“La
manifestación del Espíritu le es dada a cada uno en vista del bien común ( 1
Cor. 12,7))
Para comprender bien esta frase del apóstol
Pablo es necesario leer al mismo tiempo (1, Cor. 12, 1-11, que se refiere a los
dones y carismas dados a cada uno. Conviene leer también ( Cor. 1,12-30) donde
san Pablo compara a la Iglesia
con el cuerpo humano, formado por muchos miembros y cada uno actuando en
comunión con los otros. En fin, podemos agregar el capítulo 13 llamado corrientemente
“Himno de la caridad”, la caridad debe estar en el corazón de toda acción.
Meditemos,
profundicemos los versículos que contienen las siguientes palabras: Espíritu
Santo, don, cada uno, bien común.
Espíritu Santo:
El es
el primero en todo, el que inspira, conduce, actúa. En 1 Cor, 12,13, San Pablo escribe: Es en un
solo Espíritu que todos hemos sido
bautizados, en un solo cuerpo…y todos hemos abrevado
de un
solo Espíritu. En el versículo 3 afirma:: Nadie puede decir Jesús es el
Señor sino es por el Espíritu Santo.
Sabemos
la importancia dada al Espíritu Santo por nuestro fundador, el Padre Chaumont.
El quería que fuese la única fuente de toda inspiración y acción; que la
voluntad humana le esté acorde como los instrumentos de una orquesta se ponen
en diapasón para ejecutar un trozo musical.
“En
todas las cosas debemos pues, ponernos bajo la conducción e influencia del
Espíritu Santo.
Tendré
por norma consultar al espíritu Santo y cuando no haya concordancia entre sus
apreciaciones y las mías diré: “no, esto no debe hacerse así sino de otra
manera” (retiro de athis 1892).
Don.
Podemos
decir que todo lo que somos, todos nuestros dones y capacidades, son regalos
del espíritu. “El distribuye sus dones a cada uno en particular según le place”
(1 cor 12,11). Todo es don, no podemos atribuirnos ningún motivo de orgullo o
de propiedad “¿Que tienes tú que no hayas recibido?” Agrega San Pablo (1 Cor
4,7).
Somos
pues, invitados a la humildad, al reconocimiento y a la acción de gracias para
tener el corazón abierto a la acción del espíritu santo en nosotros sus
inspiraciones con fe y disponibilidad, a fin de cooperar con El.
Retengamos
lo que dice San Francisco de Sales: “El Espíritu santo como fuente de agua viva
llena por todas partes a nuestro corazón para derramar en el su gracia; y no
queriendo entrar en nosotros sino por el libre asentimiento de nuestra voluntad
no la comunica mas que en la proporción de su beneplácito y de nuestra propia
cooperación…” (T.A.D. II, 11).Depende de nosotros ser buenos receptores y
cooperadores de la gracia de Dios.
Cada
uno.
Dice
San Pablo: “El cuerpo es un todo” La iglesia es un todo, pero en la diferencia
de los miembros, cada uno tiene su dignidad, su lugar, su misión. Cada uno es
importante, por que cada bautizado es único precioso a los ojos de Dios. Si el
Espíritu Santo es dado a la
Iglesia , cada uno es también huésped del espíritu, marcado
por el don de Dios en el Bautismo y en la Confirmación después
de ser llamado por su nombre: “No temas que yo te he rescato, te he llamado por
tu nombre y eres Mio…por que vales mucho a mis ojos eres precioso para mi y yo
te amo” (Isaías 43,1-4).
Esta
unidad da a todo miembro el poder desenvolver de manera original y única los
dones que ha recibido. El Espíritu Santo es un espíritu de libertad que nos a
ser plenamente nosotros mismos, como lo preconiza San Francisco de Sales:
“Seamos lo que somos, pero seámoslo bien para hacer honor al maestro de obras
de quien somos el resultado”.
Hacer
honor a Dios siendo buenos administradores de su gracia, he aquí lo que le
corresponde a cada uno.
BIEN
COMUN.
Si cada
uno debe desenvolver sus dones de manera singular y original, como buen
administrador de la gracia de Dios, es necesario que sea en vista del bien
común. Como dice una canción retomando las palabras de San Pablo “Cada uno
recibe la marca del espíritu para el bien del cuerpo entero”. Lo que debemos
hacer entonces para el servicio de la iglesia, del cuerpo de bautizados, del
anuncio del evangelio, y por extensión para el bien común de la sociedad en la
cual vivimos.
En este
mundo, donde el individualismo guía el comportamiento, ser los testigos de este servicio para el
bien de todos es un verdadero desafío que realza la misión que nos he confiada.
Nos toca a nosotros favorecer la expresión de los dones de cada uno al servicio
de todos; dar en particular el lugar a los miembros más débiles o menos
relevantes para que ellos puedan aportar sus piedras para la construcción del
edificio común.
Y todo
eso debemos cumplirlo tomando el camino superior a todos, el de la caridad, por
que sin caridad sin amor no somos nada; no haremos nada sino es bajo el signo
del espíritu santo que opera en todos por todos y para todos.
Padre Oliver Bousseau, psis.
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