Papa Francisco: El amor de Dios no es de
telenovela, sino concreto y eterno
VATICANO, 08 Ene. 15 / 01:42 pm (ACI/EWTN Noticias).-
“A
través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios”, afirmó este jueves el
Papa Francisco en laMisa celebrada en la Casa Santa Marta, en la que
recordó que el amor de Dios no es como el de las telenovelas, sino que es
concreto y eterno, tal como lo manifestó al enviar a su Hijo Jesucristo para
salvar al hombre.
“Quien
ama conoce a Dios; quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que
se manifiesta – la palabra de estos días, manifestación – su Hijo, que ha
venido para salvarnos. Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para
conocer a Dios se necesita toda una vida;
un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor por el prójimo, de amor
por los que nos odian, de amor por todos”, afirmó el Santo Padre.
En
su homilía, Francisco dijo que en estos días después de Navidad,
la palabra clave en la liturgia es “manifestación”. Jesús se manifiesta: en la
fiesta de la Epifanía, en el Bautismo y también en las bodas de Caná. Pero
“¿cómo podemos conocer a Dios?”, preguntó.
El
Santo Padre afirmó que es precisamente éste el tema del que parte el Apóstol
Juan en la Primera Lectura de hoy, subrayando que para conocer a Dios nuestro
“intelecto”, “la razón” es “insuficiente”. A Dios “se conoce totalmente en el
encuentro con Él y para este encuentro la razón no basta”, sino que se necesita
algo más.
“¡Dios
es amor! Y sólo por el camino del amor tú puedes conocer a Dios. Amor
razonable, acompañado por la razón. ¡Pero amor! ‘¿Y cómo puedo amar lo que no
conozco?'; 'Ama a aquellos que tienes cerca'”.
“Y
ésta es la doctrina de dos Mandamientos: El más importante es amar a Dios,
porque Él es amor; Pero el segundo es amar al prójimo, pero para llegar al
primero debemos subir por los escalones del segundo: es decir a través del amor
al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor. Sólo amando razonablemente,
pero amando, podemos llegar a este amor”, afirmó.
Francisco
dijo que las personas deben amarse unas a otras porque “el amor es de Dios” y
“quien ama ha sido generado por Dios”.
Explicó
que no han sido los hombres, sino “Él quien nos ha amado a nosotros y ha
enviado a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados”. En la
persona de Jesús “podemos contemplar el amor de Dios” y siguiendo su ejemplo
“llegamos – escalón por escalón – al amor de Dios, al conocimiento de Dios que
es amor”.
Asimismo,
refiriéndose al profeta Jeremías, recordó que Dios ama primero aún antes que
los seres humanos lo busquen. El amor de Dios es como “la flor del almendro”,
que es el primer árbol que florece en primavera. “Cuando nos acercamos a Dios a
través de las obras de caridad, la oración, en la Comunión, en la Palabra de
Dios”, “vemos que Él está allí primero, esperándonos, así nos ama”.
Luego,
al reflexionar sobre el pasaje del Evangelio de la multiplicación de panes y
peces, afirmó que Jesús “tuvo compasión” de la muchedumbre que había ido a
escucharlo, porque “eran ovejas desorientadas, que no tenían pastor”.
Hoy,
advirtió, hay mucha gente “desorientada” en nuestras ciudades y naciones. Por
esta razón Jesús les enseña la doctrina y la gente lo escucha. Después, cuando
se hace tarde y pide que les den de comer, los discípulos responden “un poco
nerviosos”. Una vez más – comentó el Papa – Dios ha llegado “primero y los
discípulos no habían entendido nada”.
“Así
es el amor de Dios: Siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es
nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos.
¡Siempre! No una vez, setenta veces siete. ¡Siempre!”.
“Como
un padre lleno de amor y para conocer a este Dios que es amor, debemos subir
por el escalón del amor hacia el prójimo, por las obras de caridad, por las
obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado. Que el Señor, en estos
días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios,
nos de la gracia de conocerlo por el camino del amor”, concluyó.
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