Pa’i Oliva, la voz jesuita que pedirá a Francisco por los excluidos
Francisco de Paula Oliva, o simplemente pa'i Oliva
Asunción
(Paraguay) (AICA): Viernes 10 Jul 2015 | 08:14 am
La visita
del papa Francisco al Paraguay es la ocasión que espera el jesuita Francisco de
Paula Oliva para denunciar los problemas que aquejan a miles de indígenas y
campesinos. El pa’i Olivavolverá a ver a Jorge Bergoglio, a ese que
le salvó la vida durante el gobierno militar argentino, cuando era el
provincial de los jesuitas. En esta ocasión, le pedirá para que haya tierra y
una reforma agraria que beneficie a los sectores excluidos.
Una voz que grita en el desierto. O más bien, desde un humedal, a
escasos metros del río Paraguay. La visita del papa Francisco será la ocasión
para el reencuentro de dos compañeros jesuitas comprometidos con la defensa de
los más vulnerables y la promoción social de los sectores más desfavorecidos.
Francisco de Paula Oliva, o bien ‘el pa’i Oliva, volverá a ver a
Jorge Bergoglio, aquel que le salvó la vida durante el gobierno militar
argentino, cuando era el provincial de los jesuitas.
Desde su modesto estudio en el Bañado Sur, un barrio precario de las afueras de Asunción, aquejado por las constantes inundaciones, la basura y las enfermedades, el pa’i Oliva aguarda pacientemente la llegada del papa Francisco. No aquí, pero muy cerquita, en el Bañado Norte, el Santo Padre se encontrará con los vecinos desplazados y arrojados a esta tierra que parece nunca secarse. Hasta entonces guarda en su memoria, en su corazón y en los papeles una serie de reclamos de los indígenas y de los campesinos.
Durante la mañana del domingo, este jesuita español, de 86 años, naturalizado paraguayo, desnaturalizado y luego echado en 1969 del país por el gobierno de Stroessner, volverá a elevar la voz para reclamar ante las injusticias que sufren los olvidados. Según adelanta, el aire que se respirará en Asunción durante la visita papal no será el mismo que en Ecuador o Bolivia. “Esos países están gobernados con un cierto sentido social, pero aquí se gobierna para los que tienen más”, denunció en una entrevista con AICA.
Desde su modesto estudio en el Bañado Sur, un barrio precario de las afueras de Asunción, aquejado por las constantes inundaciones, la basura y las enfermedades, el pa’i Oliva aguarda pacientemente la llegada del papa Francisco. No aquí, pero muy cerquita, en el Bañado Norte, el Santo Padre se encontrará con los vecinos desplazados y arrojados a esta tierra que parece nunca secarse. Hasta entonces guarda en su memoria, en su corazón y en los papeles una serie de reclamos de los indígenas y de los campesinos.
Durante la mañana del domingo, este jesuita español, de 86 años, naturalizado paraguayo, desnaturalizado y luego echado en 1969 del país por el gobierno de Stroessner, volverá a elevar la voz para reclamar ante las injusticias que sufren los olvidados. Según adelanta, el aire que se respirará en Asunción durante la visita papal no será el mismo que en Ecuador o Bolivia. “Esos países están gobernados con un cierto sentido social, pero aquí se gobierna para los que tienen más”, denunció en una entrevista con AICA.
Francisco prevé visitar la capilla San Juan, en el Bañado Norte, cerca
de las 8. Luego de una breve visita partirá hacia el parque metropolitano Ñu
Guazú, donde presidirá una multitudinaria misa. “La agenda no ha sido muy
pensada para participar a la gente. Me parece que tienen miedo de lo que la
gente pueda decir, pero el Papa nos conoce de todas maneras”, sostuvo
este pa’i, según la costumbre guaraní de llamar así a los
sacerdotes.
“El Papa nos conoce de todas maneras”. El jesuita afirmó que el gran reclamo social es por la tierra. “El 80 por ciento de toda la tierra del Paraguay está en manos del 2 por ciento de la población, principalmente ganaderos y sojeros, que necesitan un mínimo de peones. Muchos de ellos usurparon tierras fiscales”, dijó el sacerdote. “Esto es una cosa terrible que no se podrá arreglar porque no hay dinero suficiente para comprar todas esas tierras”, describió.
“El Papa nos conoce de todas maneras”. El jesuita afirmó que el gran reclamo social es por la tierra. “El 80 por ciento de toda la tierra del Paraguay está en manos del 2 por ciento de la población, principalmente ganaderos y sojeros, que necesitan un mínimo de peones. Muchos de ellos usurparon tierras fiscales”, dijó el sacerdote. “Esto es una cosa terrible que no se podrá arreglar porque no hay dinero suficiente para comprar todas esas tierras”, describió.
