sábado, 2 de agosto de 2014



Hace días el Papa nuevamente denunció, con toda su fuerza, a los corruptos desde la ciudad de Caserta, Italia: “Hay que decir ¡No! a cualquier forma de corrupción o ilegalidad”.
Desde que el Papa llegó a la Sede de Pedro no ha dejado de hablar, de manera fuerte y directa, sobre la vida de los corruptos y el gran daño que le hacen a la sociedad y a sus propias familias.
Ya se han vuelto famosas sus frases: “Los corruptos llevan pan sucio a sus hijos”, “Están hambrientos de dignidad”, “Podemos ser pecadores pero no corruptos”, “Los corruptos hacen fiesta con el dinero de los pobres”, “Son injustos los que ayudan a la iglesia con una mano y roban con la otra”, “Jesucristo nunca habló de perdonar a los corruptos, sino de amarrarles una cadena al cuello con una piedra y lanzarlos al mar”, “Recemos por los corruptos para que se conviertan y devuelvan todo lo robado porque si no los perros del infierno se chuparán su sangre”…
Desde hace dos semanas, cuando me prohibieron escribir más en El Universal por publicar estas frases del Papa en mis artículos, por denunciar la vida de los corruptos en Venezuela, por llamar a rezar por su conversión; y por contrastar la vida de derroche y lujo que ellos llevan con la tragedia que vive nuestra gente, he pensado mucho en esto de denunciar la corrupción.
Se ve claramente que los “poderosos corruptos” tienen pánico a que se hable de ellos, tienen pánico a la Verdad. Y creo que son capaces de cosas malas de verdad para callar a quienes los denuncian. Al Papa ya algunos sectores de la mafia italiana lo han amenazado de muerte. Y yo supongo, que como todo buen cristiano que no le tiene miedo a la muerte, porque sabe que su Patria definitiva es el Cielo, eso ni le importó porque luego excomulgó a los mafiosos de Sicilia y sigue hablando del tema cada vez que se le presenta la oportunidad.
Definitivamente para nadie es fácil denunciar a los corruptos que llegan hasta el colmo de comprar las altas esferas de la justicia para poder “arreglar” las leyes a su manera, ya sea para comprar una empresa, para lograr un divorcio, para hacer lo que les venga en gana.
Para nosotros los cristianos es mucho más sabroso y tranquilo hablar siempre del amor de Dios, de su infinita misericordia, de las virtudes del cristiano, etc. Pero el Papa está clarito que no sólo debemos hablar de estos temas. Él ha entendido perfectamente que una de sus misiones en este Papado, que Dios le encomendó, es denunciar el cáncer de la corrupción que está destrozando al mundo entero. Ya siendo Cardenal, en su Diócesis de Buenos Aires, también denunció cientos de veces la corrupción y la ilegalidad, con voz fuerte ¡sin miedo!
Algunas personas dicen que para qué complicarse la vida, que es mejor cuidarse las espaldas. Pero lo que algunas personas no saben es que cuando un cristiano mete a Dios en su vida de verdad ¡verdad! y lo ama por encima de todo, la vida ya se te complica bastante. Y se te complica mucho porque empiezas a ver a quienes tienes a tu lado, en tu casa, en tu calle, en tu ciudad, en tu país, en el mundo, como a tus hermanos más queridos. Y todo lo que pueda pasarles de mal a ellos, a ti también te afecta. Eso es lo que le pasa al Papa Francisco, y lo que nos pasa a muchos cristianos. Y entonces ¿cómo el Papa, o cualquier cristiano que tienen la oportunidad de hablar o de escribir en los medios, se van a quedar callados ¡por miedo! ante las injusticias que se están cometiendo en sus propias narices?
Este Papa nos está dando un tremendo ejemplo de lo que es ser un hijo de Dios valiente, de lo que es pensar en los demás sin importar las consecuencias que eso acarree para tu vida, tu carrera, tu familia o lo que sea. Nos está dando un tremendo ejemplo que con esa gente no se puede ser hipócrita o diplomático porque lo que están cometiendo son pecados que claman al cielo.
¡Qué maravilla de Papa nos ha regalado Dios! Rezamos mucho por usted Santo Padre porque usted nos enseña que no debemos “comer cuentos” con los corruptos. Le pedimos muchísimo sus oraciones para que cada día seamos más quienes ¡sin miedo! denunciemos la corrupción, las ilegalidades y las injusticias que están ocurriendo a nuestro alrededor. Y también para que recemos mucho por la conversión de ellos y puedan salvarse. ¡Dios y la Santísima Virgen nos protegerán de todo mal!
María Denisse Fanianos de Capriles


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