de que sólo Dios es nuestra fuerza. Ustedes enfermos, que experimentan la fragilidad del cuerpo, pueden testimoniar con fuerza a las personas que les están cerca, cómo el bien precioso de la vida es el Evangelio, el amor misericordioso del Padre y no el dinero o el poder. De hecho, incluso cuando una persona en la lógicas mundanas es importante, no puede agregar un solo día a la propia vida.
Agradezco de corazón también a todo el personal administrativo y a las miles de personas que llegaron al Gemelli desde las sedes italianas de la Universidad Católica: Milán, Brescia, Piacenza-Cremona. A todas estas personas mi gracias personal. Y sepan que sé cuánta dedicación y cuánta pasión ponen en su trabajo.
Un saludo cordial al Presidente del Toniolo, el Cardenal Scola y al Asistente general de la Universidad Católica, Mons. Claudio Giuliodori.
Sepan que he deseado mucho el encuentro con ustedes pero, como bien saben, nosotros no somos dueños de nuestra vida y no podemos disponer a nuestro gusto. Debemos aceptar las fragilidades. Conmigo cultiven la confianza que sólo en Dios está nuestra fuerza. Los confío a María y ustedes continúen rezando por mí.+
Permitan que mi pensamiento vaya ciertamente a los enfermos, pero en particular, a los enfermos del Gemelli que el 27 de junio, fiesta del Sagrado Corazón, me esperaban. Sé que todo había sido preparado con entusiasmo y pasión, también para recordar el 50º aniversario de la inauguración en Roma del Policlínico Universitario “Agostino Gemelli”, anexo a la Facultad de Medicina y Cirugía. Todo estaba listo; es más, como han podido ver, mis más estrechos colaboradores estaban ya en el Gemelli pero, pocos minutos antes de partir, un fuerte dolor de cabeza que tenía desde la mañana y que esperaba que pasara, fue empeorando y a esto se agregó también la náusea.
Comprendo la pena no sólo de los responsables sino también de todos los que han trabajado con tanto esfuerzo y pasión. Comprendo, sobre todo, la desilusión de los enfermos ya listos para poder rezar juntos durante la Santa Misa, a los que hubiera querido saludar personalmente.
Pienso precisamente en ustedes enfermos, acudidos con amor y profesionalidad por el personal médico y paramédico del Gemelli: cultiven en la oración el gusto por las cosas de Dios, sean testigos de que sólo Dios es nuestra fuerza. Ustedes enfermos, que experimentan la fragilidad del cuerpo, pueden testimoniar con fuerza a las personas que les están cerca, cómo el bien precioso de la vida es el Evangelio, el amor misericordioso del Padre y no el dinero o el poder. De hecho, incluso cuando una persona en la lógicas mundanas es importante, no puede agregar un solo día a la propia vida.
Agradezco de corazón también a todo el personal administrativo y a las miles de personas que llegaron al Gemelli desde las sedes italianas de la Universidad Católica: Milán, Brescia, Piacenza-Cremona. A todas estas personas mi gracias personal. Y sepan que sé cuánta dedicación y cuánta pasión ponen en su trabajo.
Un saludo cordial al Presidente del Toniolo, el Cardenal Scola y al Asistente general de la Universidad Católica, Mons. Claudio Giuliodori.
Sepan que he deseado mucho el encuentro con ustedes pero, como bien saben, nosotros no somos dueños de nuestra vida y no podemos disponer a nuestro gusto. Debemos aceptar las fragilidades. Conmigo cultiven la confianza que sólo en Dios está nuestra fuerza. Los confío a María y ustedes continúen rezando por mí.+
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