Según el jesuita, este problema se ve agravado por la falta de una
reforma agraria. “Los pocos que tienen tierra siempre cultivan y venden lo
mismo, pero en condiciones desfavorables. Imagínate que por llevar la mandioca
al centro les pagan 200 guaraníes [35 centavos de peso], mientras
que la mandioca se paga en el mercado cerca de 3.000 guaraníes [5
pesos]. ¡O sea que es un robo grandioso! Pero al gobierno no le importa
nada”, lamentó el sacerdote.
Desde su fundación, llamada “Mil solidarios”, el pa’i Oliva
sueña con presentar a Jorge Bergoglio una serie de documentos que denuncian la
vulneración de derechos en el país. “Espero tener la oportunidad de dárselos”,
confió a esta agencia.
Uno más en la lista de Bergoglio
En octubre de 1969, debido a su postura crítica asesorando a grupos
juveniles y movimientos sociales, el sacerdote jesuita fue expulsado del
Paraguay por la dictadura del general Alfredo Stroessner y se vio obligado a
refugiarse en la Argentina, donde lo recibió el entonces superior provincial de
la Compañía de Jesús, por entonces el padre Ricardo O’Farrell SJ.
“Mi salida de Paraguay fue porque yo trabajaba con universitarios y con el plantel superior de los bachilleratos en ocho o diez colegios de Asunción. No les daba clases, pero sí les hablaba con cuidado, formándolos, generándoles conciencia. Eso era un pecado mortal para el presidente”, recordó durante el diálogo.
“Mi salida de Paraguay fue porque yo trabajaba con universitarios y con el plantel superior de los bachilleratos en ocho o diez colegios de Asunción. No les daba clases, pero sí les hablaba con cuidado, formándolos, generándoles conciencia. Eso era un pecado mortal para el presidente”, recordó durante el diálogo.
Para el sacerdote jesuita, de 86 años, a veces los sucesos se mezclan.
Excepto aquellos días en que su vida pendió de un hilo y, gracias a la gestión
del padre Bergoglio, pudo salir con vida.
“En el 78, gracias a él, me libré de que el ejército ‘me quitara del
medio’. Por entonces me invitaron a ir a Inglaterra para tener una reunión con
los obispos anglicanos, pero la Policía no me dejaba salir. Bergoglio fue
conmigo y logró que saliera. En la víspera de mi regreso al país, el Ejército
fue a buscarme, desconociendo que estaba en el exterior. Ese desentendimiento y
su aviso me libraron de la muerte, porque Bergoglio me avisó que no volviera al
país”, afirmó el pa’i.
El padre Oliva siguió su tarea pastoral en el Ecuador y en la Nicaragua
sandinista, hasta que Andrés Rodríguez Pedotti, primero presidente de facto y
luego constitucional del Paraguay, lo invitó a regresar al país.
Una historia ligada a la Argentina
De los años que pasó en la Argentina aún quedan frutos visibles. Uno de
ellos es el Equipo Pastoral Paraguayo en la Argentina (EPPA), que organizó y
lideró durante años. Él juntaba a los migrantes, los ayudaba con los papeles
migratorios y los incentivaba a organizarse para no perder sus tradiciones y
costumbres. En esto fue fundamental el apoyo de Bergoglio.
“Recuerdo que cada año que estuve llevábamos a los paraguayos a una casita cercana a Mar del Plata para que conozcan el mar. Era algo grandioso para ellos, y mientras tenían sus vacaciones, colaboraban con la casita, por ejemplo, construyendo otras habitaciones. Fue algo muy bueno”, narró el anciano sacerdote.
“Recuerdo que cada año que estuve llevábamos a los paraguayos a una casita cercana a Mar del Plata para que conozcan el mar. Era algo grandioso para ellos, y mientras tenían sus vacaciones, colaboraban con la casita, por ejemplo, construyendo otras habitaciones. Fue algo muy bueno”, narró el anciano sacerdote.
¿Qué recuerda de Jorge Bergoglio como provincial?
- Si bien el anterior provincial me había dejado trabajar con los paraguayos, él me confirmó. Yo era prácticamente el único extranjero que estaba en Buenos Aires con los jesuitas, y muchas cosas las tenía que tratar con él. Nuestra relación era muy buena, tanto que él quería que yo me encargara de las vocaciones. Lo que pasa es que yo prefería acabar la obra con los paraguayos y otros migrantes, como los chilenos, bolivianos y uruguayos.
En el tiempo de Cámpora, recuerdo, logramos los papeles para muchos
paraguayos y otros extranjeros, para que pudieran vivir dignamente, con
papeles, con documentos. Logramos ayudar a unos 90.000 extranjeros, y eso era
un trabajazo enorme. Estuvo muy bueno.
¿Qué le gustaría transmitir al Papa en estos días?
- Aunque sería formidable poder transmitirle mis sentimientos, hay cosas más urgentes. Quiero entregarle una serie de documentos. Yo quiero ver la manera de que lleguen a él. Esa es mi urgencia mayor. Son documentos sobre una serie de injusticias que hay aquí. Hay muchos casos de campesinos que están siendo expulsados de sus tierras miserablemente. +
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