Doctrina y vida, por caminos separados
Por: Sergio Rubin
La
consulta sobre la situación matrimonial y familiar de los católicos que propuso
el Papa en todo el mundo arrojó en el país una gran brecha entre los postulados
y la realidad, en línea con lo que sucede en otras latitudes.
Previsiblemente,
el capítulo argentino de la consulta sobre la realidad matrimonial y
familiar de los católicos que el Papa Francisco propuso a la Iglesia en todo el
mundo con vistas al Sínodo sobre la Familia que se hará en octubre de este
año y del próximo reveló -en coincidencia con el testeo mundial- la marcada
brecha entre ciertos postulados de la doctrina cristiana y la conducta de
muchos fieles.
Acaso la novedad del sondeo nacional -siguiendo la similitud con otros países- sea la contundencia de determinados
contrastes. Por caso, que en algunas diócesis ya sean más los jóvenes que deciden convivir sin casarse “por iglesia” que los que sí se unen sacramentalmente. O que las nuevas uniones superen cómodamente a los matrimonios que no se separaron. Pero sería brindar un panorama muy parcial mostrar sólo las diferencias. Porque también la consulta arrojó el deseo de muchos de formar una familia y que esta sea fecunda y permanezca estable. Aunque con frecuencia no conocen o no entienden los documentos de la Iglesia sobre la problemática familiar y anhelan que la institución la encare de un modo más realista y acogedor.
En una entrevista con Valores Religiosos, el padre Gustavo Antico, secretario de la comisión de obispos que tuvo a cargo la consulta nacional reveló por primera vez los grandes trazos del sondeo, que despertó gran interés por la difusión que tuvo en los medios a partir de la invitación del pontífice. Un testeo que se realizó entre fines del año pasado y comienzos de este en base a las preguntas que envió la Santa Sede. Y que respondieron miembros del clero y numerosos laicos de 53 de las 71 jurisdicciones eclesiásticas y de 9 movimientos, abarcando la información 1.200 páginas.
-¿Qué arroja la consulta en líneas generales?
-Coincide con el instrumento de trabajo que presentó la Santa Sede (un resumen mundial). Lo primero que surge es que la gente no entiende los textos magisteriales y la enseñanza familiar de la Iglesia. Creo que por razones de lenguaje le costó mucho traducir de una manera bella, atrayente su mensaje. Los textos no resultaron claros. Es cierto que a algunos interlocutores se los entendió más que a otros. También es verdad que en algunos casos, como el matrimonio gay, queda como explicación lo que los medios entienden, no la que resulta del contacto directo del fiel con el documento.
-¿Es un problema de comunicación o la gente conoce la posición de la Iglesia pero no la acata?
-Hay también desconocimiento. Pero estoy seguro que en el corazón de los fieles hay un profundo deseo de familia. Y la Iglesia tiene el gran desafío de renovar su anuncio para tocar el corazón de los bautizados. Habrá quienes conociendo la doctrina no la eligen. Pero hay un gran anhelo en mucha gente de que la Iglesia presente
con más creatividad y audacia el camino de la vida familiar.
-Pero la brecha existe. Por caso, están cuestionados de hecho el matrimonio para toda la vida, los llamados “métodos naturales” de anticoncepción …
-Eso es lo que hay que estudiar a partir del relevamiento. Por eso, la primera parte del sínodo es más deliberativa. Todos esos temas y otros merecen una aproximación pastoral distinta. Y el Papa nos está invitando a preguntarnos cómo acompañar esto. Está la cuestión doctrinal y la pastoral. Y el sínodo intenta plantear los temas pastorales: el nuevo abordaje, la nueva aproximación. Me parece que tenemos una riqueza pastoral muy grande que abrirá un tiempo muy bueno para la Iglesia.
¿Pero qué datos de la consulta que marcan la brecha le llamaron más la atención?
-La consulta no está planteada como una encuesta con datos. Pero de todas formas se deslizan algunos que nos gustaría verificar y analizar. Entre ellos, que en algunas comunidades las nuevas uniones lleguen al 70 %.
-¿Son muchos los separados en nueva unión que expresan dolor por no poder comulgar?
