EN LAS FUENTES DE LA ALEGRÍA (002)
SAN FRANCISCO DE SALES
(Recopilación y engarce de textos por el canónigo F. Vidal)
LA
OBSERVANCIA DE LO MANDAMIENTOS
Cumplir
los mandamientos es el primer deber de un alma deseosa de hacer la voluntad de
Dios. Escribe san Francisco de Sales:«Antes que nada, es necesario observar los
mandamientos generales de la ley de Dios y de la Iglesia, que obligan a todo
fiel cristiano; y sin ello -añade- no puede haber ninguna devoción; esto lo
sabe todo el mundo».Pero aunque todo el mundo lo sepa, quizá no sea inútil
insistir en ello. Es bueno convencerse de esta verdad, de que la observancia de
los mandamientos es condición necesaria para toda vida cristiana y que ninguna
práctica de supererogación dispensa jamás de las prescripciones formales de la
ley.'''«Por eso, siempre debemos procurar cumplir lo que Dios manda a todos los
cristianos... y quien esto no observe cuidadosamente, sólo tendrá una devoción
falsa».Y aún hay más: quien aspire a una vida fervorosa, tiene que observar los
mandamientos «con prontitud y con gusto». Puesto que son la expresión de la
voluntad de Dios, deben encontrarnos siempre dispuestos a cumplirlos, y a hacerlo
de buen grado, tanto más cuanto que, por su naturaleza, son «dulces, agradables
y suaves».¿Es ésta, sin mbargo, nuestra actitud? El Santo observa: «Muchos
cumplen los mandamientos como quien traga una medicina, más por miedo a
condenarse que por el placer de vivir según la voluntad del Salvador».Y es ésa
una peculiaridad de la condición humana, que siente horror a todo lo que le es
impuesto. Por ello prosigue:«Y así como hay personas que, por agradable que sea
un medicamento, lo toman de mala gana, sólo porque es medicamento, así hay
almas que tienen horror a lo que se les manda por el hecho mismo de ser
mandado.
En este sentido -continúa-, se cuenta que un hombre había vivido a
gusto en la gran ciudad de París sin salir de ella durante ochenta años y en
cuanto el rey le ordenó permanecer allí para siempre, salía a diario a
disfrutar del campo, cosa que antes nunca había echado de menos»."Es
cierto que este humor caprichoso se remonta a los comienzos de la
humanidad:«Eva, de cien mil frutos deliciosos, escogió el que se le había
prohibido, y seguro que, si se le hubiera permitido probarlo, no se lo habría
comido». "Gusto por la independencia, ciertamente, pero también debilidad
de nuestra naturaleza, que se asusta a veces de las exigencias de los mandamientos.
Si tuviéramos verdadero amor de Dios, las dificultades, en vez de echarnos para
atrás, aumentarían nuestro ánimo y convertirían en dulce y agradable lo que nos
parece áspero y molesto.«Un corazón que está lleno de amor, ama los
mandamientos, y, cuanto más difíciles son; más dulces y agradables los
encuentra, porque así complace más al Amado y le hace mayor honor». El amor de
Dios, la adhesión a su santa voluntad expresada en los mandamientos, dan
prontitud en la obediencia y gozo en su ejecución. El obispo se preocupa mucho
por nuestro progreso en este camino y en la Introducción a la vida devota nos
invita a «examinar el estado de nuestra alma para con Dios»:-«¿Cómo se
encuentra vuestro corazón respecto a los mandamientos de Dios? ¿Los encuentra buenos,
dulces, agradables? ¡Ay, hija mía!, quien tiene el gusto en buen estado y el
estómago sano, disfruta con la comida buena y rechaza la mala...-¿Cómo está
vuestro corazón para con Dios? ¿Se complace en acordarse de Él? ¿Siente su
agradable dulzura? David dice: me he acordado de Dios, me he complacido en él.
¿Sentís en vuestro corazón cierta facilidad para amarle y un gusto particular
en saborear ese amor? ¿Se recrea vuestro corazón al pensar en la inmensidad de
Dios, en su bondad y en su dulzura? Si el recuerdo de Dios os sobreviene en
medio de las ocupaciones del mundo y de sus vanidades, ¿logra hacerse sitio, se
apodera de vuestro corazón? ¿Os parece que vuestro corazón se vuelve hacia Él y
en cierto modo sale a su encuentro? Ciertamente hay almas así, que, por muy
ocupadas que estén, si les viene el recuerdo de Dios, les resulta imposible
atender a otra cosa, por el placer que sienten al experimentarlo, lo que
constituye una buenísima señal».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario