sábado, 26 de julio de 2014


Hesayne: “La corrupción anida en el corazón”
El prelado dijo que “no se extirpa en el cuerpo social con simples medidas a nivel social político, por rigurosas que fueren” sino que es Jesús quien “busca la conversión de cada persona al reinado de la verdad y la justicia”.

 El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director del Instituto Cristífero, advirtió a los argentinos que "la corrupción no se extirpa en el cuerpo social con simples medidas a nivel social político, por rigurosas que fueren. Y menos por la fuerza. La corrupción es de tal poder que intenta corromper a los mismos que la combaten. Y no pocas veces lo logran. Todos conocemos algún caso…" 

El prelado pidió no olvidar que "la corrupción anida en el corazón del ser humano y usa las motivaciones más intimas del corazón para corromper. Usa su fuerza humana para extenderse como mancha de aceite en la sociedad".

Por eso, explicó que "Jesús liberador busca el corazón de cada persona humana para hacer posible su reinado liberador del amor del mundo de los hombres. Busca la conversión de cada persona al reinado de la Verdad de la Justicia, del amor. Desde cada persona se enciende fuego del amor que El vino a traer a la tierra".

"Como el fuego se extiende a un bosque desde una rama encendida la sociedad humana se libera de la corrupción solamente cuando aparece un corazón liberado y encendido en motivaciones honestas, justas y solidarias encendido en el amor a Dios proyectado en el amor al prójimo, al otro, a los demás", agregó.

Monseñor Hesayne consideró que si cada argentino se interpela "si no yo ¿quién? Si no es ahora ¿cuándo? Si no es, en lo que hago y vivo ¿dónde?, bien pronto la corrupción será noticia de otra época y nuestra Patria vivirá en la felicidad de familia argentina y volveremos a ser Patria de hermanos, dando al mundo entero el testimonio de una sociedad limpia y sana".

"Los cristianos por ser cristianos hemos de recuperar nuestro puesto de vanguardia en extirpar la corrupción en la sociedad argentina. Escuchemos al primer papa Pedro que nos exhorta a no corromper la fe cristiana separándola de la vida cotidiana y dar testimonio de coherencia con lo que profesamos con los labios: ''Pongan todo su empeño en unir a su fe una vida honrada, a la vida honrada… el dominio de sí mismo… la religiosidad sincera… el aprecio fraterno, el amor''", concluyó. (AICA)


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