-Creo que se nota claramente la necesidad de Dios que tienen los que están en nueva unión. Hay un pedido de una Iglesia renovada en el Señor que muchos de ellos la entienden como un acercamiento a la eucaristía. Hay una marcada tendencia en ese sentido. Por otra parte, se habla mucho de los separados en nueva unión, pero también
tenemos otra dimensión desafiante de la realidad pastoral.
-¿Cuál?
-La gran cantidad de bautizados que no recurren al sacramento del matrimonio. Diría que, en número, empieza a ser igual o mayor a la de los que sí lo celebran. La realidad muestra que un número elevado de los que pasaron, por caso, por nuestros colegios católicos no se casan. Esto implica que no sólo debemos pensar en una pastoral para los que se casaron y fracasaron, sino también para los que no eligen la vida sacramental.
-Es un gran desafío el de la Iglesia en materia familiar …
-Pero como dije antes hay un gran deseo de familia, de una relación fiel y fecunda. El problema es que no se sabe cómo lograrlo. Por eso, se pide mucho acompañamiento en el noviazgo.
-El problema es que muchos no parecen quererlo porque ni siquiera pisan una iglesia …
-Justamente para mí todo esto es un problema de evangelización, de nueva evangelización. Para poder elegir con alegría la realidad sacramental del matrimonio es necesario encontrarnos con las personas en sus situaciones de noviazgo, separación y proponer el encuentro con el Señor. En la medida en que se redescubran aspectos fundamentales de nuestra fe y que haya una experiencia afectiva,
no de ideas, los jóvenes se van a sentir motivados y habrá una renovación por lo testimonial de otros bautizados.
-Hoy para muchos no cumplir con los postulados en materia de familia no es pecado …
-Porque aborreceré el pecado en la medida en que la fe haya ganado terreno en mí. Benedicto XVI le pidió a los jueces eclesiásticos que estudiaran si la falta de fe no podría ser causal de nulidad matrimonial. Insisto: no podemos abordar la cuestión matrimonial y familiar sin vincularlo con un redescubrimiento del Señor.
-¿Qué le dice a aquellos que esperan cambios en esta materia?
-Primero les digo que hay que ubicarnos en los tiempos. Hubo un sondeo, luego vendrá un análisis y el año que viene se empezaran a vislumbrar algunas propuestas pastorales. Cambios puede haber y tenemos que estar dispuestos a los que el Espíritu quiera. Ahora, lo mejor que nos puede pasar es que la Iglesia sea fiel a Jesucristo y a la verdad de la familia. Y que pueda encontrar criterios pastorales especialmente ante las situaciones más dolorosas porque creo que son las que Jesús elegiría en primer lugar.
Acaso la novedad del sondeo nacional -siguiendo la similitud con otros países- sea la contundencia de determinados
contrastes. Por caso, que en algunas diócesis ya sean más los jóvenes que deciden convivir sin casarse “por iglesia” que los que sí se unen sacramentalmente. O que las nuevas uniones superen cómodamente a los matrimonios que no se separaron. Pero sería brindar un panorama muy parcial mostrar sólo las diferencias. Porque también la consulta arrojó el deseo de muchos de formar una familia y que esta sea fecunda y permanezca estable. Aunque con frecuencia no conocen o no entienden los documentos de la Iglesia sobre la problemática familiar y anhelan que la institución la encare de un modo más realista y acogedor.
En una entrevista con Valores Religiosos, el padre Gustavo Antico, secretario de la comisión de obispos que tuvo a cargo la consulta nacional reveló por primera vez los grandes trazos del sondeo, que despertó gran interés por la difusión que tuvo en los medios a partir de la invitación del pontífice. Un testeo que se realizó entre fines del año pasado y comienzos de este en base a las preguntas que envió la Santa Sede. Y que respondieron miembros del clero y numerosos laicos de 53 de las 71 jurisdicciones eclesiásticas y de 9 movimientos, abarcando la información 1.200 páginas.
-¿Qué arroja la consulta en líneas generales?
-Coincide con el instrumento de trabajo que presentó la Santa Sede (un resumen mundial). Lo primero que surge es que la gente no entiende los textos magisteriales y la enseñanza familiar de la Iglesia. Creo que por razones de lenguaje le costó mucho traducir de una manera bella, atrayente su mensaje. Los textos no resultaron claros. Es cierto que a algunos interlocutores se los entendió más que a otros. También es verdad que en algunos casos, como el matrimonio gay, queda como explicación lo que los medios entienden, no la que resulta del contacto directo del fiel con el documento.
-¿Es un problema de comunicación o la gente conoce la posición de la Iglesia pero no la acata?
-Hay también desconocimiento. Pero estoy seguro que en el corazón de los fieles hay un profundo deseo de familia. Y la Iglesia tiene el gran desafío de renovar su anuncio para tocar el corazón de los bautizados. Habrá quienes conociendo la doctrina no la eligen. Pero hay un gran anhelo en mucha gente de que la Iglesia presente
con más creatividad y audacia el camino de la vida familiar.
-Pero la brecha existe. Por caso, están cuestionados de hecho el matrimonio para toda la vida, los llamados “métodos naturales” de anticoncepción …
-Eso es lo que hay que estudiar a partir del relevamiento. Por eso, la primera parte del sínodo es más deliberativa. Todos esos temas y otros merecen una aproximación pastoral distinta. Y el Papa nos está invitando a preguntarnos cómo acompañar esto. Está la cuestión doctrinal y la pastoral. Y el sínodo intenta plantear los temas pastorales: el nuevo abordaje, la nueva aproximación. Me parece que tenemos una riqueza pastoral muy grande que abrirá un tiempo muy bueno para la Iglesia.
¿Pero qué datos de la consulta que marcan la brecha le llamaron más la atención?
-La consulta no está planteada como una encuesta con datos. Pero de todas formas se deslizan algunos que nos gustaría verificar y analizar. Entre ellos, que en algunas comunidades las nuevas uniones lleguen al 70 %.
-¿Son muchos los separados en nueva unión que expresan dolor por no poder comulgar?
-Creo que se nota claramente la necesidad de Dios que tienen los que están en nueva unión. Hay un pedido de una Iglesia renovada en el Señor que muchos de ellos la entienden como un acercamiento a la eucaristía. Hay una marcada tendencia en ese sentido. Por otra parte, se habla mucho de los separados en nueva unión, pero también
tenemos otra dimensión desafiante de la realidad pastoral.
-¿Cuál?
-La gran cantidad de bautizados que no recurren al sacramento del matrimonio. Diría que, en número, empieza a ser igual o mayor a la de los que sí lo celebran. La realidad muestra que un número elevado de los que pasaron, por caso, por nuestros colegios católicos no se casan. Esto implica que no sólo debemos pensar en una pastoral para los que se casaron y fracasaron, sino también para los que no eligen la vida sacramental.
-Es un gran desafío el de la Iglesia en materia familiar …
-Pero como dije antes hay un gran deseo de familia, de una relación fiel y fecunda. El problema es que no se sabe cómo lograrlo. Por eso, se pide mucho acompañamiento en el noviazgo.
-El problema es que muchos no parecen quererlo porque ni siquiera pisan una iglesia …
-Justamente para mí todo esto es un problema de evangelización, de nueva evangelización. Para poder elegir con alegría la realidad sacramental del matrimonio es necesario encontrarnos con las personas en sus situaciones de noviazgo, separación y proponer el encuentro con el Señor. En la medida en que se redescubran aspectos fundamentales de nuestra fe y que haya una experiencia afectiva,
no de ideas, los jóvenes se van a sentir motivados y habrá una renovación por lo testimonial de otros bautizados.
-Hoy para muchos no cumplir con los postulados en materia de familia no es pecado …
-Porque aborreceré el pecado en la medida en que la fe haya ganado terreno en mí. Benedicto XVI le pidió a los jueces eclesiásticos que estudiaran si la falta de fe no podría ser causal de nulidad matrimonial. Insisto: no podemos abordar la cuestión matrimonial y familiar sin vincularlo con un redescubrimiento del Señor.
-¿Qué le dice a aquellos que esperan cambios en esta materia?
-Primero les digo que hay que ubicarnos en los tiempos. Hubo un sondeo, luego vendrá un análisis y el año que viene se empezaran a vislumbrar algunas propuestas pastorales. Cambios puede haber y tenemos que estar dispuestos a los que el Espíritu quiera. Ahora, lo mejor que nos puede pasar es que la Iglesia sea fiel a Jesucristo y a la verdad de la familia. Y que pueda encontrar criterios pastorales especialmente ante las situaciones más dolorosas porque creo que son las que Jesús elegiría en primer lugar.
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