Papa Francisco: Ni mil cursos de yoga te
darán la libertad de hijo de Dios
Por Alvaro de Juana
VATICANO, 09 Ene. 15 / 09:47 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco celebró este viernes su
segunda Misa de
2015 en la capilla de la Casa Santa Marta, donde habló de la acción del
Espíritu Santo en el hombre y de los motivos que hacen que una persona se
encierre en sí misma, como las experiencias dolorosas, pero también el orgullo
y la vanidad; circunstancias que son disipadas cuando la persona se abre al
amor de Dios, que lo hace libre.
El
Pontífice denunció que el yoga jamás podrá enseñar a un corazón a “sentir” la
paternidad de Dios, ni un curso de espiritualidad zen lo volverá más libre para
amar ya que este poder sólo lo tiene el Espíritu Santo.
“¿Quién
nos enseña a amar? ¿Quién nos libera de esta dureza? Tú puedes hacer mil cursos
de catequesis,
mil cursos de espiritualidad, mil cursos de yoga, zen y todas estas cosas. Pero
todo esto jamás será capaz de darte la libertad de hijo. Es sólo el Espíritu
Santo quien mueve tu corazón para decir ‘Padre’. Sólo el Espíritu Santo es
capaz de disipar, de romper esta dureza del corazón y hacer un corazón…
¿blando?… No sé, no me gusta la palabra… ‘Dócil’. Dócil al Señor. Dócil a la
libertad del amor”, afirmó.
El
Papa meditó el episodio del Evangelio de Marcos sobre la multiplicación de los
panes y de los peces en el que los discípulos se asustan al ver a Jesús que
camina hacia ellos sobre el agua. El Papa aclaró que los apóstoles no
comprendieron el milagro de los panes porque “su corazón estaba endurecido”.
Cree
que “un corazón puede ser de piedra por muchos motivos”, como por “experiencias
dolorosas”. En la Escritura les sucede a varios: Los discípulos de Emaús,
temerosos de hacerse ilusiones “otra vez”, o a Tomás. El Pontífice
también indicó que “otro motivo que endurece el corazón es la cerrazón en sí
mismo”.
A
este respecto señaló que se trata de “hacer un mundo en sí mismo, cerrado”. “En
sí mismo, en su comunidad o en su parroquia, pero siempre cerrazón. Y la
cerrazón puede girar en torno a muchas cosas: pensemos en el orgullo, en la
suficiencia, pensar que yo soy mejor que los demás, también en la vanidad,
¿no?”
El
Papa dijo que también “existen el hombre y la mujer espejo, que están
encerrados en sí mismos para verse a sí mismo continuamente, ¿no? Estos
narcisistas religiosos, ¿no? Tienen el corazón duro, porque están cerrados, no
están abiertos. Y tratan de defenderse con estos muros que crean a su
alrededor”.
Pero
también está quien se atrinchera detrás de la ley, aferrándose a la “letra” a
lo que establecen los mandamientos. Aquí lo que endurece el corazón es un
problema de “falta de seguridad”, dijo el Papa.
Para
Francisco, quien busca solidez en lo que dicta la ley está seguro como “un
hombre o una mujer en la celda de una cárcel detrás de los barrotes: Es una
seguridad sin libertad”. Es decir, lo opuesto de lo que “vino a traernos Jesús,
la libertad”.
A
su vez, “el corazón, cuando se endurece, no es libre y si no es libre es porque
no ama”.
“El
amor perfecto disipa el temor: En el amor no hay temor, porque el temor supone
un castigo y quien teme no es perfecto en el amor. No es libre. Siempre tiene
temor de que suceda algo doloroso, triste. Que me vaya mal en la vida o que ponga en peligro mi salvación eterna…
Tantas imaginaciones porque no ama. Quien no ama no es libre. Y su corazón
estaba endurecido, porque aún no habían aprendido a amar”, señaló el Papa, para
luego asegurar que solo el Espíritu Santo es capaz de romper la dureza del
corazón y hacerlo dócil al Señor.
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